Más vale prever, que tener después que lamentar


El sumario y contenido general de mis columnas de cada mes, lo defino en la última semana del anterior, en el entendido de que dejo abierta la posibilidad de excluir una u otra, si es que algo se da en lo nacional o internacional que sea necesario abordar. A manera de anticipo, puedo decir que espero abordar, a partir de la presente, varias cuestiones que considero importantes.

Ricardo Rosales Román

Cuando viajo a México, si algo disfruto a lo grande es recorrer la calle de Donceles y entrar a algunas de las muchas librerí­as de ejemplares viejos. Son de esas aventuras callejeras inolvidables. Pero también es entretenido detenerse en los puestos de periódicos y revistas que allá hay, por así­ decirlo, en cada esquina. Como en todo, hay mucho desechable y mucho interesante.

Pues en uno de esos puestos de periódicos y revistas me detuve una mañana a ver qué habí­a de nuevo y mi sorpresa fue encontrar la edición en español para México de una revista de abril recién pasado y en cuya carátula destaca como titular lo siguiente: El soldado perfecto. Libre de miedo, cansancio y errores, estos robots pelearán las próximas guerras.

Dí­as atrás, en una publicación alternativa de fecha 2 de junio en curso, habí­a leí­do un artí­culo que hace referencia a El soldado del futuro de EE.UU. Drogado, blindado y matando a distancia. Tal es el tí­tulo del artí­culo.

Ya en el paí­s, en esa misma publicación y con fecha 29 de junio, encontré algo más sobre el tema. Esta vez se trata de un breve ensayo titulado Las corporaciones ocultas del Pentágono. La vida diaria militarizada, la economí­a civil «pentagonizada», y el Pentágono privatizado.

Una entrevista que recibí­ ayer (La guerra ya no es para instalar otro modelo económico: ella es el modelo), y un artí­culo más que igualmente localicé ayer (La guerra cibernética), complementan el tema.

í‰ste es, entonces, uno de los temas de que me ocuparé en las tres próximas columnas y, la del próximo dí­a 30, la dedicaré a las conmemoraciones de un aniversario más del Asalto al Cuartel Moncada que habrán de tener lugar en Cuba y en otros paí­ses del mundo.

Por ahora paso a ocuparme de algo que a riesgo de pasar desapercibido podrí­a no resolverse como corresponde.

La alarmante forma como se está instalando este invierno no presagia nada bueno para la población y para la frágil e insuficiente infraestructura del paí­s. La prevención de desastres es algo que se improvisa cada año y empiezan a hacerse cosas cuando las calamidades ya las está sufriendo la gente. Además, lo que se hace no es suficiente para reparar los daños y, menos, para superarlos.

La lógica más elemental indica que a las instituciones, entidades o cuerpos que tendrí­an que coordinarse para poder hacer las cosas bien, financieramente se les deberí­a atender de acuerdo al grado de vulnerabilidad en que se encuentra la población y la infraestructura en donde funcionan y operan.

Sacatepéquez es uno de los departamentos del paí­s que más vulnerabilidad muestra.

Con base en un informe que obra en mi poder, el Cuerpo de Bomberos Municipales de Antigua Guatemala no cuenta con los recursos financieros que le permitan cumplir de mejor manera lo que hasta ahora hace. Este cuerpo cubre un promedio de 310 servicios de emergencia por mes y gasta unos 15 mil quetzales mensuales para el combustible de las tres ambulancias y la motobomba de que dispone. El gasto total al año lo tienen estimado en 130 mil quetzales.

Lo grave es que no cuenta con ningún financiamiento por parte del Estado ni de la Municipalidad de la Ciudad Colonial ni de la Asociación Nacional de Bomberos Municipales Departamentales. Parece inaudito, pero así­ es: el dinero para el combustible, las reparaciones y compra de repuestos, sale del bolsillo de los mismos bomberos. El combustible que necesitan, a veces, lo adquieren a crédito.

Lo que por mi parte considero que procederí­a es que el Congreso de la República autorice una partida presupuestaria de emergencia a favor del Cuerpo de Bomberos Municipales de Antigua Guatemala, para poder continuar operando y que sea suficiente para cumplir con su loable labor. Eso serí­a sólo un paso en dirección de concertar una polí­tica estatal de prevención y atención de emergencias y calamidades a decidirse con la participación de las instituciones, entidades y cuerpos que la tendrí­an a su cargo.

Ojalá que la discusión y aprobación de los nuevos empréstitos con que se endeudará aún más al paí­s y se pretende financiar la ampliación presupuestaria solicitada por el Ejecutivo, así­ como la burda compra por el oficialismo de los votos de los diputados de la Gran Alianza Nacional (Gana) para aprobarla, no vaya a dejar de lado rubros que ya deberí­an estar asignados como es el que ahora están solicitando los Bomberos Municipales de Antigua y con lo que podrí­a estarse contribuyendo a hacerle frente a las calamidades, afectaciones y daños que se ciernen amenazadora y gravemente sobre la población.

De otra manera, habrá que lamentar, como siempre, lo que no se previó a tiempo.