Dos sucesos de alto perfil, vinculados en esencia, ponen de manifiesto el caso de más allá de la trascendencia. Son expresiones contrarias en primer término a la pérdida de valores en nuestro país. Justo también cuando el territorio está colapsado por efectos críticos de recientes fenómenos naturales de gran envergadura, a la vista de propios y extraños.
Aludo al Acuerdo Gubernativo 371-2011 que crea la Condecoración Clemente Marroquín Rojas, misma que reconoce los innegables méritos del Patriarca del Periodismo. Su infatigable labor acerca de la honorabilidad, integridad, transparencia y dedicación a la institucionalidad y desarrollo ordenado de Guatemala, reza entre otras cosas el mencionado texto del Acuerdo de mérito.
Es imposible pasar inadvertida la lucha titánica mantenida en sus años de ejercicio periodístico de don Clemente, Patriarca de los medios de comunicación social. En el vespertino Diario La Hora, siempre combatió la tiranía y la corrupción, en sus diversas formas, verdaderos lastres en menoscabo de la transparencia impelente, por lo tanto del estado de cosas que nos acosan.
De consiguiente, la disposición gubernamental, aunque tardía, llena un vacío de largos años cuya rapidez acentúa más y más el efecto. A partir del primer recipiendario post mortem, los venideros en aras del reconocimiento respectivo también dejarán a su paso por este mundo, ejemplos como el del licenciado, periodista, y eximio patriota don Clemente Marroquín Rojas.
Recalca el Acuerdo Gubernativo arriba señalado el hecho de haber sido, mejor dicho fungido como Primer Vicepresidente de la República durante el período constitucional 1966 a 1970. En esa condición evidenció el tesonero esfuerzo por mantener incólume su vida pública y privada a la vez, en condición paradigmática.
Cuando al inicio de estos renglones indico ser dos sucesos que motivan nuestra percepción, hago realidad el significativo y trascendental caso de que el Diario La Hora arriba a sus 91 años de vida independiente. En tal sentido viene como anillo al dedo expresar que va a la vanguardia de la decanatura, salvando escollos con decisión auténtica.
Su desenvolvimiento cotidiano no ha sido lecho de rosas, desde antes. Aun en el exilio su Director propietario hizo denodados esfuerzos por la edición en extrañas tierras, a fin de que ingresaran ejemplares al país, “el mayor de sus amores†dice el Director General, nieto mayor del ilustre hombre íntegro de muchos quilates, que dejó la simiente en su familia.
Reitero, La Hora, por lo tanto vive la IV época en la actualidad, hoy en día en manos de sus descendientes, entregados a conciencia por perpetuar los fines y propósitos de su recordado fundador. Su nieto mayor, bisnietos y sin duda nueva sangre, jóvenes, tendrán el timonel a manera de tea ardiente en favor de las grandes causas vinculadas a Guatemala.
Expresar el arribo de su noventa y un aniversario del vespertino, parte de suma importancia en la vida nacional, ocupa a raudales lugar cimero en la población guatemalteca. Son ya muchas generaciones de connacionales que han sido y son asiduos lectores del medio escrito y que esperan con ansias su circulación, fruto de incontables labores a diario.
La realidad conduce a recapacitar con fuerte sentido esa condición que entraña diversas acciones en torno a la cotidianidad vencedora. Departamentos o secciones coadyuvan a efecto que prosiga el medio escrito que ya rebasa los 90 años de vida independiente. Todos ponen su granito de arena simbólica que posibilita salir a las calles con empeño y vitalidad.
A título personal me considero colaborador del medio escrito, de consiguiente estoy de plácemes por el suceso de alto perfil que rebasa también la trascendencia, en virtud de conformar un suceso con mayúsculas, más allá de la misma. Dentro de algún tiempo adicional se estará celebrando el centenario, bienaventurado sea con júbilo merecido.