Frente al aburrimiento de tantas noticias de muerte, secuestros y extorsiones, en días pasados ha transcurrido casi desapercibida la grata noticia del nombramiento del padre Mario Fiandri para Obispo del Vicariato Apostólico de El Petén. La noticia es en extremo agradable no sólo porque la sede ha estado vacante desde hace algún tiempo (desde el 2007), sino porque el sacerdote italiano es una persona con las cualidades pertinentes para llenar ese vacío.
 Mario Fiandri nació el 8 de diciembre de 1947 en la localidad italiana de Arborea, perteneciente a la diócesis de Oristano. En 1958, a los 11 años de edad, ingresó al Seminario Salesiano de su ciudad. Hizo sus votos perpetuos el 13 de agosto de 1969 y se ordenó de sacerdote el 10 de agosto de 1974. Obtuvo las Licenciaturas en Filosofía y Sagrada Escritura en Roma y ha trabajado en Centro América desde hace más de treinta años.Â
 Al Padre Fiandri lo conocí en Nicaragua cuando recién se estrenaba como Director en Managua. Eran los años ochenta, los sandinistas vivían días de angustia por la presunta invasión de los Estados Unidos, los «contra» los tenían nerviosos y empezaba el «Servicio Militar Obligatorio». Monseñor Obando y Bravo, el Arzobispo de Managua, y la Iglesia Católica, eran los centros de ataque de los sandinistas que mal recibían las enseñanzas del marxismo en decadencia.
En ese contexto, Fiandri, supo trabajar con los jóvenes del Centro Juvenil Don Bosco de Managua. Era, sin lugar a dudas, el corazón del Oratorio Salesiano. Lo amaban los jóvenes, los feligreses lo escuchaban y como nunca el centro salesiano se convirtió en un espacio de actividad evangelizadora impactante. Ese cura joven, barbado, simpático e inteligente se había echado al bolsillo a media Managua.
 Esa alegría, sin embargo, duró poco. Los sandinistas se encargaron en 1984 de expulsarlo del país junto a doce sacerdotes más. ¿Su pecado? Dicen algunos que tres años antes había afirmado: «Somoza no ha muerto si hay en Nicaragua persecución, injusticia, corrupción, nuevos dictadores, opresión…». Pero muchos saben que el cura salesiano en realidad era una amenaza para los bisoños comandantes revolucionarios.
 Paradójicamente la expulsión de los salesianos de Nicaragua fue una bendición para otras comunidades que pudieron disfrutar de su actividad evangelizadora. ¿Cuál ha sido el secreto del ahora recién elegido Obispo? Me parece que en él se conjugan cualidades que bien nos valdría cultivar a muchos: personalidad humana excepcional, inteligencia sobresaliente y una espiritualidad cristiana ejemplar. Si bien las dos últimas son importantes, lo que más se aprecia del próximo Vicario es su humanidad.
 Mario Fiandri es el cura de la eterna sonrisa, del optimismo sin límite y el de la indulgencia permanente. En él siempre hay una palabra amiga y una capacidad de acogida sin excepción. í‰l no sabe olvidar nombres ni caras ni episodios importantes que no hagan sentir al otro importante y valioso.  Esto hace que la relación con él signifique y que llegue, habitualmente sin excepción, al corazón de sus destinatarios.
 Por todo lo dicho, pienso que Petén gana mucho con la elección de Fiandri para Vicario Apostólico. Con el tiempo, no me cabe la menor duda, los peteneros darán gracias al cielo por la joya que les envía Benedicto XVI.