Manos a la obra


Cierre. Pasqual Maragall (camisa blanca), presidente de Cataluña, y José Montilla (celeste), en la última aparición en público, previo a las elecciones de ayer.

Los polí­ticos catalanes pusieron manos a la obra el jueves para pactar un gobierno «fuerte» en Cataluña con una posible alianza inédita entre nacionalistas y socialistas, o reeditando el tripartito de izquierdas, tras los comicios del miércoles sin vencedor decisivo.


Los nacionalistas moderados de Convergencia i Unió (CiU) se impusieron por votos y escaños en las elecciones autonómicas de Cataluña al obtener 48 diputados, dos más que en la anterior legislatura y once más que el Partido de los Socialistas Catalanes (PSC), que perdió cinco de los 42 escaños que tení­a.

Este distanciamiento «le confiere a CiU una base de autoridad para iniciar el intento de formar una mayorí­a parlamentaria, a sabiendas de que no puede gobernar en solitario», advirtió en su editorial del jueves el diario El Paí­s, muy próximo a los intereses socialistas.

Los republicanos independentistas de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) perdieron dos escaños y quedaron con 21, pero siguen teniendo la «doble llave» para la gobernabilidad ya que sus votos pueden generar un gobierno nacionalista con CiU (69 votos en total, uno más de los requeridos para mayorí­a absoluta) o pactando con PSC e ICV (ecosocialistas de izquierda que, con 12 diputados ganaron tres escaños) para sumar entre los tres partidos los 70 escaños.

El Partido Popular en Cataluña (PPC, derecha) perdió un escaño respecto a la anterior legislatura y suma 14, mientras que el nuevo partido no nacionalista Ciutadans-Partido de la Ciudadaní­a obtuvo sus tres primeros diputados, siendo la gran novedad de estas autonómicas.

La participación alcanzó el 56,77%, la segunda más baja de los ocho comicios convocados desde 1980 y casi seis puntos por debajo de los últimos, en noviembre de 2003.

Estos resultados tuvieron lugar siete meses antes de las regionales que se celebrarán en el resto de España y de las municipales de mayo próximo, que serán la primera gran prueba en las urnas para el gobierno central del socialista José Luis Rodriguez Zapatero, con miras a las legislativas del 2008.

En Cataluña, Rodrí­guez Zapatero «cosechó su primer e indiscutible revés electoral desde su llegada al Gobierno», sentenció el jueves El Paí­s.

«Este revés podrí­a quedar compensado si al final de las cuentas surge el gobierno sociovergente que muchos quisieron deducir de la foto de La Moncloa», cuando Zapatero y Mas destrabaron la aprobación del nuevo estatuto de Cataluña en las Cortes Generales, matizaba ese matutino.

La «socioconvergencia» es una inédita alianza entre nacionalistas y socialistas que parecí­a cobrar más fuerza el jueves, aunque los partidos catalanes tienen por delante casi tres semanas para negociar el futuro gobierno.

No obstante, las urnas dejaron abierto «un amplio abanico de posibilidades de pactos de gobierno», señalaba también El Paí­s.

El claro dominio de CiU, que sin mayorí­a absoluta puede aspirar a gobernar si se entiende con PSC o con ERC, topa, sin embargo, con el entusiasmo demostrado tras los comicios por los lí­deres de los tres partidos del anterior «tripartido», que fue el primer gobierno de izquierdas tras 23 años de dominio nacionalista de esta próspera región del noreste español.

Quienes quedaron prácticamente fuera de toda negociación fueron el PPC -por su hostilidad al nuevo Estatuto, a la aplicación del idioma catalán, entre otras posturas- y la plataforma Ciutadans-Partit de la Ciutadaní­a, que con sus tres primerizos escaños reforzará en el Parlament la pluralidad en Cataluña, convirtiéndose en el sexto partido del ya colorido mosaico polí­tico catalán.

