Hacer recuentos, recapitular los hechos que nos marcan colectivamente, siempre es una tarea parcial, toda vez que siempre los sucesos tienen una significación particular, es decir lo que a cada quien éstos le impregnan. Así las cosas, he descrito en las tres entregas anteriores lo que a mi juicio en esos lapsos de «noventa» días nos han marcado, principalmente a escala de la sociedad capitalina (es mi radio de desenvolvimiento y por ello la circunscripción, aunque algunos hechos lo son a escala nacional).
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Lo que en agosto inició como «una persecución política», según uno de los ahora detenidos, paulatinamente se ha tornado en una nueva arena de confrontación entre los «buenos» y la «plebe», ignorante y sometida a las interpretaciones cargadas de «ideología». Que la práctica de las ejecuciones extrajudiciales, del gobierno anterior, tuviesen algún grado de seguimiento y más aún que derivado de una investigación penal, hubiesen encartados y procesados es algo que hace menos de un año era totalmente impensable. Inaudito. Insólito. Uno de los hijos de la «crema y nata» que se metió a la cosa pública, en uno de los más altos niveles de dicha administración, ahora enfrenta a la justicia.
El imperio de la impunidad empieza a sentir el acoso de la justicia. Lenta pero constante. Y casi los mismos argumentos esgrimidos contra la CICIG por parte de Alfonso Portillo y seguidores, hoy se emplean para descalificar al ente internacional en beneficio de los «pro-hombres» ahora perseguidos penalmente. Ahí, en el centro del debate, con sus peculiaridades, con sus diferencias, en ambos ámbitos de los perseguidos, empieza a verse el halo de la Justicia. Si ésta podrá vencer las anquilosadas y cooptadas estructuras institucionales, es otro capítulo. Pero el caso es que todo un conjunto de comportamientos hasta recién paradigmáticos, ahora se han modificado.
En el ámbito electoral, la casi risible sanción impuesta a los partidos políticos sindicados de «campaña anticipada», está teniendo un impacto más bien de índole moral que terminará, esperaría yo, por minar cierto grado de credibilidad en los infractores. La cifra es lo de menos, lo importante es la reiteración de la sanción. Allá ellos si en los primeros cuatro meses del año que está por iniciar se arriesgan a recibir sendas sanciones «morales» que les resten argumentos a sus ofrecimientos de campaña.
Y, finalmente, el estado de Sitio en jurisdicción del departamento de Alta Verapaz, es una señal especial para la delincuencia organizada. Habrá que iniciar los preparativos para la contraofensiva que seguramente se habrá de presentar en las primeras semanas del 2011. Los patrullajes y los mecanismos de presencia disuasiva tendrán que acentuarse para lograr un control más o menos efectivo. En este tipo de «guerra irregular» el factor sorpresa, de uno y otro, es fundamental para lograr el impacto que se desea propinar (y minar) al «enemigo». El problema de tal «estrategia» es que en medio de los contendientes nos encontramos muchos ajenos, muchas potenciales víctimas inocentes. Así, el mensaje dado a partir del domingo 19 de diciembre, ya ha comenzado a ser descifrado y los códigos de guerra estarán por hacerse presentes.
Como apunté en un espacio anterior, este año se llevó a mi último de mis enlaces familiares con el círculo inmediato heredado. El trágico fallecimiento de mi sobrino y de su señora madre, han dejado una huella dolorosa. A ese vacío se suman los propiciados en años recientes, que dejaron mi hermano y mi mamá. La vida continúa hasta el último aliento. Pareciera en mi caso, que ese halo estaría por extinguirse más pronto de lo imaginado. No sé.