El choque del venezolano Pastor Maldonado contra un muro de contención en la última vuelta del Gran Premio Australiano de F1 ayer puede haber arruinado su automóvil y las esperanzas de la escudería Williams de un final sólido, pero no enfrió el entusiasmo que suscitó su desempeño.
La declinación de Williams durante la última década de potencia en la F1 a un papel secundario ha sido lamentada por el ambiente del automovilismo deportivo, pero aunque el equipo se fue de Australia sin puntos, la actuación del venezolano provocó entusiasmo.
Maldonado estaba sexto en la vuelta final, presionando al quinto, Fernando Alonso, de Ferrari, y al intentar pasarlo por todos los medios perdió control del vehículo y embistió el muro.
De haber terminado sexto, habría otorgado a Williams ocho puntos en el campeonato de marcas y a él mismo en el campeonato de pilotos. En toda la temporada 2011, la escudería solamente sumó cinco puntos.
«Nuestro ritmo era veloz y consecuente y nos mostramos competitivos hasta la última vuelta, lo que es muy importante», afirmó Maldonado. «Lamentablemente perdí control de la parte posterior del auto cuando presionaba a Alonso y no tenía adónde ir».
«Sentí pena por él porque había hecho una carrera fantástica», dijo Alonso. «Es terrible luchar por el quinto o sexto puesto y perder la posición a seis curvas del final. Pero a la vez respiré porque durante ocho vueltas había sido una lucha muy reñida».
Maldonado es uno de los pocos pilotos en la Fórmula Uno que ha tenido que sobrellevar la calificación de «piloto pago», lo que sugiere que su empleo en Williams se debe más al patrocinio masivo que aporta al equipo por la empresa petrolera estatal venezolana PDVSA que a mérito propio.
Pero su meritorio desempeño da un mentís a sus críticos. Antes de presionar a Alonso en las últimas vueltas, el venezolano había estado a la cola de la McLaren de Lewis Hamilton y el Red Bull de Mark Webber e incluso intentó pasar a este último.