Abierto el emblemático telón, referente a las tradicionales celebraciones de Navidad y Año Nuevo, como por arte de magia se registra más circulante. Es evidente que dichas conmemoraciones a nivel universal tienen magia, no alucinante, por el contrario hacen el prodigio de imantar y desbordar desde lo más recóndito, alegría, entusiasmo generalizado y cambio conductual.
Comprobado está, así sea el ángulo enfocado que tomemos, hay presencia indiscutible de mayor circulante en los eventos en mención. Milagro, dicen a menudo los observadores no académicos; sucesión de factores concomitantes, aseveran otras gentes deslumbradas hasta de sí mismas. Pero lo cierto es la expresión de dinero contante y sonante, que hace permisible gastos extras.
Todos coincidimos en apostar a que venga de donde venga don dinero, poderoso caballero, en suma llega de cualquier manera a las manos del colectivo. Esfuerzos inauditos, economías acumuladas todos el año; batimos palmas eufóricos al recibir prestaciones conocidas, entres ellas: Bono Navideño, pago de vacaciones tomadas adrede en esa época cuando volvemos a ser niños.
Ante el aprestamiento utilitario que envuelve de complacencias a la población, también en las interioridades solemnes señala una tendencia manifiesta en compartir. El otro yo, siempre oculto por razones obvias, da ocasión de reciprocar felicidad mesurada o no, intercambiar regalos con familiares y amistades, compañeros de trabajo, participar en convivios, etcétera.
Conforman los acontecimientos aludidos, gracias al mensaje universal, reitero, de al menos en tales ocasiones pertinentes, mostrar un rostro capaz de borrar lo adusto, hosco y de pocos amigos. El tiempo común y corriente lo vivimos rutinariamente; de consiguiente los deseos reprimidos son liberados merced al fenómeno monetario de mayor circulante en Navidad y Año Nuevo.
Por lo general, todo es broza, carreras, aceleramiento plural, debido a la prisa característica de los tiempos actuales. Por lo tanto resulta positivo para la autoestima y el rol social que debemos como ente de esa naturaleza, contar con esos dineros remanentes, fruto directo de existir, por equis o por ye, mayor circulante, que posibilita vivir esos días, con felicidad.
El efectivo mayor circulante de dinero contribuye eficazmente a favorecer de un modo o de otro a la generalidad, salvo y lamentablemente tiene excepciones. Enfermos, recluidos en nosocomios, con pérdida de libertad; indigentes, discapacitados, pobres y pobres en extremo pasan otra Navidad y Año Nuevo, sin esos satisfactores que el espejismo nos agranda.
La multiplicación de fondos a título de circulante en acción extraordinaria, como todo en la existencia, es efímero. Por lo tanto, harto sabido entonces, la industria y el comercio promocionan hasta decir ya no, un movimiento satisfactorio en su favor. También la economía informal sale gananciosa, mediante el ingenio característico chapín, nunca desmentido. Temporada especial, tipo signo de prosperidad momentánea, el mayor circulante tiene, no se puede negar, sus inconvenientes, merecedores de reflexión en cada uno. De festivo pasa a ocupar su antagónico rol de festín. Bajo efectos nocivos y de alto riesgo, abunda el parque vehicular por rumbos diversos que provocan una cauda desafortunada de accidentes en demasía.
Como las conmemoraciones indicadas representan ocasión propicia de festejar a lo grande, bajo impulsos incontrolables, inclusive añadidos a hechos nota roja. De esa cuenta, las acciones delincuenciales dejan saldos de heridos, muertos y hundidos en limitaciones físicas. Debido, sin atribuirlo a diferente razón, mejor dicho sin razón, como es el consumo exagerado de licor.
También es resultante seguro del fenómeno de mayor circulante en los eventos decembrinos y de inicio del Año Nuevo, muchos connacionales damnificados por la quema industrial, desaforada y fuera de control de padres de familia que abandonan a sus hijos en el instante de quemar pirotecnia en escala enorme, como lo define la contaminación que cubre el firmamento.