Sorpresa de autonómicas

Ciutadans-Partit de la Ciutadania, fundado, entre otros, por el dramaturgo catalán Albert Boadella, director de la compañí­a Els Joglars, dio la sorpresa en las octavas elecciones catalanas de la democracia celebradas el miércoles, logrando su ingreso en el Parlament.

Menos de seis meses después de su fundación, Ciudadanos de Cataluña obtuvo en los comicios autonómicos de Cataluña el respaldo de 89.567 electores que se tradujo en un 3,04%, porcentaje que según los cálculos de la Ley D*Hondt le permiten entrar en la cámara catalana con tres diputados.

Con un discurso crí­tico hacia el nacionalismo catalán sea de derecha o de izquierda, Ciutadans se convirtió en el sexto partido con representación parlamentaria en esta próspera región del noreste español, cuyo mapa polí­tico es uno de los más variados del paí­s, lejos del bipartidismo predominante.

«Ciutadans ya es una realidad social», afirmaba la noche del miércoles en medio de los festejos el presidente de esa formación y candidato a la presidencia de la Generalitat, el gobierno autónomo catalán, Albert Rivera.

Joven y apuesto abogado de 27 años, Rivera se convertirá en el diputado más joven en el Parlament catalán, que deberí­a constituirse antes del 21 de noviembre e investir al nuevo president antes del 1 de diciembre.

El «mini bloque» de Ciutadans estará integrado por José Domingo, número dos de esa formación, y por Antonio Robles, secretario general del partido.

«Fue una alegrí­a contenida de lo que vení­amos augurando», se congratulaba Rivera la noche electoral poco después de que los resultados oficiales confirmaran su entrada en el Parlament, donde Ciutadans impulsará una ley electoral catalana que incluya listas abiertas, para que los ciudadanos «puedan escoger a sus representantes».

«Queremos una Cataluña abierta, moderna y cosmopolita en la que quepamos todos», subrayaba Rivera ante unos 200 militantes reunidos en un hotel barcelonés, antes de anticipar que Ciutadans no apoyará la investidura del lí­der de los nacionalistas democristianos de CiU, Artur Mas, ni del candidato socialista catalán José Montilla.

Después de conocerse el veredicto de las urnas, sin ningún vencedor decisivo, lo que abre camino a pactos entre partidos para formar un gobierno, la plana mayor de Ciutadans insistí­a en que el apoyo que recibieron ilustra «el fracaso de las fuerzas parlamentarias tradicionales».

Nacido bajo los principios de «ciudadaní­a, libertad e igualdad, laicismo, bilingí¼ismo y Constitución», Ciutadans ya inició contactos en Andalucí­a y Madrid, donde en mayo de 2007 también se celebrarán elecciones municipales.

Según los analistas, Ciutadans cosechó los frutos de un discurso antinacionalista en el que compitió con los conservadores del Partido Popular, aunque no tendrá «capacidad de decisión en el Parlament».

«Parece que buena parte de los votos le llegan» de los socialistas catalanes», afirma el jueves el diario barcelonés La Vanguardia.

Desde Iniciativa per Catalunya (ICV, izquierda verde), no dudaron en considerar que Ciutadans es «hijo de la polí­tica desarrollada por el PP en todo el Estado», apoyados por algunos medios de comunicación que han hecho creer que en Cataluña sólo se impulsan «polí­ticas nacionalistas».

Boadella, actor y dramaturgo de talento, es un crí­tico irreverente y furibundo de la realidad polí­tica española y sus personalidades más destacadas como Franco, Jordi Pujol, pero también José Marí­a Aznar y Felipe González, personajes de algunas de su puestas teatrales y también de cine.

Según Boadella, la fundación de Ciutadans ha estado guiada por un principio que parece estar consiguiendo adeptos en esta España de las autonomí­as donde cada región reclama su parte: «Creemos que los territorios no tienen derechos, sino los ciudadanos».