La inversión china en el banco británico Barclays, que podría llegar a 9.800 millones de euros y convertirse en la mayor inversión extranjera del gigante asiático, sería sólo el inicio de más acuerdos en momentos en que Pekín busca un mejor retorno para sus abundantes capitales.
«Esperamos más acuerdos. Pensamos que las organizaciones financieras estatales van a invertir más activos en el extranjero», estimó Zhang Ming, investigador de ciencias económicas y políticas de la Academia China de Ciencias Sociales.
Barclays y el Banco de Desarrollo de China (BDC), uno de los tres grandes bancos públicos de inversión del país, anunciaron el lunes que el BDC se convertiría en un accionista primordial de la institución británica con una primera inversión de 2.200 millones de euros, a los que se sumarían 7.600 millones más si Barclays gana la batalla para comprar el holandés ABN Amro.
Al congratularse de esta asociación estratégica, el director general de Barclays, John Varley, subrayó que se trataría «por lejos de la mayor inversión extranjera jamás realizada por China».
Representa más del doble de la inversión más importante efectuada por una empresa china: la compra en octubre de 2005, por 4.180 millones de dólares, de la petrolera canadiense PetroKazakhstan, por parte de la China National Petroleum Corp (CNPC).
Fue una adquisición típica de la estrategia de inversión china, centrada desde hace tiempo en la energía y las materias primas, destinada a garantizar su abastecimiento.
No obstante, el gigante asiático diversificó ampliamente sus áreas de inversión estos últimos años, a fin de multiplicar las riquezas aportadas por años de crecimiento a dos dígitos y un comercio exterior floreciente.
Otro objetivo es alentar los flujos salientes de capital en momentos en que la economía china se ve confrontada a un exceso de liquidez y a fuertes presiones sobre su moneda, el yuan.
En mayo, esta China aún comunista generó sorpresa al decidir invertir una parte de sus colosales reservas de cambio en uno de los símbolos del capitalismo financiero estadounidense, el fondo de inversiones Blackstone, uno de los más poderosos del mundo.
Incluso antes de ser creada oficialmente, la empresa encargada de diversificar una pequeña parte de las inversiones realizadas con estas reservas eligió como primera inversión una participación minoritaria en Blackstone, por 3.000 millones de dólares (más de 2.000 millones de euros).
Para los expertos, esta inversión marcó un giro en la manera en que el gigante asiático maneja sus reservas cambiarias, las primeras del mundo, que superan ahora los 1,3 billones de dólares (1.300 millardos de dólares).
Hasta ahora, el país consagraba casi todas sus reservas a la compra de bonos del Tesoro estadounidense, colocaciones seguras pero de rentabilidad limitada, del cual es el segundo propietario del mundo (por más de 400.000 millones de dólares, según el Tesoro estadounidense).
De forma paralela, el gobierno adoptó estos últimos meses medidas para ampliar las posibilidades de inversión de las empresas chinas en el extranjero, al aumentar la cantidad de actores económicos que pueden beneficiarse del estatuto de «inversor doméstico calificado» (QDII) y al incrementar sus cuotas de inversión.
Corredores y compañías de gestión de fondos están autorizadas desde ahora a invertir los capitales de sus clientes fuera de las fronteras chinas, incluido en las bolsas mundiales, cuando antes sólo los bancos y aseguradores podían beneficiarse del programa QDII.