Martin Heidegger: ¿Qué es eso de filosofí­a?


No es la primera vez que comento un libro de Heidegger. ¿Por qué lo hago? Por puro turismo intelectual, ganas de enfrentarse con textos complicados y quizá deseos de comprender la realidad desde una óptica filosófica mucho más interesante y novedosa que la que se puede hacer desde la «filosofí­a clásica».

Eduardo Blandón

Heidegger no es un filósofo fácil. Primero porque al lector de esta parte del mundo (a quienes no sabemos alemán) nos toca la empresa de entrarle a la lectura a través de obras traducidas. Y ya se sabe, hay buenos y malos traductores, pero en esto de la lengua de Goethe, quizá los malos son más abundantes. Así­ que aquí­ se cumple lo que alguien dijo del idioma alemán: parece una lengua digna sólo para hablarle a los caballos.

En segundo lugar, don Martin, aunque es fenomenólogo (así­ lo clasificó un dí­a mi profesor de filosofí­a) y como tal alude reiteradamente a lo cotidiano, suele ser un autor muy denso. Pocas cosas son fácilmente comprensibles en su obra. Por tal razón, el heideggeriano está condenado a morir con un libro del filósofo en sus manos. Y si le parece a usted descubrir maravillas luego de leer por décima vez El Quijote, no dude que con Heidegger las cosas son muy parecidas.

Pero no hay que asustarse tanto, no deje que mis prejuicios lo paralicen. El filósofo alemán es capaz de reflexiones hermosas y abrirle la realidad a otras dimensiones. De modo que aunque cueste la lectura y produzca dolor, la satisfacción de la lectura está plenamente garantizada. Leer a Heidegger puede significar un punto importante en la vida. Luego del ejercicio puede haber un antes heideggeriano y un después (no exagero, créame).

La obra que ahora comento es de chiste. Quiero decir que es pequeña. Catorce páginas si decide imprimirla en papel. Es una de esas obritas con la que uno puede distraerse un fin de semana. Manda a todos al puerto y se queda usted sólo la tarde del domingo. Cuando regresen todos, ni usted ni sus hijos ni su esposa serán lo mismo. Serán un producto del trabajo inquisitorio y revelador de Heidegger.

El texto tiene como propósito meditar sobre, como lo indica el tí­tulo, qué es la filosofí­a. Heidegger podrí­a haber realizado un trabajo sencillo, como lo harí­a cualquier filósofo medio del cuarto o primer mundo, pero él le entra al trabajo con vocación filosófica abnegada, esto es, tratando de encontrar (como él dice) «el ser del ente», la esencia del objeto al que se dedica. ¿Catorce páginas para decir qué es? Efectivamente, catorce páginas para decir qué es, qué no es y por qué es importante saber cómo responder a esa pregunta.

Heidegger inicia su reflexión diciendo, en primer lugar, que la pregunta es interesante porque implica responder a esa pregunta desde la misma filosofí­a. Es decir, preguntarse sobre la naturaleza de la filosofí­a es ponerse ella misma como objeto de estudio. Es ella misma la que debe responderse desde la razón porque, según se dice, la filosofí­a es la ciencia de la razón (lo cual es, de entrada, un primer acercamiento a la respuesta).

El camino para descubrir la respuesta, insiste, debe tocarnos. Aquí­ no se trata de un ejercicio vací­o, pseudo intelectual o simplemente especulativo. El conocer no es un ejercicio que no implique a la persona y sus sentimientos, es una actividad que le atañe y penetra hasta lo más í­ntimo de su ser. Por eso, ¿quién ha dicho que la filosofí­a sea sólo algo de carácter racional?

«Todos dan por cierta la proposición según la cual la filosofí­a es cosa de la ratio. Sin embargo, quizás esta afirmación es una respuesta apresurada y atropellada a la pregunta: ¿Qué es eso de filosofí­a? Pues a esta respuesta podemos oponer en seguida nuevas preguntas. ¿Qué es eso de ratio, razón (Vernunft)? ¿Dónde y quién ha decidido qué es la ratio? ¿La ratio misma se hizo dueña de la filosofí­a?»

