Más que solo historia


Jorge_MARIO_Andrino

Leer en un matutino del domingo sobre los nuevos descubrimientos de fosas clandestinas originados por la guerra interna que sufrió Guatemala, y que dentro de las mismas había mujeres embarazadas y niños, es conmovedor; hacer recordar que hace muy poco tiempo, el Estado tuvo dominio por la fuerza de la sociedad, de la población y de la vida, y que irresponsablemente no advirtió que condenaba a su pueblo, no solo a conocer su historia, sino a vivirla de nuevo.

Jorge Mario Andrino Grotewold


Las razones, los orígenes, las causas y todo lo que se conoce del enfrentamiento armado interno que tuvo el país en el siglo pasado no interesan.  Interesan los medios.  Las fundamentaciones de defender a la patria o rescatarla, expresada por ambos bandos siempre fue negación de los hechos que de verdad sucedían y el dominio que por medio de la fuerza y el miedo se impregnaba en alguna parte de la sociedad, especialmente de aquella alejada del ruido sonoro de medios de comunicación, o quizá de sectores que política o económicamente no estuvieran de acuerdo.  Entender que no interesa si fue una disputa militar por el poder político; o que luego se transformó en una guerra orientada a la ideología de ese momento, con todo el contexto de la guerra fría; o bien que al final, solamente era una visual de mantener un “status quo” de la guerra y con ello conseguir patrocinios y donaciones, primero para mantenerla, y luego para terminarla.  Esas causas, aunque no es de desconocerlas, en realidad no sirven para entender lo sufrido por esas poblaciones, las cuales se identificaron notoriamente como víctimas.

Identificar si la intencionalidad era la eliminación de una raza por medio de la fuerza y connotarla como genocidio, será una dura labor de los órganos de justicia, de quienes se espera conjuntamente con sus auxiliares de esa función judicial, la mejor de sus pericias, el aporte de la experiencia y el carácter con valentía para enfrentar un sí, o un no.  Y la sociedad estará esperando, que se justifique cualquiera de las dos respuestas.

Pero indispensable es identificar que las noticias como las que se conocen, en donde en las propias zonas militares se encuentren fosas con cadáveres de niños y mujeres, es uno de los grandes sacrificios que tuvo que hacer este país para alcanzar un nivel democrático medianamente satisfactorio.  Si todas esas muertes, efectivamente cruentas y seguramente injustas, hubieran servido para consolidar elementos de educación, desarrollo sostenible y dignidad de los derechos para las siguientes generaciones, aunque injustificable, sería más lógico pensar en esa ruta que se habría alcanzado con cierto nivel de sacrificio.  Pero al observar la situación económica-social, cultural-educativa y de respeto a los derechos humanos que las poblaciones en esas mismas áreas tienen, 30 años después de haber sufrido esas masacres, entendemos que su sacrificio fue desvalorado, y que el Estado, permanece en deuda con toda su población, pues las condiciones que motivó a ganar batallas de forma inhumana e inexplicable,  permanecen aún en ese sombrío presente en el que vivimos, y en el que inclusive otros riesgos como el crimen organizado acecha sin más contemplaciones como las que se tuvo en esa época.

El famoso adagio de “quien no conoce su historia, está condenado a repetirla” es muy cierto, pero cierto es también que no se puede quedar viviendo en esa época, sino hay que reconocerla, aceptarla y velar porque no se repita.  Pero si el Estado al día de hoy no ha cambiado la forma de vida de los guatemaltecos, es irreverente no recordar a los caídos, especialmente los inocentes, quienes dieron su vida porque Guatemala tuviera mejor futuro, y por ello esto es más que solo historia.