Marx, trabajo y riqueza


En el mes de mayo de 1875, en el antiguo Estado alemán de Gotha, los representantes del Partido Obrero Socialdemócrata y de la Unión General de Obreros Alemanes celebraron un congreso. El propósito era crear un solo partido, en torno a un programa cuyo autor, o por lo menos dominante inspirador, era el socialista alemán y hegeliano Ferdinand Lasalle (1825-1864). Dí­as antes del congreso, Karl Marx (1818-1883) escribió un documento denominado «Glosas marginales al programa del Partido Obrero Alemán». En 1891, ya fallecido Marx, su amigo Federico Engels (1820-1895) publicó las «glosas».

Luis Enrique Pérez

«El trabajo es la fuente de toda riqueza», afirmaba el programa. Marx refutó esa afirmación: «El trabajo no es la fuente de toda riqueza. La naturaleza es la fuente de los valores de uso (¡que son los que verdaderamente constituyen la riqueza material!) tanto como el trabajo, que tan sólo es la manifestación de una fuerza natural.» Y afirmaba también que el trabajo es una fuente de riqueza, no sólo porque es trabajo que, como tal crea valores de uso, sino porque es trabajo en la sociedad, y por medio de ella.

El valor de uso, afirmaba Marx en «El Capital», es la utilidad de un bien. El valor de uso de un martillo, por ejemplo, consiste en que es útil para clavar. Este valor pertenece a la categorí­a de cualidad. El valor de cambio es «la proporción en que los valores de uso de un género son intercambiados por valores de uso de otro género.» El valor de cambio de un martillo, por ejemplo, consiste en el número de serruchos por los cuales puede ser trocado. Este valor pertenece a la categorí­a de cantidad.

El Programa del Partido Obrero Alemán proponí­a que «todo el trabajo sea regulado colectivamente, con un reparto equitativo del producto del trabajo». Marx preguntaba: «Â¿qué es reparto equitativo?» Y respondí­a que, en el proceso hacia una sociedad comunista, deben recorrerse dos etapas.

En la primera etapa, el derecho no reconoce clases sociales; «pero reconoce, tácitamente, como otros tantos privilegios naturales, las desiguales aptitudes de los individuos y, por consiguiente, la desigual capacidad de rendimiento.» Es «derecho a la desigualdad.» Y advertí­a Marx: «pero estos defectos son inevitables en la primera etapa de la sociedad comunista, como brota de la sociedad capitalista después de un largo y doloroso alumbramiento.»

En la segunda etapa, «cuando ya ha desaparecido la subordinación esclavizante de los individuos a la división del trabajo, y también ha desaparecido la oposición entre trabajo intelectual y trabajo manual… la sociedad podrá escribir en su bandera: ¡de cada cual, según sus capacidades; a cada cual, según sus necesidades!» Este modo de distribución de la riqueza es posible sólo con un modo de producción socialista.

Marx afirmaba que «es un error, en general, creer que lo esencial es la llamada distribución.» Y agregaba: «El socialismo vulgar… ha aprendido de los economistas burgueses a considerar y tratar la distribución como algo independiente del modo de producción y, por tanto, a exponer el socialismo como una doctrina cuyo objeto principal es el modo de distribución». Interpreto que Marx afirmaba que es «vulgar» y «burgués» pretender un modo de distribución socialista en un modo que es o pretende ser modo de producción capitalista.

Post scriptum. La crí­tica al Programa del Partido Obrero Alemán, llamado también Programa de Gotha, termina con estas palabras: «Dixit et salvavi anima meam», que pueden traducirse así­: «He hablado y salvado mi alma».