Un nuevo atentado suicida contra la fuerza de la OTAN en Kabul mató a tres civiles hoy, reforzando el sentimiento de que la insurrección talibán se intensifica a pesar de una mayor presencia militar internacional y en espera de los resultados de la elección presidencial.
Tres civiles murieron en un atentado suicida con carro bomba perpetrado a la entrada de la base aérea militar de la OTAN en el aeropuerto de Kabul, según el último balance de la policía.
La explosión «mató a tres civiles afganos que pasaban e hirió a seis otros» uno de los cuales está «en estado crítico», declaró Sayed Abdul Ghafar Sayedzada, jefe de las investigaciones criminales de la policía de Kabul.
Un portavoz de los talibanes, Zabihulá Mujahid, reivindicó el atentado.
Según su versión, un kamikaze «efectuó un ataque suicida con un vehículo todoterreno cargado con 500 kg de explosivos», matando a «25 estadounidenses».
Los talibanes suelen exagerar los balances de sus operaciones.
Además de los tres muertos civiles, tres soldados estadounidenses y uno belga resultaron heridos en el atentado, que tuvo lugar en la entrada principal del aeropuerto militar, al este de capital, precisó el coronel Koziel Bart de la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad (ISAF).
«Todas las puertas fueron cerradas y los vuelos suspendidos», agregó.
«Vi tres vehículos todoterreno dirigirse hacia la base de la ISAF y, cuando llegaron junto a los bloques de hormigón en la entrada principal, hubo una violenta explosión», relató un comerciante instalado en las inmediaciones.
Por otra parte, anoche, insurgentes atacaron el Campo Phenix, base estadounidense en la entrada de Kabul, según la policía afgana.
«Los dos atacantes fueron rápidamente eliminados. No hubo otras víctimas», explicó el jefe de investigaciones criminales.
Kabul es nuevamente blanco de ataques desde comienzos del verano (boreal). El anterior se produjo ayer, cuando un cohete mató a tres civiles. Hace dos semanas, dos ataques similares contra la OTAN en pleno centro de Kabul fueron reivindicados por los talibanes.
El 15 de agosto, un kamikaze hizo estallar su coche bomba delante de la entrada del cuartel general de la ISAF en el centro de la capital afgana, matando a siete civiles y dejando 91 heridos.
El 18 de agosto, un ataque similar contra un convoy de abastecimiento de la OTAN cerca del centro de Kabul, mató a nueve civiles y a un soldado de la ISAF.
Estos dos ataques, en pleno centro del dispositivo militar de las fuerzas internacionales, se produjeron unos días antes de las elecciones presidenciales y provinciales del 20 de agosto, que los talibanes habían prometido perturbar.
El día de la elección, las violencias fueron relativamente limitadas pero el temor que provocaron las amenazas provocaron una importante abstención, cuyo porcentaje aún se ignora casi quince días después de los comicios.
Resultados parciales de un 75% de los colegios electores dan por el momento una amplia ventaja de 48% de los sufragios al presidente saliente Hamid Karzai frente a su principal adversario, el ex ministro de Relaciones Exteriores Abdulá Abdulá.
Desde la elección, los ataques de los talibanes se han intensificado en todo el país, a pesar de la presencia de unos 100 mil soldados de las fuerzas internacionales.
La canciller alemana, Angela Merkel, declaró «lamentar profundamente» las víctimas inocentes en Afganistán, a la vez que defendió ante el Parlamento a esta misión militar controvertida, a tres semanas de las elecciones generales en Alemania.
«Cada persona inocente que muere en Afganistán es una de más», afirmó Merkel en una declaración solemne ante los diputados tras el ataque de la OTAN en el norte de Afganistán ordenado el viernes por el comando militar alemán en el lugar, que dejó un gran número de víctimas.
«Lamento profundamente todas las personas inocentes muertas o heridas, incluidas las que lo fueron por acciones de los alemanes», añadió, a la vez que se negó a condenar el ataque a la espera de las conclusiones de una investigación oficial.
La OTAN reconoció hoy, precisamente durante el discurso de Merkel, que hubo civiles entre los muertos y los heridos, pero no reveló cuántos, en el bombardeo de dos camiones cisterna secuestrados por los talibanes, cerca de Kunduz.
La operación, que dejó entre 56 y 150 muertos, según diferentes fuentes, dio lugar en Alemania y en el mundo a declaraciones contradictorias sobre el número de víctimas, la presencia o no de civiles entre los muertos, y la pertinencia de la operación.
«Para mí, como para el gobierno, es esencial tener todos las aclaraciones», afirmó la canciller, añadiendo que «no vamos a adornar nada, pero al mismo tiempo no aceptaremos juicios precipitados (…) sea aquí o en el extranjero».
Los ministerios alemanes de Relaciones Exteriores y de Defensa deploraron ayer la «falta de solidaridad» de algunos países europeos. El ministro francés de Relaciones Exteriores, Bernard Kouchner, evocó un «grave error».
El presidente afgano, Hamid Karzai, en una entrevista al diario francés Le Figaro, había calificado el ataque de «error de juicio».
El ministro alemán de Relaciones Exteriores, Frank-Walter Steinmeier, rival de Merkel en las elecciones legislativas del 27 de septiembre, también declaró en el Parlamento «no entender que se hagan juicios precipitados antes de que acabe la investigación».
«He llamado a varios ministros europeos de Relaciones Exteriores el pasado fin de semana para decirles que, al igual que nosotros, tienen que esperar antes de emitir juicios públicos», indicó Steinmeier.
Merkel también recordó que de acuerdo con Francia y Gran Bretaña, Berlín deseaba organizar una conferencia de aquí a finales de año para debatir de qué manera el gobierno afgano puede asumir más responsabilidades.
«El objetivo es permitir a Afganistán a ocuparse sola de su seguridad», afirmó.
«En los próximos cinco años (…) deben registrarse progresos substanciales y cualitativos para permitir a las tropas internacionales retirarse poco a poco», añadió la canciller.
A menos de tres semanas de las elecciones y con los dos tercios de los alemanes a favor de la retirada de los 4.200 soldados alemanes desplegados en Afganistán, Merkel defendió que la intervención formaba parte de «el interés urgente de la seguridad de nuestro país».
«Los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 han sido organizados a partir de un Afganistán controlado por los talibanes», añadió Merkel. «El terror vino de allí y no lo contrario».
El ataque aéreo del viernes reavivó el debate sobre la implicación alemana en Afganistán y lo coloca como tema electoral.
Y aunque cuatro de cada cinco partidos representados en el Parlamente apoyan la misión militar alemana, el partido de la izquierda radical Die Linke aprovechó el debate para llamar a una nueva retirada militar de Afganistán.