Marisol cumple 60 años


Afiche promocional de la pelí­cula

Marisol, aquella rubita que encandilaba por su voz y estilo a las jovencitas de los años sesenta, después convertida en militante comunista con el nombre de Pepa Flores, cumple hoy 60 años en la más plena intimidad familiar, en Málaga.


El sexagésimo aniversario de la que fuera «la voz de España» en la época del franquismo se cumple mientras los malagueños promueven una campaña para levantar un monumento en honor de la cantante y actriz.

Nacida el 4 de febrero de 1948 en Málaga, (Andalucí­a, sur), su gran y temprana afición por el canto y el baile flamenco le hicieron adquirir una sólida formación en el género y participó intensamente desde niña en coros y danzas de su ciudad natal.

La historia de Pepa Flores, hoy abuela pero siempre dueña de una gran belleza natural, fue, en la difí­cil década de los sesenta en España, el personaje a imitar por las jovencitas coetáneas.

Llegó a bailar para altas jerarquí­as, incluso ante el dictador Francisco Franco, hasta que, a mediados los años ochenta, abandonó la carrera meteórica que habí­a iniciado desde que la descubriera el productor Manuel Goyanes, con cuyo hijo Carlos vivió un breve y tormentoso matrimonio.

En una reciente entrevista publicada por la revista del corazón Lecturas –la más leí­da del género en España– Marisol/Pepa confesó que, tras años de renegar de su personaje Marisol, por fin consiguió ver una de sus pelí­culas: «el tiempo, la distancia, te hace analizar las cosas con criterios de justicia que desconocí­as», afirmó.

En las mismas páginas de papel «couché», Pepa Flores admitió que habí­a sido «muy duro» romper con el mundo del espectáculo, pero que mucho más fue hacerle entender a la gente su decisión.

Goyanes la descubrió cuando sólo tení­a 10 años, la trasladó a Madrid y pronto llegaron «Un rayo de luz», «Ha llegado un ángel», «Tómbola» y «Marisol rumbo a Rí­o», irrumpiendo su rostro angelical en pósters, discos, cromos, recortables.

En aquella España del franquismo, la mayorí­a de las niñas querí­an ser como Marisol, a quien imitaban en su forma de vestir y sobre todo en sus inigualables peinados.

Tras separarse de Carlos Goyanes, Pepa Flores se mudó a Barcelona, donde dio por finalizada la vida de Marisol, se casó con el bailarí­n Antonio Gades, el amor de su vida, y con quien tuvo sus tres hijas.

Se vinculó al entonces prohibido Partido Comunista, se llamó Pepa Flores y, en 1986, terminó su relación con el padre de sus hijas, para luego juntarse con Máximo Stecchiny, su actual compañero.

Abuela, guapí­sima, Pepa Flores disfruta de su nieto Curro y ya no milita en polí­tica, aunque insiste en mantener su compromiso ideológico.

«Sé a que clase pertenezco y a quién quiero, las personas con las que me siento bien son las humildes, las que viven sin pretensiones desmedidas», dijo en la mencionada entrevista.