Marcha atrás


Vaya, al fin vemos una medida de buen gobierno central, relacionada la misma en dar marcha atrás, respecto al adelanto de la hora. La dama titular del ramo aseveró ser suficientes los problemas del Transmetro, por lo tanto propondrá que continúe el horario normal, sin cambio alguno.

Juan de Dios Rojas
jddrojas@yahoo.com

Resulta positivo cómo hay un reconocimiento del error devenido de tan aberrante idea, contra viento y marea, puesto que el adelanto de marras en modo alguno tampoco significa ahorro. Salvo veamos en ello el simple capricho de «nosotros tenemos el mando y ustedes a cumplirlo se ha dicho».

Talvez los teóricos conformantes del enjambre de tecnócratas asesoran tamaña idea, con tal de ganarse imagen ante sus superiores, empero otra cosa muy distinta la da en el camino la práctica misma. Y esta la sufre en carne propia la población que protesta en voz baja y aguanta con todo.

Los mejores parámetros obran en poder de los consumidores del fluido eléctrico y eso viene a ser la base para que exista oposición sistemática al fatí­dico adelanto de la hora. Más que evidente y convincente operan las elevadas facturas llegadas durante el tiempo que duró el anterior adelanto de la hora.

Que estamos en la frontera del cambio climático en nuestro medio conocido como época seca, que no verano en el amplio sentido del término, es cierto, después del inclemente frí­o de febrero. Sin embargo, tampoco es razón para disponer la reedición de aquella medida, como quiera que sea.

Ahora la titular del ministerio de Energí­a y Minas resaltó los motivos, ajenos a los del lobo, para dejar sin efecto el tantas veces mencionado cambio, mejor calificado, proyecto. El ingrato congestionamiento originado por el Transmetro tiene de un ala a los automovilistas al sur de la ciudad.

Los connacionales de suyo y obligados por este nuevo medio de transporte tienen que levantarse más temprano para llegar a tiempo a su destino, con el consiguiente costo mayor. Encima tendrí­an que abandonar el lecho más y más temprano para llevar a sus hijos a colegios y escuelas, a punto de ya no dormir o pegar el ojo toda la noche.