No sé qué me indigna más, si que los chinos de Taiwán hayan corrompido tanto al país sobornando a casi todos nuestros presidentes, políticos, periodistas y personas influyentes, o que nos quieran seguir viendo la cara de babosos con esa explicación de que los tres cheques girados a nombre de Alfonso Portillo Cabrera y otros dos a la sociedad OXXI Financial Corporation, eran una donación al Estado de Guatemala. Muy tercer mundo podremos ser, pero el país nunca recibe donaciones mediante cheques girados a nombre del Presidente o de sociedades anónimas.
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Toda donación que recibe el Estado de Guatemala tiene que canalizarse institucionalmente y no podemos alegar que los chinos desconocen esa práctica institucional porque hay muchísimos proyectos en los que han actuado como corresponde, es decir, mediante acuerdos institucionales que hacen que los fondos sean administrados por el Estado y no por un funcionario. ¿Podrá Taiwán probar que en otros proyectos ha girado cheques a nombre del ministro, del alcalde, o de rectores universitarios? ¿Podrá demostrarnos gentilmente cuáles son los otros casos en los que también giraron cheques a nombre de individuos para financiar proyectos de interés nacional?
La única respuesta que cabe en este caso es que los chinos además del delito de sobornar a nuestras autoridades, cometen el delito y el abuso de estar convencidos de que somos una bola de idiotas que no sabemos cómo se manejan los asuntos de Estado. Pero quizá lo más grave sea que, efectivamente, mucha gente en el país, empezando por las autoridades del Ministerio Público, se aferran a la patraña de que los cheques girados a nombre de Portillo y OXXI eran para financiar proyectos educativos de interés nacional. El proyecto educativo y el fondo para el que sirvieron esos cheques fue el que creó el expresidente para financiar los estudios en Europa de su hija mayor, consecuencia natural de la forma en que le fue acreditado el dinero.
La falta de respeto de la Embajada de Taiwán es totalmente repudiable e inadmisible. Indigna que nuestras autoridades acepten una explicación que nos coloca en condición de un país de salvajes en el que el gobernante es amo de todos los recursos del Estado y las donaciones para financiar cualquier proyecto se hacen mediante cheques personales girados a nombre de esa persona.
Si al embajador de Taiwán le giran un cheque a su nombre, por la razón que sea, se entiende que es un dinero para él, sea por pago de algo o por el concepto que se quiera. Así es aquí, en la China y en la Cochinchina por lo que pretender otra cosa demuestra la abusiva actitud de suponer que somos no sólo un pueblo atrasado al extremo, sino ignorante como para tragarse una explicación que no es torpe, sino que profundamente cínica.
Lo hacen en la seguridad de que la prensa, los políticos, el Ministerio Público y el resto de instituciones del país, dirán amén porque a todos los tienen en el saco. Los ciudadanos debemos mandarlos, literalmente, a la chinilaria.