Cuando el hombre consiguió materializar un mecanismo para medir el tiempo nace en la sociedad, el reloj, símbolo de la exactitud.
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El historiador Celso Lara, destaca que aún en este tercer milenio, para los integrantes de algunas sociedades, el sol y las estrellas continúan siendo parte importante para medir su tiempo.
El reloj de sol fue el primer experimento, era una superficie plana o curva. Fueron bautizados como cuadrantes o piedras horarias, invento del babilónico Beroso quien lo llevó a Grecia 600 a. Cristo. 340 años más tarde alcanzó su perfección debido al esfuerzo de otros griegos. Los egipcios utilizaron también relojes de agua, aceite y arena.
El reloj de Magdeburgo, Alemania, con fuerza motriz por gravedad se debe al monje Gerberto quien luego llegó a ser el Papa Silvestre II (947-1003).
Ya en el siglo XIII los relojes de péndulo fueron los primeros empleados en las torres de iglesias y castillos. Es así como en una de las torres del castillo de Paris fue instalado el primero de su clase en 1370.
A finales del siglo XV no se emplearon ni para uso doméstico ni para observaciones astronómicas.
La rudimentaria industria relojera empezó en Alemania en el siglo XVI y llegó a su apogeo con el reloj de bolsillo con forma de huevo, fabricados de latón y plata, por perseverancia del cerrajero de Nuremberg, Pedro Henlein en 1500. Cuando el reloj sirve a la decoración sufre un cambio radical.
Primeros relojes llegan a América
En 1526 llega el primer reloj al ayuntamiento de la ciudad de México y casi al mismo tiempo a la Catedral de Lima, Perú, grandes virreinatos y fuerzas económicas de la Corona española.
Los relojes más antiguos en Guatemala fueron el primero colocado en la torre del convento de Santo Domingo en la ciudad de Santiago en 1610 el que marcó el tiempo hasta que los terremotos de 1773 derribaran las bases donde estuvo instalado.
El segundo reloj que a los criollos e indios en Guatemala mostró la hora, estuvo en la torre del ayuntamiento de la ciudad de Santiago instalado hacia finales de 1775. En 1827 fue robado por los liberales.
Luego lucen relojes la iglesia San Francisco, la Escuela de Cristo y el Arco de Santa Catalina, en aquel tiempo causó sensación para el pueblo que recorría las calles empedradas de aquella ciudad colonial de América.
Relojes en el valle de la Ermita
Uno de los relojes coloniales más antiguos que vinieron en el siglo XVIII fue el que se conserva en las torres del Instituto Central para Varones, inaugurado entre 1790 y 1795 cuando era el Instituto Tridentino, seminario ligado a la Catedral.
El reloj del Palacio ubicado en lo que actualmente es el Parque Centenario, tuvo un reloj antiguo que en 1829 desarmó Francisco Morazán, para llevarlo a El Salvador, relata el narrador Miguel ílvarez.
Luego las iglesias. La merced y la Catedral que en 1867 ofrecían sus toques de las 6 y 12 horas conocidas como el «Angelus» y a las 18 horas la «Víspera». Al principio en la nueva ciudad del valle de la Ermita por el traslado, a la gente le hacía falta el repique de las campanas que anunciaban la hora, indica ílvarez.
También por efecto de las guerras federales de Centroamérica siempre en el valle de la Ermita, de la iglesia la Merced se robaron el reloj y fue llevado a El Salvador, el cual recuperaron los jesuitas en 1885.
El país que ocupa el primer lugar en esta industria sigue siendo Suiza. Ginebra es la ciudad donde su fabricación data de 1587. Japón es pionero de los mecanismos digitales modernos para medir el tiempo.