El 2010 dará marcas imborrables, tanto para el imaginario colectivo, como para algunas instancias o personas en particular. Es un año en el que como veremos adelante, se rompieron modelos. La autonomía universitaria, con la provocación derivada de la toma del campus central, bajo el supuesto de su propia defensa, es una de las contradicciones que desatará nuevas formas de interpretar el legado de la Revolución del 44 a la comunidad universitaria, entre otras cosas. Es un modelo que comienza a cambiar a partir de este 2010 que está por finalizar.
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Una vez iniciado este tercer lapso de «noventa días» del año, ya se han producido egresos del contexto nacional impensables tan siquiera unas cuantas semanas atrás. Carlos Castresana, quien fungiera con particular resplandor, ya ha salido de escena. Se fue por la parte de atrás. Y en su estela de salida arrasó con múltiples honorabilidades, la paradoja es que estaría por comprobarse su propio arrastre hacia el desprestigio. Es, en esos ámbitos político-diplomáticos, algo de otras tantas semanas.
Desde lo inaudito hasta lo impensablemente espectacular, puede ser calificada la fallida acción que un 15 de septiembre, ensombreció el asueto heredado para conmemorar la independencia. La paradoja, es que en ese operativo impreciso, se evidenció cuán capturada está nuestra sociedad y con ella, nosotros mismos, por las redes criminales. El evento en el complejo de «Tikal Futura», no dejará de ser mencionado en cualquier resumen del año. Es un hecho que ha marcado desde ya, nuestros recuerdos y la percepción que sobre la lucha contra la delincuencia tendrá cada quien.
Y la debilidad de los estados para combatir el crimen y con ello a las estructuras delincuenciales, se evidenció con la denominada «Masacre de Tamaulipas», las 72 víctimas, 11 de ellas guatemaltecas, son la expresión de un sacrificio efectuado para demostrar, arrogantemente, cuán impunes se mueven las redes criminales. Nadie querrá ser recordado como héroe bajo tan oprobiosas circunstancias. El Estado de México, con todas sus fortalezas, comparativamente hablando, respecto del Estado de Guatemala, también se muestra incapaz ante la embestida de los criminales. El origen de estos negocios, el punto de partida de esta codiciada actividad debiera ser el enfoque al que pudiéramos prestarle mayor atención. Es, en consecuencia otro modelo que plantea su propia revisión en todas sus variables.
El 2010, para reiteración personal, deja un enorme vacío. La trágica muerte de mi sobrino y de su señora madre me reafirma la impotencia humana ante las consecuencias de la propia irreflexión humana, que en un segundo puede causar cualquier dolor, que puede producir todo tipo de pesadillas. Ese vacío se hizo mayor con su absurda muerte en manos de dos locos del volante que ahora celebrarán con sus respectivas familias la «paz de fin de año». En casa de mi sobrino y en la de su mamá, será un momento para acentuar el dolor que deja el año que concluye.
Aquí donde la vida es un misterio, pues es casi un milagro permanente encontrarse ajeno a ese remolino de sangre y dolor que nos acongoja cotidianamente. Esa atmósfera, de tragedia, golpes y violencia, en la que parece ya nos hemos acostumbrado. Sí, en ese modelo nos estamos sumergiendo. En ese modelo nos estamos acomodando a vivir o a sobrevivir. Ese es otro conjunto de marcas que deja este tercer trimestre del 2010.