Marea negra es el 11-S ecológico


Barack Obama, presidente de Estados Unidos, saluda a los pobladores de Gulfport, Mississippi, en su visita hoy a la zona de contaminación. FOTO LA HORA: AFP Mandel NGAN

El presidente estadounidense Barack Obama, que el lunes visita por cuarta vez la zona afectada por la marea negra en el Golfo de México, comparó el desastre a un 11 de septiembre ecológico, un dí­a antes de pronunciar en la Casa Blanca un discurso sobre la catástrofe.


Un pelí­cano café, afectado por la marea negra. FOTO LA HORA: AFP Saul LOEB

«De la misma forma en que el 11 de septiembre modificó profundamente nuestra visión de nuestras vulnerabilidades y nuestra polí­tica exterior, creo que este desastre va a modificar por muchos años nuestra visión sobre el ambiente y la energí­a», dijo Obama en una entrevista a Politico.com, publicada cuando el lunes comenzaba su visita a la zona siniestrada.

La tragedia que se desarrolla en las costas del Golfo de México, muestra que ya es tiempo de «realizar la transición» hacia nuevas fuentes de energí­a, opinó el mandatario, añadiendo que buscarí­a la aprobación en el Congreso de una nueva ley de energí­a y clima.

Estados Unidos va a «avanzar en forma audaz en una dirección que a la postre nos dé el tipo de (…) polí­tica energética con visión de futuro que tanto se necesita y que ha estado ausente por tantos años», prometió.

«Uno de los mayores desafí­os de liderazgo que tendré en adelante será asegurarme de aprender las lecciones correctas de este desastre», aseveró Obama.

Pero ocho semanas después de la explosión mortí­fera de la plataforma Deepwater Horizon del grupo británico BP, cerca de las costas de Luisiana, la prioridad inmediata sigue siendo tapar la fuga de crudo, a más de 1,5 km bajo el nivel del mar.

Este objetivo no se alcanzará antes de agosto como mí­nimo, cuando se espera estén listos los pozos de derivación que se están perforando, advirtió BP.

La petrolera prevé aumentar a 8 millones de litros diarios la cantidad de petróleo que recupera de la fuga, para antes de julio, en respuesta a un pedido del gobierno de Estados Unidos, dijo un funcionario este lunes.

«Luego de que el gobierno le exigiera actuar más rápido, BP acentúa sus esfuerzos contra la fuga de petróleo», señaló el funcionario estadounidense.

«Tienen un plan para captar más de 50.000 barriles (8 millones de litros) por dí­a de aquí­ al fin de junio, dos semanas antes de lo que habí­an propuesto inicialmente», agregó.

Según las autoridades estadounidenses, la fuga de crudo se sitúa entre 20.000 y 40.000 barriles diarios (entre 3,2 y 6,3 millones de litros), de los que BP recupera al momento unos 15.000 barriles al dí­a.

Mientras tanto, Obama inició el lunes una gira de dos dí­as que lo llevará a Misisipi, Alabama y Florida, tres estados amenazados o ya afectados por la peor catástrofe ecológica de la historia de Estados Unidos.

El mandatario ya habí­a ido tres veces a Luisiana desde el 2 de mayo, lo que revela la gravedad del desastre tanto para el paí­s como para su presidencia.

La presente visita se produce antes de que Obama pronuncie un poco usual mensaje por televisión, previsto para el martes a las 20H00 (00H00 GMT), desde la Casa Blanca, sobre el desastre.

Obama «quiere presentar los pasos a dar a partir de ahora para salir de esta crisis», afirmó uno de sus principales consejeros, David Axelrod, a la cadena NBC.

Por otro lado, Obama solicitará a los responsables de BP –convocó para el miércoles en Washington al presidente Carl-Henric Svanberg y al director ejecutivo Tony Hayward– que depositen varios millones de dólares en una cuenta embargada para pagar indemnizaciones.

«Queremos asegurarnos que el dinero se administre de manera independiente y que no haya reticencias en el momento de indemnizar» a las ví­ctimas, explicó Axelrod.

AVES Pocas se rescatan


Michael Seymour mira al pelí­cano empetrolado que flota cerca de una isla en el golfo de México y hace una mueca de frustración porque, una vez más, no hay nada que pueda hacerse para ayudarlo.

Una mancha cubre la cabeza blanca y el pecho y alas marrones del pelí­cano. Pero el petróleo -salido del derrame provocado por la británica BP– no es lo suficientemente espeso para impedir que el ave vuele, y a Seymour se le dificulta acercarse.

«La única manera de aproximarse a un ave en esta condiciones es persiguiéndola hasta que se canse», dice Seymour, un ornitólo que trabaja en el Departamento de Vida Salvaje y Pesca de Luisiana.

Pero con ello «lo someterí­amos a más estrés del necesario», explica.

Las aves empetroladas abundan en la zona del golfo de México luego de que explotara la plataforma petrolera de BP, en la peor catástrofe ambiental de la historia estadounidense.

El problema es encontrar a un ave que pueda ser rescatada sin provocar más daño.

Algunos principiantes en su afán de hacer el bien terminaron aplastando y destruyendo los huevos en una colonia de pelí­canos o separando a los pichones de sus padres. Esto sólo provocará que estas crí­as jamás aprendan a sobrevivir por su propia cuenta.

«Es una decisión dura de tomar, pero algunas veces tenemos que tomar decisiones difí­ciles por el bienestar de las aves», dice Seymour, mientras le pide al capitán del barco que se dirija a otra isla mientras deja atrás al pelí­cano empetrolado.

Algunas veces puede ayudar pero se corren riesgos. La mayorí­a de las veces Seymour simplemente mira a las aves esperando que logren limpiarse solas.

Unas 530 aves empetroladas fueron capturadas a tiempo para ser tratadas y devueltas a su hábitat natural. Además, unas 725 aves muertas fueron recogidas como evidencia.

El petróleo sigue extendiéndose en la costa de Luisiana.

«Serí­a bueno tener controlada la fuga», dice Seymour a la AFP. «No sabemos cuándo terminará esto, y somos conscientes de que el petróleo seguirá viniendo con las olas».

La mayor preocupación de Luisiana es el tratamiento de las especies que ya fueron afectadas, como los pelí­canos marrones y las grullas rojas, afirma Seymour.

El pelí­cano marrón -el ave que representa a Luisiana- estuvo a punto de extinguirse en los años 70 por una contaminación con pesticida DDT.

Hoy los pelí­canos enfrentan la doble amenaza del petróleo y de los disolventes aplicados por BP al mar, que contaminan el agua y envenenan a los peces.

Existen sólo unas 100 casales de grullas rojas en el estado de Luisiana, dijo Seymour. Y una banda de petróleo atravesó el área protegida de una isla cerca de Grand Isle donde varios casales están anidando.

«No nos podemos permitir perder ni una sola de estas aves», sentenció.