¿Más o menos diputados? Esa no es la pregunta…


Reformas a la Ley Electoral para reducir el número de diputados y permitir que la elección de los nuevos diputados sea nominal, propuso el diputado Manuel Baldizón, de UNE

Julio Donis C.

La del tí­tulo es la pregunta incorrecta. Resolver cuál es la cantidad idónea de representantes parlamentarios en el Congreso atañe a un análisis previo que tiene que ver con factores como el sistema electoral guatemalteco, los mecanismos partidarios de elección y la designación de candidatos, la volatilidad del sistema partidario y su expresión de transfuguismo parlamentario; tiene que ver con aquella dicotomí­a que es más bien un dilema de la democracia, sobre representación o representatividad, tiene que ver con factores como el ritmo de crecimiento poblacional y el diseño de los distritos electorales, tiene que ver con la fórmula matemática para adjudicar escaños de acuerdo a proporcionalidades.


Como se ve ya desde el inicio, el tema del número de diputados no debe ser la centralidad de una propuesta de reforma electoral que se cuestione la idoneidad del mecanismo vigente de la representación de los diputados, sino el final de una discusión que es teórica y que es polí­tica. Lanzarse desbocadamente con una propuesta de «n» cantidad de diputados es aislado porque el afán de seguir modernizando el marco normativo polí­tico y electoral, debe hacerse de manera integral. Además es oportunista porque trata de obtener apoyo sobre la condición mojigata que condiciona e induce infundadamente la relación: más diputados igual a más gasto público, igual a más corrupción.

Propuesta aislada

Es aislada porque desconoce un proceso que debe concebirse de manera integral y que con seguridad será parte del trabajo tanto de la Comisión Especí­fica de Asuntos Electorales como del Tribunal Supremo Electoral.

La edificación de un régimen democrático y representativo implica confrontar realidades que son inconsistentes y que son incongruentes, eso significa que la representación se construye desde la contradicción. Una inconveniencia es que dicha representación, deberí­a elaborarse desde la acción partidaria, desde el funcionamiento de tales vehí­culos, sin embargo como sabemos, hay debilidad institucional, no hay planteamientos ideológicos sino propuestas electoreras, no hay adscripción partidaria y mucho menos lealtad y cohesión organizativa.

Inconsistencia en fórmulas

para representación

Por otro lado parece haber evidencia empí­rica de la inconsistencia de las fórmulas para la representación que se adjudica por el sistema electoral, por cuanto sabemos de hechos como los siguientes: la población ha crecido, hay desproporción entre el distrito de la capital y cualquier otro (no se trata de cuántos votantes viven en un distrito sino cuántos escaños elige ese distrito), la alta volatilidad de los partidos polí­ticos relativiza la relación entre el ciudadano y su representante polí­tico, sean al Congreso o a la corporación municipal, y estamos en medio del nacimiento de una nueva institucionalidad que es el Registro Nacional de las Personas.

En este sentido, es pertinente analizar la vigencia de los mecanismos a la vez que repensamos la claridad del marco normativo. En Guatemala la Ley determina que debe haber un diputado por cada distrito y uno más por cada ochenta mil habitantes del mismo. La lista nacional corresponde al 25% de la composición de los distritos. Actualmente hay 158 diputados, de los cuales 28 son electos mediante lista nacional y el resto, es decir, 130 sobre la base de 22 departamentos o distritos, correspondiente a la división geográfica administrativa del paí­s más el distrito metropolitano.

Listas cerradas

En el sistema electoral guatemalteco se aplica la fórmula matemática de representación proporcional de D´Hondt, para adjudicar escaños en el Congreso y para concejales municipales. Además la elección a diputados se hace por medio de listas cerradas, lo que se traduce en una votación hacia un listado de personas y no de manera personalizada, el partido propone su lista y por lo tanto el orden de preferencia de la misma.

Un ejemplo sencillo se detalla así­: un votante elige entre un listado A, un listado B y uno C. Si el partido A ha salido favorecido con cinco diputados, el B con tres y el C con uno, es en ese orden que cada partido acuñará diputaciones; es decir el elector no elige personas sino un partido que es en todo caso el que elige listados en un orden determinado. El factor de proporcionalidad está dado por la aplicación de la fórmula sobre variables como número de votantes y número de escaños. Dicho método es el que entró a jugar para adjudicar las recientes elecciones.

Termino esta entrega con una reflexión y una fórmula. La primera tiene que ver con la pregunta que titula el presente; no podemos preguntarnos si conviene más o menos diputados sin antes cuestionarse las dimensiones de la representatividad polí­tica que permite la ley vigente para que votos se conviertan eficientemente en escaños.

La fórmula que es de los autores Ortiz P. y Ochaeta W. de una reciente publicación de Flacso sobre reforma polí­tica, sintetiza muy bien mis anteriores reflexiones: listas cerradas curul personal partidos débiles transfuguismo = débil representatividad.

«No podemos preguntarnos si conviene más o menos diputados sin antes cuestionarse las dimensiones de la representatividad polí­tica que permite la ley vigente para que votos se conviertan eficientemente en escaños»

Julio Donis

Sociólogo