Mariel todavía es un pueblo pequeño, polvoriento, de casas achaparradas, pintadas de colores que sobresalen como hongos entre las calles estrechas y por donde la gente camina despacio, agobiada por el sol tropical. De fondo, el mar turquesa lo domina todo.
Pero este pueblo de 40 mil habitantes, conocido en el mundo como punto de partida de un gigantesco éxodo hacia Estados Unidos en 1980, ahora está a punto de convertirse en una de las estrellas más brillantes de la economía isleña, a partir de un megaproyecto que incluye un moderno puerto y una zona desarrollada que albergará industrias.
«El puerto de Mariel ampliado sí podrá competir con otros en el mundo post-Panamax y… contribuir a una reanimación del comercio exterior cubano, mayor si se producen mejorías en las relaciones con Estados Unidos», dijo el economista cubano Arturo López-Levy, quien se desempeña en la Universidad de Denver, Colorado.
Para López-Levy el proyecto de terminal marítima y zona aledaña «es de los más serios y de la mayor prioridad como inversión en infraestructura».
Si todo resulta como está planeado, Cuba podría posicionarse como un punto estratégico en el Caribe, más aún si en los próximos años se logra una normalización de relaciones con el gobierno de Estados Unidos y Washington levanta las sanciones impuestas hace cinco décadas a la isla —o a quienes negocian con ella—, y con las cuales se pretendió provocar la caída del régimen socialista.
La apuesta cubana para atraer al vital capital extranjero es fuerte: una inversión de 900 millones de dólares en el puerto, financiado en sus dos terceras partes con crédito de Brasil, segundo socio comercial de Cuba en América Latina.
«En la zona vamos a fomentar y a proteger a las empresas, a los proyectos industriales», indicó el ministro de Comercio Exterior e Inversión Extranjera de Cuba, Rodrigo Malmierca, a un centenar empresarios foráneos invitados a la presentación de la iniciativa.
«El puerto de Mariel», les explicó Malmierca «va a ser un poco el corazón» de la zona.
Ubicado a 45 kilómetros al oeste de la capital, el puerto de Mariel se remodeló a partir del reconocimiento, en 2009, de la imposibilidad de ampliar el de la Bahía de La Habana —hasta ahora la principal terminal marítima— debido a un túnel submarino que lo vuelve inaccesible para el calado de los barcos «Post-Panamax», las meganaves que podrán atravesar el Canal centroamericano ampliado a partir de 2015.
La primera etapa del Puerto de Mariel será inaugurada en enero.
Aunque el acceso al área es restringido, un recorrido de AP mostró que desde el poblado del Mariel se pueden ver ya las enormes grúas y un muelle de cientos de metros casi listo; mientras obreros vestidos de overol naranja construían lo que parecían inmensos almacenes, maquinarias pesadas removían tierra y caravanas de camiones transportaban materiales.
Pero el simple cambio de un puerto (La Habana) a otro (Mariel) no significará automáticamente una mejora de la muy castigada economía isleña, que debe comprar muchos de sus alimentos en el exterior y obtiene su mayor ingreso de turismo, el níquel y la exportación de servicios como los contratos de médicos en el extranjero.
Por ello las autoridades esperan atraer a la Zona de Desarrollo a las empresas extranjeras e inversionistas con un programa de exenciones impositivas, dando prioridad a compañías de biotecnología, energías renovables, industria alimentaria, turismo e inmobiliaria, embalajes y envases y telecomunicaciones e informática.
«Será una zona especial de clase mundial», prometió a los empresarios invitados a la presentación del proyecto Ana Teresa Igarza, directora de la Oficina de la Zona Especial de Desarrollo de Mariel, que depende directamente del Consejo de Ministros y fue inaugurada el 1 de noviembre.
La normativa que regula esta zona de 465 kilómetros cuadrados exime a las compañías asentadas allí del impuesto a la fuerza de trabajo, a las utilidades por 10 años y a la venta durante los primeros 12 meses de operaciones.
Luego de la primera década se impondrán tributos del 12% sobre las utilidades y a los 12 meses el tipo impositivo para las ventas será del 1%. Además, tendrán facilidades aduaneras.
No hay cifras oficiales sobre el monto de la inversión extranjera en Cuba, pero el gobierno indicó a mediados de año que unos 190 negocios mixtos trabajaban en la isla, la mitad de los 400 reportados a comienzo de los 2000, por lo que la Zona de Mariel podría significar un nuevo estímulo.
En un encuentro con periodistas en julio, el vicepresidente Marino Murillo reconoció que es vital atraer socios foráneos que acompañen un programa de reformas aperturistas, así como un plan para la eficiencia estatal, iniciados por el presidente Raúl Castro.
Durante la presentación del proyecto Mariel que se desarrolló en la Feria Internacional de La Habana algunos empresarios y diplomáticos expresaron cuestionamientos, como la imposición de contratar personal de manera indirecta —a través de una agencia empleadora del Estado—, la falta de infraestructura edilicia en la Zona —para la cual sí se hicieron redes viales y ferroviarias— o el peso de la burocracia que ya frustró otros intentos de zonas francas pequeñas en el pasado.
«En lo general se ve bien, pero tengo mis dudas sobre cómo se implementarán los detalles (del proyecto), en lo particular», expresó un diplomático que prefirió guardar el anonimato pues no estaba autorizado a opinar.
Además algunas empresas no se atreven a instalarse abiertamente en Cuba debido a las sanciones que Estados Unidos impone a quienes operen con Cuba, rechazando el ingreso de mercaderías isleñas, multándolas o prohibiendo que barcos que atracaron en la nación caribeña toque puertos norteamericanos.
El experto López-Levy hizo notar además que la Zona Especial y el Puerto podrían atraer «movimientos migratorios internos aún mayores hacia occidente desde la deprimida franja sur oriental (del país)», un fenómeno de consideración al interior en Cuba.
Pero las autoridades están apostando a que Mariel y sus facilidades será lo suficientemente atractiva desde el inicio como para superar también este problema y volver a captar operaciones.
En qué medida va a afectar (el embargo) el desarrollo de la zona especial, no lo podemos calcular. Vamos a trabajar para que la zona especial funcione, para que los inversionistas extranjeros… puedan hacer negocios beneficiosos», contestó Malmierca a una pregunta expresa de AP. «A pesar del bloqueo, los inversionistas van a seguir viniendo», comentó.
Por lo pronto, las autoridades no perdieron tiempo en impulsar su proyecto y se hicieron presentaciones en Rusia, China y Vietnam. Según las autoridades también los contactaron alemanes, españoles, japoneses, mexicanos y brasileños.
«Creo que (la iniciativa) generará interés a todos los empresarios. El camino de salida es ese», dijo a la AP Leo Parejas, directivo de LeoProex, una firma de transporte y comercio exterior radicada en Barcelona.
Mientras tanto, los pobladores del Mariel vieron en el proyecto una buena oportunidad para obtener mejores empleos, así como como una ventana a la economía global.
«Antes era un pueblo pequeño de pescadores, tenía su muelle ahí y entraban barcos. Ahora parece que va a ser una segunda Habana,» dijo José Ramón Reyes, de 85 años, un barbero aún activo en su profesión mientras cortaba pelo en el portal de su modesta casa.