Marimba tocada por indios


La marimba pone huevos en los astros…

¡/Para un huevo que ponés /

/tanta bulla que metés/!/ /


¡/Vení­ ponelo, vos, pues/!

La marimba pone huevos en los astros…

El sol la desangra, la monta, es su gallo.

La marimba pone huevos en los astros.

¡/Para un huevo que ponés /

/tanta bulla que metés/!/ /

¡/Vení­ ponelo, vos, pues/!

¡Serpiente que muda de piel en los ecos!

¡Grito de madera que se bate en jí­caras como el chocolate!

¡Sonido de hojas que van sobre hormigas de palo de hormigo!

¡Pereza de razas!

¡Pereza de lluvia!

¡Pereza de teclas que mascan copal!

Se masca la pena del hule.

Se tasca la pena del freno.

Los flecos se suenan mocosos de luna.

Se escupe la pena del guaro, tiñoso de riñas,

y huye el mujerí­o, pies, tetas y crí­os.

¡/Para un huevo que ponés /

/tanta bulla que metés/!/ /

¡/Vení­ ponelo, vos, pues/!

En los tecomates de negro agujero de coco

cubiertos de tela de tripa hay llanto de moscas,

peces-moscas y pájaros-moscas…

Y el gran alboroto del verde perico,

y el chisporroteo de chorchas de fuego,

y el vuelo redondo del cielo azulejo,

y los cuatrocientos sonidos cenzontles.

Trinó pito de agua, voló el azulejo,

la chorcha fue llama y gritó el perico.

¡/Para un huevo que ponés /

/tanta bulla que metés/!/ /

¡/Vení­ ponelo, vos, pues/!

Tempestad de trinos entre sus costillas,

atada de espalda, de faz a los cielos,

en el sacrificio de los prisioneros.

Danza de raí­ces y tribus maiceras.

La hieren de sangre picos de aves verdes

que le abren el pecho.

La hieren de leche saetas de plumas.

Flechas picaflores de punta de espina

la hieren de sueño. ¡Es sangre,

y es leche, y es sueño!…

Sangre de madera,

elástica leche de palo de hule

y sueño de cera pegado a las teclas

que cambia de carne al sonido,

que muda de hueso al sonido,

la carne africana

y el hueso de indio

se mezclan en lluvia sonora de varas y lanzas

de piedras de punta afilada,

garras de jaguares que destilan uñas,

peines de colmillos de lagartos sordos,

y belfos de pumas que destilan dientes.

Música entre dientes y miedo dormido.

La tocan varones de piedra de rayo vestidos de blanco.

Desde el sol alargan sus brazos de fuego.

Prolongan sus dedos varillas tostadas que al golpear sus yemas

de cabello de hule, en la faz sonora del teclado apenas sostenido en hilos

de cuatro colores, van tiñendo el aire de verde, de rojo, azul y

amarillo…

Temblor coloreado de atmósfera y tierra

en que danzan montes, ceibas, caserí­os

y quedan las huellas de pies, en los cactos,

huellas de las tunas en el baile verde,

huellas vegetales del gran cataclismo

que dejó las cosas vestidas de espejo,

como se vistieron cuando se creó el mundo,

como se vistieron cuando se creó el son…

¡Sonido de lluvia del telar del cielo!

¡Sonido de lluvia del panal del mundo!

¡Sonido de lluvia del sudor del hombre!

¡Sonido de lluvia de pelo de tigre!

¡Sonido de lluvia de pelo de pluma!

¡Sonido de lluvia de pelo de elote!

¡Sonido de lluvia de pelo de pino!

¡Sonido de lluvia de pelo de danta!

El son de las piedras debajo del agua,

el son del venado debajo del viento,

el son que se baila con pies parpadeantes,

carne en flor de jade, la mujer,

y el hombre,

erizo de chicha,

bajo su sombrero,

sobre sus dos pies.

¡La Juana conmigo!

Caen los refajos. Huyen las mujeres.

Pies, tetas y crí­os. Plomazos. Caballos.

Asamblea de corvos teñidos de sangre.

Parihuela de hojas teñidas de sangre.

Tierra de por medio teñida de sangre.

Escala de teclas que sirve de puente teñido de sangre.

¿Quién te hizo las teclas con brazos de cruces teñidos de sangre?

¡Torre a mecapal!

¡Algarabia de cotorritas!

¡Almáciga verde de loros que vuelan!

¡Grito de madera que se bate en jí­caras como el chocolate!

¡Tejado de ocote sobre las casas de la luna!

¡Carpintero en la carpinterí­a de la selva!

¡Manantial de trinos de guardabarranca!

¡Cenzontle borracho de aguardiente blanco!

¡Marimba tocada por indios!