El sumario y contenido general de mis columnas de cada mes, lo defino en la última semana del anterior, en el entendido de que dejo abierta la posibilidad de excluir una u otra, si es que algo se da en lo nacional o internacional que sea necesario abordar. A manera de anticipo, puedo decir que espero abordar, a partir de la presente, varias cuestiones que considero importantes.
Cuando viajo a México, si algo disfruto a lo grande es recorrer la calle de Donceles y entrar a algunas de las muchas librerías de ejemplares viejos. Son de esas aventuras callejeras inolvidables. Pero también es entretenido detenerse en los puestos de periódicos y revistas que allá hay, por así decirlo, en cada esquina. Como en todo, hay mucho desechable y mucho interesante.
Pues en uno de esos puestos de periódicos y revistas me detuve una mañana a ver qué había de nuevo y mi sorpresa fue encontrar la edición en español para México de una revista de abril recién pasado y en cuya carátula destaca como titular lo siguiente: El soldado perfecto. Libre de miedo, cansancio y errores, estos robots pelearán las próximas guerras.
Días atrás, en una publicación alternativa de fecha 2 de junio en curso, había leído un artículo que hace referencia a El soldado del futuro de EE.UU. Drogado, blindado y matando a distancia. Tal es el título del artículo.
Ya en el país, en esa misma publicación y con fecha 29 de junio, encontré algo más sobre el tema. Esta vez se trata de un breve ensayo titulado Las corporaciones ocultas del Pentágono. La vida diaria militarizada, la economía civil «pentagonizada», y el Pentágono privatizado.
Una entrevista que recibí ayer (La guerra ya no es para instalar otro modelo económico: ella es el modelo), y un artículo más que igualmente localicé ayer (La guerra cibernética), complementan el tema.
í‰ste es, entonces, uno de los temas de que me ocuparé en las tres próximas columnas y, la del próximo día 30, la dedicaré a las conmemoraciones de un aniversario más del Asalto al Cuartel Moncada que habrán de tener lugar en Cuba y en otros países del mundo.
Por ahora paso a ocuparme de algo que a riesgo de pasar desapercibido podría no resolverse como corresponde.
La alarmante forma como se está instalando este invierno no presagia nada bueno para la población y para la frágil e insuficiente infraestructura del país. La prevención de desastres es algo que se improvisa cada año y empiezan a hacerse cosas cuando las calamidades ya las está sufriendo la gente. Además, lo que se hace no es suficiente para reparar los daños y, menos, para superarlos.
La lógica más elemental indica que a las instituciones, entidades o cuerpos que tendrían que coordinarse para poder hacer las cosas bien, financieramente se les debería atender de acuerdo al grado de vulnerabilidad en que se encuentra la población y la infraestructura en donde funcionan y operan.
Sacatepéquez es uno de los departamentos del país que más vulnerabilidad muestra.
Con base en un informe que obra en mi poder, el Cuerpo de Bomberos Municipales de Antigua Guatemala no cuenta con los recursos financieros que le permitan cumplir de mejor manera lo que hasta ahora hace. Este cuerpo cubre un promedio de 310 servicios de emergencia por mes y gasta unos 15 mil quetzales mensuales para el combustible de las tres ambulancias y la motobomba de que dispone. El gasto total al año lo tienen estimado en 130 mil quetzales.
Lo grave es que no cuenta con ningún financiamiento por parte del Estado ni de la Municipalidad de la Ciudad Colonial ni de la Asociación Nacional de Bomberos Municipales Departamentales. Parece inaudito, pero así es: el dinero para el combustible, las reparaciones y compra de repuestos, sale del bolsillo de los mismos bomberos. El combustible que necesitan, a veces, lo adquieren a crédito.
Lo que por mi parte considero que procedería es que el Congreso de la República autorice una partida presupuestaria de emergencia a favor del Cuerpo de Bomberos Municipales de Antigua Guatemala, para poder continuar operando y que sea suficiente para cumplir con su loable labor. Eso sería sólo un paso en dirección de concertar una política estatal de prevención y atención de emergencias y calamidades a decidirse con la participación de las instituciones, entidades y cuerpos que la tendrían a su cargo.
Ojalá que la discusión y aprobación de los nuevos empréstitos con que se endeudará aún más al país y se pretende financiar la ampliación presupuestaria solicitada por el Ejecutivo, así como la burda compra por el oficialismo de los votos de los diputados de la Gran Alianza Nacional (Gana) para aprobarla, no vaya a dejar de lado rubros que ya deberían estar asignados como es el que ahora están solicitando los Bomberos Municipales de Antigua y con lo que podría estarse contribuyendo a hacerle frente a las calamidades, afectaciones y daños que se ciernen amenazadora y gravemente sobre la población.
De otra manera, habrá que lamentar, como siempre, lo que no se previó a tiempo.