Ha circulado invitación para la conmemoración en la Usac de los Mártires del 89. Lamento no estar en Guatemala y acompañar a los deudos de Silvia Azurdia, Iván González, Carlos Contreras, Hugo Gramajo, Aarón Ochoa, Mario de León, Carlos Chutá, Carlos Cabrera y Eduardo López en la conmemoración del 19º aniversario de su martirologio. Al igual que con los demás aniversarios que tristemente se van marcando, se destaca igual número de años de total impunidad: 19 largos y dolorosos años para sus familiares y amistades. Por ello me sumo a la exigencia de Redes89 de investigar, enjuiciar y castigar a los responsables.
En gesto propio del ser universitario, la conmemoración no se quedará enclaustrada. Saldrá a manifestar solidaridad con los habitantes de San Juan Sacatepéquez que luchan contra los poderes de siempre. Allí también se aportaron miles de mártires cuando el Estado desató la «guerra sucia»; se aportan mártires hoy, igualmente, por la violencia, y muchas más vidas se pierden por hambre y miseria; y ahí se perderán miles de vidas más, particularmente de las nuevas generaciones, por la contaminación y los conflictos que el monopolio del cemento amenaza con imponer. El acto de solidaridad con ellos debe afirmar: NO más mártires en Guatemala.
Leí con preocupación recientemente a Humberto Preti, quien critica a Redes89 y su movilización en San Juan Sacatepéquez. Así como se opuso con firmeza, en representación del CACIF, a los Acuerdos de Paz, pretende ahora oponerse al derecho que tienen los habitantes de este municipio de rechazar proyectos. Ciertamente, él nunca ha sido amigo de los indígenas; pero eso no le da derecho, ni a él ni al gobierno de Colom de ignorar el Acuerdo de Identidad y Derechos de los Pueblos Indígenas y la Declaración de las Naciones Unidas sobre los derechos de los pueblos indígenas, que establecen que existe el derecho de hacer consultas y tomar decisiones sobre iniciativas que les afecten. Y, especialmente, tienen el derecho a decir NO.
En el mejor estilo Bush, el artículo retuerce la historia a su favor. Critica al CUC de no integrarse a la búsqueda de la paz. La verdad es otra: en la Asamblea de la Sociedad Civil, el espacio de diálogo pro paz dirigido por los obispos Quezada y Gerardi, el CACIF fue el único ausente. Y por ello no ha resultado extraño que el CACIF se haya preocupado de que no se cumplan las disposiciones más importantes de los Acuerdos de Paz que tienen que ver con las grandes masas de desposeídos en el país.
El artículo nos ilustra sobre los nuevos focos de la voracidad empresarial. Claramente señala El Estor, Chiquimula y Sayaxché como nuevos puntos de conflicto. No importará la gran cantidad de mártires que allí puedan perecer, como tampoco importó en el pasado -200,000 muertos y desaparecidos. Bastará con llamarlos, como el artículo hace, «delincuentes» y criminalizar las luchas sociales, para que el peso de la Ley y las acciones de las fuerzas armadas y de seguridad caigan sobre ellos. Estos hechos irresponsables de hoy pueden tener consecuencias insospechadas. Aún es tiempo de evitar más tragedias; pero los espacios de diálogo deben ser reales y llevar a soluciones y no servir para intentar manipular a la gente. Nuestro mejor tributo a los mártires de ayer es luchar por evitar el martirologio presente y futuro.