La mejor forma de responder a la pregunta sobre qué sea la filosofí­a es orientando el ejercicio a sus orí­genes históricos. La filosofí­a, dice, es una actividad griega, un fenómeno occidental. Así­, decir filosofí­a griega es tautologí­a. ¿Se quiere responder a la pregunta de la naturaleza de la filosofí­a? Debe preguntársele a los griegos cómo la concibieron.

«La expresión ’filosofí­a europeo-occidental’, que oí­mos frecuentemente, es en verdad una tautologí­a. ¿Por qué? Porque la ’filosofí­a’ es griega en su esencia-, griega quiere decir aquí­: la filosofí­a es en el origen de su esencia de í­ndole tal, que ante todo fue la helenidad, y sólo ésta, lo que la filosofí­a reclamó para desenvolverse a sí­ misma».

Ya la misma pregunta «Â¿qué es filosofí­a?» tiene un carácter netamente griego. Fueron ellos los que habitualmente se plantearon este tipo de problemas, la naturaleza de las cosas, lo que esencialmente son los entes, el ser del ente. La filosofí­a está destinada así­, por el deseo de los griegos, a ser la ciencia de las últimas causas.

«Fijémonos bien: tanto el tema de nuestra pregunta: ’la filosofí­a’, así­ como el modo en que preguntamos: ’¿qué es…?’ – ambas cosas según su procedencia siguen siendo griegas. Nosotros mismos pertenecemos a esta procedencia, aun cuando ni siquiera una vez nombramos la palabra ’filosofí­a’. En cuanto no sólo pronunciamos la pregunta: ¿Qué es eso de filosofí­a? en el aspecto material de sus palabras, sino meditamos sobre su sentido se nos llama expresamente a volver (zurí¼ckgerufen) hacia esta procedencia, se nos re-clama (re-klamiert) para ella y por ella. [La pregunta: ¿Qué es filosofí­a? no es una pregunta que busque una especie de conocimiento en sí­ mismo (filosofí­a de la filosofí­a). Tampoco es una pregunta historizante (historische) que se interese por determinar cómo comenzó y se desarrolló lo que se llama ’filosofí­a’. La pregunta es una pregunta histórica (geschichtliche), es decir, destinal (geschick-liche). Más aun: no es ’una’, es la pregunta histórica (geschichtliche) de nuestro Dasein europeo-occidental]».

Pero, ¿hacia dónde se dirige la pregunta sobre la naturaleza de la filosofí­a? ¿Qué cabe esperar de ella? Esto quizá nos lo pueda responder Heráclito, quien presuntamente fue el primero en usar el término. Filosofí­a alude a un amor a la sabidurí­a, pero este amor al conocimiento tiene que ver con lo que ella misma (la filosofí­a) entiende como tal.

«Esta búsqueda que aspira a la sabidurí­a, al ente en el ser, se convierte ahora en la pregunta: ¿Qué es el ente en tanto que es? Solamente ahora el pensar se convierte en ’filosofí­a’ (?) El paso hacia la ’filosofí­a’, preparado por la sofí­stica, fue cumplido primero por Sócrates y Platón. Luego Aristóteles, casi dos siglos después de Heráclito, caracterizó este paso con la siguiente frase: ’Y así­, pues, ya antiguamente y también ahora y continuamente aquello hacia lo cual (la filosofí­a) se pone en camino y hacia lo cual jamás encuentra acceso, (lo preguntado [es] esto): ¿Qué es el ente? (?) La filosofí­a busca lo que es el ente en tanto es. La filosofí­a está en camino hacia el ser del ente, es decir, hacia el ente respecto del ser».

Por ahora dejo aquí­ el comentario. El camino hacia el descubrimiento de lo que sea la filosofí­a según Heidegger se encuentra a la mitad. Toca a usted obtener el libro y finalizar la reflexión. ínimo. Lo puede adquirir en la Librerí­a Loyola.