Más de 60 personas murieron hoy en Irak en varios ataques, entre ellos un atentado con coche bomba que causó unos 47 muertos y 62 heridos cerca del principal mausoleo de la ciudad santa chiíta de Kerbala, informó una fuente del ministerio de Defensa.
Una fuente médica había declarado anteriormente que el atentado en Kerbala (a 110 km al sur de Bagdad), dejó «al menos 40 muertos y 58 heridos».
Poco después, un atentado suicida provocó la muerte de al menos diez personas y dejó heridas a otras 15 en el puente de Al Jadriya, en Bagdad, que une al barrio de mayoría chiíta de Karrada con la zona de mayoría sunita de Al Saidiya.
A las víctimas de los atentados se suman cuatro soldados iraquíes que también murieron por disparos de mortero contra una base militar en Suweira, al sureste de Bagdad.
En cuanto a la explosión en Kerbala, que es el tercer lugar santo del islam, ésta ocurrió hacia las 09H15 locales (05H15 GMT), en una estación de autobuses cercana a una zona comercial muy frecuentada este sábado, tras el cierre del viernes, el día de oración para los musulmanes.
Además, esa zona está situada a unos 200 metros del mausoleo del imán Hussein, una de las figuras más veneradas por los chiítas, decapitado en el año 680 por la dinastía sunita de los Omeyas.
Mujeres y niños se encuentran entre las víctimas del atentado, especificó la fuente médica, agregando que entre los heridos figuran cuatro iraníes.
Según las imágenes de la televisión iraquí, numerosas personas se abalanzaron al lugar del atentado tras la explosión.
Estos atentados se producen dos días después de que un kamikaze entrase en la cafetería del Parlamento, en la Zona Verde ultraprotegida de la capital iraquí, e hiciese estallar su carga explosiva, causando la muerte de al menos tres personas, entre ellas un diputado, según fuentes de la seguridad iraquí.
Asimismo, la nueva ola de violencia llega cuando se cumplen dos meses del comienzo, el 14 de febrero, de un nuevo plan de seguridad para Bagdad denominado «Fardh Al Qannon» (Imponer la Ley).
Dicho plan prevé la llegada a Irak de otros 30.000 militares estadounidenses y el despliegue en Bagdad de 90.000 hombres, entre soldados norteamericanos e iraquíes, antes de junio para acabar con la violencia endémica que azota la capital.
El plan se extiende a los alrededores de Bagdad y progresivamente ha incluido también a otras regiones de Irak, especialmente Mossul (a 370 km al norte de la capital) y Diwaniya, a 180 km al sur de Bagdad.
Las autoridades iraquíes y el ejército estadounidenses aseguraron ya en varias ocasiones que con la puesta en marcha del plan disminuyó el número de ejecuciones sectarias y desaparecieron de las calles bagdadíes las milicias chiitas.
Sin embargo, pese al gran despliegue de medios, las fuerzas de seguridad no logran impedir los atentados suicidas con coches bomba en las principales ciudades del país, que siguen causando decenas de muertos.
Algunos observadores independientes e incluso militares estadounidenses y líderes iraquíes ya reconocieron que la solución de la violencia en Irak debe ser, en primer lugar, «política» y luego militar.
En este clima de violencia sectaria, desconocidos armados atacaron este sábado el domicilio en Bagdad del sunita Adnan Al Dulaimi, jefe del Frente de la Concordia Nacional, el principal partido sunita del Parlamento iraquí con 44 diputados. Cinco guardias resultaron heridos en el ataque.