¡Mamá, mamá, viene Bush! (I)


«Â¿Y eso que nos importa, mijo?» serí­a la tí­pica respuesta de una madre guatemalteca, también dirí­a:

Juan Francisco Reyes López
jfrlguate@yahoo.com

Mijo, ¿cuál es el rollo que nuestras autoridades plantearán al visitante?, quien sólo se recuerda de que existimos cuando le conviene o necesita el voto en Ginebra, en Naciones Unidas o en los foros donde nuestro voto sí­ cuenta ahora. Se detiene en Guatemala para decirles a otros paí­ses de América Latina que aquí­ sí­ lo tragan. Seguramente, con el «estilito» que caracteriza al Presidente de Guatemala, lo invitará a que vayan a bailar con alguna doñita, a comer comida tí­pica, a jugar beisbol para que les saquen las fotos que después Berger publicará en grandes campos pagados, a costillas de los impuestos.

«Mijo», los guatemaltecos debemos aprovechar esta gran oportunidad para bañar de cartas y telegramas la embajada gringa en Guate, es la forma de expresarse, de saltar sobre los macetones y las barreras de seguridad que rodean la Embajada de los Estados Unidos, en la Avenida Reforma. Aunque sea cuatro letras, debemos enviarle a Bush, diciéndole, por ejemplo «usted tiene dos años más de gobierno para tomar medidas rápidas y adecuadas sobre la polí­tica migratoria, no se haga el loco».

«Mira, mijo», si los guatemaltecos son chispudos, en las calles de la capital, en Chimaltenango o en cualquier otro lugar por donde pase la «gran» comitiva de Bush, se colocarán con mantas, con carteles y todo tipo de expresión, especialmente quienes tienen un familiar en los Estados Unidos, quienes reciben una remesa, requiriéndole que no continúe ignorando la realidad de un millón y medio de guatemaltecos en ese paí­s que trabajan recogiendo cosechas, lavando platos, haciendo mandados, limpiando casas y cuidando niñitos canchitos para poder mandarle honradamente a sus padres, a sus hijos y a sus familiares una pequeña remesa que con enormes sacrificios han obtenido, que pare las deportaciones, que no maten a los chapines.

«Fí­jate, mijo» para que todos los señorones estén contentos, empezando por el James Durham, bloquearán calles y avenidas sin importar que para los capitalinos el tráfico en la ciudad se complique aún más. El Presidente norteamericano se desplazará a su gusto y a su modo, como gran? «gran jefe»…

«Bueno, mijo», como a Bush lo llevarán a ver siembra de hortalizas, ojalá que alguno de los chapines que lo atienda se ponga las pilas y le regale una canasta de «nabo» y «yuca», seguramente como no los conoce, le podrá decir: «mister Bush, eso es lo que nosotros no queremos que usted le siga dando a nuestra gente: «nabo» y «yuca». En lugar de hablarnos de narcotráfico, de la droga que tenemos que detener con nuestra gente y pisto para que no le llegue a su paí­s, a sus consumidores, cámbienos cada kilo que capturamos, cada manojo de matas que destruimos los chapines, por un permiso temporal de trabajo para un guatemalteco que esté en Estados Unidos; eso sí­ ayuda a combatir la pobreza, la extrema pobreza y el narcotráfico.

«Para variar mijo», la supercúpula empresarial, encabezada por Dionisio, Juan Luis y sus pocos congéneres, puede que saque algunos articulitos, algunos campos pagados, que trate de reunirse con el presidente Bush para reiterarle que mantendrán sus gruesos depósitos en los bancos norteamericanos (no en el Banco Empresarial, del Café y de Comercio porque conocen a sus cuates), sus casas en Key Biscayne, pagando impuestos sobre sus utilidades e intereses en ese paí­s, cosa que no hacen en Guate, pero que no les pregunten el origen de esa plata.

También le reiterarí­an, que como en el pasado, continuarí­an haciendo contribuciones a las campañas polí­ticas de quienes les apoyan en USA, disfrazando estos aportes de dudosa legalidad a cambio de favores, revocación de visas y persecución para aquellos que se les oponen a sus inmorales, particulares y egoí­stas intereses.

Continuará