«Juro ante Dios y la Patria cumplir fielmente la Constitución y las leyes de la república», dijo Martinelli ante el presidente del Congreso, José Luis Varela.
Martinelli, de 57 años, juró y recibió la banda presidencial de manos de Varela, hermano del vicepresidente y nuevo canciller Juan Carlos Varela.
Este rico empresario de derecha se convirtió así en el quinto presidente panameño tras la invasión estadounidense de 1989 y sustituyó en el poder al socialdemócrata Martín Torrijos, quien culminó su mandato con un alto grado de aprobación ciudadana.
«En estos cinco años, nos toca demostrar cómo nuestro modelo económico y de gobierno puede ser un ejemplo para todos los que aspiran prosperidad y progreso», dijo Martinelli en su primer discurso como presidente.
El vicepresidente «Varela y yo somos dos empresarios que hemos incursionado en la política para cambiar la manera de hacer las cosas. Vamos a tomar nuestras experiencias en el sector privado y ponerlas a trabajar donde nunca se han visto en el gobierno», agregó el mandatario, quien prometió «desburocratizar el Estado».
«Soy un hombre simple y directo. Si fallo en algo de protocolo, les pido que me disculpen. Pero no nos eligieron para sumarle más páginas al libro de protocolo. Este pueblo nos dio un claro mandato para traer un cambio a este gobierno, de arriba abajo, y eso es lo que vamos a hacer», expresó.
«La costumbre de que los políticos ponen sus intereses personales sobre el del pueblo, se terminó. El juego de tener un gobierno gordo y un pueblo flaco ha llegado a su fin. La era de los políticos que entran limpios y salen millonarios se acabó», declaró.
«En mi gobierno se puede meter la pata. Pero no se puede meter la mano», dijo, haciendo suya una frase que han pronunciado anteriormente otros gobernantes latinoamericanos.
Martinelli expresó su agradecimiento a Torrijos, a quien fustigó durante la campaña electoral.
«Aunque no están aquí, le quiero dar las gracias al presidente Torrijos y a la primera dama, Vivian de Torrijos, por su servicio a nuestro país», dijo.
El presidente saliente de Panamá, Martín Torrijos, entregó el martes a miembros la guardia presidencial las llaves del Palacio de Las Garzas, sede del gobierno, en la víspera de entregar el poder a su sucesor Ricardo Martinelli.
Al ritmo de la canción «Patria» del panameño Rubén Blades, Torrijos se despidió de decenas de ciudadanos y funcionarios que acudieron a la sede presidencial y entregó las llaves del edificio donde tuvo su despacho durante los cinco años de su mandato.
Poco antes, en su discurso de clausura del período legislativo, Torrijos declaró que se va con la cabeza «erguida» y «sin titubeos», pues deja «un país en marcha».
Aseguró que su mayor satisfacción es mirar a su familia y a sus compatriotas a los ojos «sin un ápice de vergí¼enza» por haber cumplido la Constitución y la misión que el pueblo panameño le encomendó, «sin perseguir a mis adversarios y sin buscar beneficios personales».
Torrijos mencionó sus principales logros, como la decisión de ampliar el Canal de Panamá y las obras sociales, y declaró que a Panamá «se le mira con respeto en la comunidad internacional».
Panamá es hoy «un país con índices y programas de salud líderes en América Latina y un país con el más alto crecimiento de la región, pero sobre todo un país en el que miles salen de la pobreza todos los años», dijo el mandatario socialdemócrata.
Torrijos deseó «el mejor de los éxitos» al derechista Martinelli y al nuevo Congreso, que también asumirá el miércoles.
Dijo que no pretende «describir un país idealizado y sin problemas» ya que todavía quedan «muchos retos por delante» que los futuros gobiernos tendrán que afrontar.