Más vale un chaquetazo a tiempo…


En la administración municipal de Manuel Colom Argueta compartí­ con un funcionario de agudo sentido del humor que se burlaba de aquellos que andaban viendo cómo se lucí­an con el Alcalde para quedar bien. Para éstos, me decí­a, más vale un chaquetazo a tiempo que ocho horas de servicio porque a eso le sacan raja.

Oscar Clemente Marroquí­n
ocmarroq@lahora.com.gt

Justo en eso pensé esta mañana al leer la nota de Siglo Veintiuno sobre la forma en que la Superintendencia de Telecomunicaciones del MICIVI dispuso gastar sus fondos privativos para comprar vehí­culos que serán entregados a la Secretarí­a de Bienestar Social y a la Secretarí­a de Obras Sociales de la Esposa del Presidente. Y es que no es un secreto en Guatemala que a la hora de la verdad, si hay necesidad de dar un chaquetazo a tiempo, como decí­a aquel funcionario municipal, no hay que gastar pólvora en sanates y el esfuerzo se tiene que dirigir a quien realmente manda. Corren abundantes historias en el Gobierno en el sentido de que quien se esmera por chaquetear al Presidente, sale tirado si no le pone atención a la señora de Colom porque es realmente ella el poder que vale la pena cultivar y del que hay que estar cerca. Varios de los «allegados» al Presidente han tenido que sucumbir porque no tuvieron el tino de ponerle atención a los deseos de la señora del mandatario, según lo que se dice.

Y como vivimos en un medio en el que la lambisconerí­a es uno de los instrumentos del «éxito», pues abundan los que están dispuestos a cualquier cosa con tal de lograr el resultado de quedar bien. Sobre todo ahora que se viene la campaña polí­tica y los vehí­culos se vuelven tan necesarios para las movilizaciones. Cuánto hubiera dado cualquier candidato en la llanura, incluyendo al mismo Colom hace cuatro años, por tener esa cantidad de pick-ups de doble cabina que ahora gentilmente el titular de la SIT pone a disposición de la señora del Presidente de la República mediante las instituciones que ella y sus allegados manejan.

Pero eso no quiere decir que no llore sangre lo que está pasando en el paí­s porque con las necesidades que tenemos en Guatemala no puede ser que se derrochen los recursos para dar chaquetazos como el que se comenta. Y por supuesto que este tipo de cuestiones son las que dan armas y argumentos a los enemigos del pago de impuestos porque resulta difí­cil encontrar argumentos sólidos para justificar esa manera de tirar el pisto. Es como cuando vemos que el dinero del Estado sirve de parapeto para el lavado de dinero que hacen los narcotraficantes que están enquistados en las empresas constructoras que se benefician de los contratos del Estado y por lo tanto pueden diluir entre el dinero producto de los negocios corruptos que hacen con funcionarios de gobierno, sus ganancias en el tráfico de estupefacientes.

Si algo puede definir la clase de podredumbre que hay en el sector público es ese criterio dilatado que se tiene para manejar los recursos. Obviamente los funcionarios actúan como si fueran dueños del dinero y con tal de lograr sus fines hacen lo que les viene en gana. Unos, pactando con los narcotraficantes y otros, simplemente usando el dinero de los contribuyentes para quedar bien con la señora. Todo el que permite transferencias de partidas, el que desví­a fondos de sus instituciones para colocarlos al servicio de la campaña, lo que es una tí­pica e irrefutable malversación, queda bien parado y puede considerar que tiene el puesto seguro para seguir haciendo de las suyas.