En memoria de todos los patriotas revolucionarios mártires.
Se calcula que un millón de personas acompañaron su sepelio, que se convirtió en la más grande demostración de repudio a la dictadura militar y a la política contrainsurgente de esa época.
Manuel Colom Argueta, el último líder nacional, popular y revolucionario del siglo XX en Guatemala fue asesinado el 22 de marzo de 1979 en la 5ª calle y 3ra. avenida de la zona 9 de la ciudad capital, por un grupo de esbirros dirigidos por altos oficiales del ejército nacional en el marco del terrorismo de Estado y de la política contrainsurgente de la dictadura militar del General Romeo Lucas. Le arrebataron la vida con el objetivo de evitar que fuera candidato a la Presidencia del país.
Manuel Colom Argueta es considerado el mejor Alcalde de la ciudad capital por la monumental obra social, de saneamiento ambiental, de ordenamiento y planificación urbana que hizo durante su período 1970-1974. Destacó como intelectual, académico, profesional y político brillante y visionario, Abogado y Notario de la Universidad de San Carlos Usac, con especialización urbanística en Italia. Director del Centro de Estudios Urbanos y Regionales CEUR. Fundador de la Unidad Revolucionaria Democrática URD, del Frente Unido de la Revolución FUR y del Frente Nacional de Oposición FNO.
La ejecución del líder revolucionario fue urdida entre militares, acompañados por los grupos paralelos y poderes ocultos, el capital trasnacional, empresarios locales y oligarquía, que sintieron que el peso popular de Manuel en caso de llegar a la Presidencia, ponía en riesgo sus intereses y privilegios.
Manuel fue un vigoroso crítico de las dictaduras militares y de la oligarquía nacional. Seguidor de los gobiernos revolucionarios de Juan José Arévalo y de Jacobo Arbenz, decía que si llegaba a ser presidente del país concluiría los programas revolucionarios interrumpidos en 1954. O sea, Manuel hablaba de darle tierra a los campesinos, de reforma agraria, de fortalecer la intervención del Estado para aumentar el bienestar social, de hacer fuerte la organización obrera y trabajadora, de defender los intereses de la Nación y de ejercer con dignidad y decoro los derechos de soberanía y de libre determinación de los pueblos.
Dirigente revolucionario, civilista y antiimperialista que creyó en la democracia burguesa y en la posibilidad de acceder al poder por la vía electoral, sin el uso de la violencia, para impulsar los cambios estructurales que la sociedad guatemalteca requiere, profundos y acelerados, y modificar el sistema de injusticia, desigualdad e irrespeto a los derechos humanos que seguimos teniendo en el presente. En ese ideal estaba equivocado, los jurásicos no le respetaron la vida, fueron cobardes e intolerantes.
Manuel fue eliminado luchando por esa utopía, con su muerte, sus asesinos asestaron un duro golpe a las organizaciones revolucionarias y a los sectores populares, democráticos, progresistas y antiimperialistas. El día de su sepelio cientos de miles de jóvenes, mujeres, estudiantes, obreros, campesinos, trabajadores, maestros, combatientes, discípulos, profesionales, amas de casa, compañeros y camaradas suyos acompañamos sus restos con indignación y coraje.
Como compañero de Manuel y miembro de la Dirección Nacional del FUR de aquel momento, me sumo a los homenajes a su memoria en ocasión del XXX aniversario de su cobarde ejecución. Extensivo a todos los patriotas revolucionarios mártires.