Más que probar hay que construir ese concepto


Julio Donis

Tengo que admitir que soy escéptico y aunque tengo la alternativa de ser optimista, me asalta la necesidad de cuestionarme ¿cómo se traduce la aspiración socialdemócrata en un paí­s como Guatemala? Está de más recalcar la historia polí­tica de regí­menes autoritarios de derecha que tienen su asidero en una sociedad con valores conservadores. El paréntesis de la Revolución del 44´ es la excepción que pudo haber conducido a este paí­s a un modelo capitalista desarrollado, y sin embargo, aun hoy dí­a persiste la estigmatización de esa década; a partir del 54´ la historia de Guatemala está escrita con tinta roja.


Revertir eso no es fácil y si ílvaro Colom dice que «es la primera vez en 40 años que se hará un Gobierno al servicio de los pobres» siento que lo más responsable de mi parte es preguntar, dudar, proponer y señalar porque lo que hay que cambiar y revertir está enraizado como la hiedra en la pared.

Una cosa es la autodefinición socialdemócrata del nuevo Presidente de Guatemala y otra es que también la polí­tica pública impulsada desde el Gobierno, tenga como objetivo la reforma gradual de las condiciones actuales dentro del sistema, para favorecer a los más pobres. En otras palabras, el nuevo apellido necesita de ser construido y edificado con contenidos, con voluntades, con valores, con compromisos, mismos que no le tocan solo al Gobierno sino a muchos actores con un peso relativo en Guatemala (usted ya sabe de quién hablo).

Debe llenarlo de contenido

El apellido socialdemócrata es relativamente desconocido en el barrio y muchos no saben qué es, otros no quieren saberlo, a otros cuantos les suena a izquierda moderada y a otros a derecha moderada. En todo caso el reto para la UNE y para ílvaro Colom y su equipo es llenar de contenido la aspiración socialdemócrata, para lo cual tiene la oportunidad única pero al mismo tiempo el riesgo, de la gestión de Gobierno y la administración del Estado.

En el caso del partido (UNE), la tarea es permear a todas las estructuras y bases del partido con los valores socialdemócratas, hay que formar y explicar qué es ser socialdemócrata, qué implica, qué ha propuesto la socialdemocracia en la historia y en otras latitudes; para que la militancia del partido se adscriba a dichos valores y para que dentro de cuatro años cualquier dirigente de dicha organización pueda decir que asume esa ideologí­a, y que su voto está fundado en una posición polí­tica. Por cierto esta tarea está pendiente en la mayorí­a de partidos del sistema polí­tico de Guatemala.

Seguido a estos párrafos de duda y escepticismo es pertinente recordar algunas claves y definiciones de la socialdemocracia. En la socialdemocracia originaria, establecida por movimientos polí­ticos al finalizar el siglo XIX y las primeras décadas del XX en paí­ses del Este y Norte de Europa, la idea central trataba de promover reformas sociales a favor de los más débiles dentro del Estado, para construir justamente un Estado social y democrático que garantice los derechos y el bienestar de la mayorí­a.

Capacidad de transformación

La anterior definición es en esencia lo que propone hoy la socialdemocracia, casi un siglo después de haber surgido, en sus expresiones en Europa, y aun en las más recientes en paí­ses de Latinoamérica. He aquí­ una clave primordial y caracterí­stica fundamental para comprenderla: la capacidad de transformación para adecuarse a las exigencias de la realidad histórica del momento coyuntural que se transcurra.

De tal manera, la socialdemocracia tuvo una propuesta para el marxismo clásico; se elaboró una proposición para el liberalismo y finalmente se reinventó para dar respuesta al neoliberalismo. Sin embargo en esencia, la socialdemocracia ha mantenido la búsqueda de mayor libertad, igualdad y bienestar social y a la par han permanecido los valores como justicia social, la solidaridad, la responsabilidad y el progreso, a través del tiempo.

Esta capacidad de adecuarse da para mucho análisis y se podrí­a extender este artí­culo detallando las respuestas a cada paradigma a lo largo de la historia, sin embargo para que quede claro, el modelo socialdemócrata actual tiene una meta, la democratización del capitalismo mundial. Para llegar a este punto, la evolución de dicha doctrina implicó cambios fundamentales, como lo expresó Eduard Bernstein al final del siglo XIX:

«Desde el punto de vista polí­tico, nos damos cuenta que los privilegios de la burguesí­a capitalista, en un paí­s avanzado, da paso poco a poco a las instituciones democráticas, a la legislación, a la democratización de las administraciones comunales y a la extensión de su competencia, la liberación de todas las trabas legales de los sindicatos y de las cooperativas, la consulta permanente de las organizaciones obreras por parte de las autoridades públicas… A medida que las instituciones polí­ticas de las naciones modernas se democratizan, se reduce la necesidad y las oportunidades de grandes catástrofes polí­ticas».

Si Guatemala se encaminara a la socialdemocracia, por decir algo, esta reflexión que se propuso hace más de un siglo aun es objeto de debate y pugna entre diversos actores de la sociedad guatemalteca?

Termino diciendo que la intención de esta entrega ha sido analizar las claves de la socialdemocracia para comprender cómo puede implementarse un proyecto de este tipo en una realidad como la guatemalteca. Evidentemente el debate no es suficiente y habrá que esperar.

Quizás Guatemala merece más optimismo y no el escepticismo que presento, sin embargo los engaños sistemáticos que ha sufrido este pueblo quizá merezcan dudar?