Por lo que se ve, la atención a los clientes en los bancos del sistema aún está lejos de variar, siquiera un grado, en cuanto a consideración cívica se refiere.
Cuándo dejaremos de ver y padecer la desesperación que causa el hacer algún trámite de rutina en nuestros dichosos bancos privados
Pareciera mal endémico atender cada vez peor al público: primero el largo sufrimiento que causan las filas (colas) que muchas veces salen de los mismos edificios, por lo que se añade el sufrimiento que provoca el sofocante sol o el frío de la época. ¿De qué sirven las ocho o diez ventanillas si solamente atienden en dos o tres? Otra deficiencia es la desproporción entre espacio físico, personal de atención al público y recursos como aire acondicionado (en buen estado) y sanitarios, que en agencias ubicadas en sectores pudientes abundan y en agencias de zonas populares, brillan por su ausencia. En estos lugares hasta los pisos están sucios y los ambientes mal ventilados. Señores banqueros, ¿Dónde está el principio de atención al cliente con el decoro mínimo que conlleva la responsabilidad social del servicio que ustedes prestan? Quienes depositamos nuestra confianza en su capacidad, experiencia y responsabilidad, también necesitamos una mejor atención. O es que podemos hablar también de discriminación y menosprecio en la forma como son atendidos los usuarios (clientes para ustedes), dependiendo de la clase social a la que pertenecen o del poder o nivel de relación conque se vinculan a sus empresas. Da pena ver a los trabajadores (obreros, especialmente de la industria maquilera), ser tratados como clase aparte, como si ellos no tuvieran los mismos derechos de quienes pueden ahorrar pequeñas o grandes fortunas. En la mayoría de casos, ni siquiera han elegido el banco donde cada quincena les depositan sus devaluados sueldos.
Señores banqueros, sean ejemplo de empresarios realmente sólidos, no por el capital que administran, ni por los años que llevan en el negocio, si no por la grandeza que da la responsabilidad social y el trato al público quien, al fin de cuentas, es la entidad que garantiza su éxito o fracaso.
Mejoren los ambientes, asignen más personal donde más se necesita, dispongan de mejor mobiliario (cómodo y suficiente), asignen policías con más alto sentido de servicio; personal más atento y mejor pagado.
Lo mismo sugiero a TELGUA (especialmente en la agencia de Monteverde) y a la Empresa Eléctrica. Si los usuarios van a pagar, como corresponde, sus servicios, por lo menos atiéndanlos bien. Demuestren que los empresarios guatemaltecos pueden estar a la altura de sus iguales de otros países en igual o mayor grado de desarrollo. Recordemos que del usuario (cliente) no deben servirse, al contrario, deben servirle, y de la mejor manera.
En cuanto al pago de remesas, ¡Qué desastre y qué injusticia! esquilmar así a quienes han sacrificado la presencia de los seres queridos para poder tener una vida más decorosa, en este país que no garantiza ni la seguridad, ni la salud, ni la educación, ni el trabajo a sus habitantes en estado de riesgo o de pobreza no es, por otra parte, el mejor ejemplo empresarial; y para colmo, quienes cobran sus remesas son tratados como si un favor les hiciera el banco que han elegido para dicha transacción…
El desarrollo y la modernización del país implican, primero, un cambio de paradigmas y de conductas.
El pueblo debe ser el destinatario de sus mejores esfuerzos. Por el bien de Guatemala.