El filme «Mal día para pescar», que transcurre en una Santa María de Juan Carlos Onetti reinventada como lugar más propio del «western», se sometió ayer al juicio de sus compatriotas al estrenarse en Montevideo, tras los elogios recibidos desde su bautismo en la Semana de la Crítica de Cannes.
«í‰se es un poco el gran desafío», dice su director, Alvaro Brechner, en una entrevista.
«La relación con el público es una gran incógnita», porque «uno hace las películas para uno» aunque «desea que consiga comunicarse con la gente», agrega este cineasta uruguayo de 33 años, residente en España, que se encuentra en Montevideo para el estreno del filme.
«Mal día para pescar», coproducción uruguayo-española y rodada en Uruguay, trata de dos buscavidas: Orsini, un empresario pícaro, y su representado, Jacob van Oppen, un gigante ex campeón de lucha libre, que realizan exhibiciones en una gira interminable hasta que llegan a Santa María, donde Orsini busca despertar la curiosidad y ofrece mil dólares a quien sea capaz de resistir tres minutos en el ring con Jacob.
Una muchacha empuja a su gigantesco novio a aceptar el desafío, pero Orsini no tiene el dinero ni confía en que Jacob resista la pelea.
La cinta es protagonizada por el español nacido en Escocia Gary Piquer (Orsini) y el finlandés Jouko Ahola (Van Oppen). Piquer ha trabajado con directores como Isabel Coixet, Daniel Monzón y Paco Plaza, mientras que Ahola ha intervenido en películas como «Invencible», de Werner Herzog, y «El reino de los cielos», de Ridley Scott.
Brechner define a su ópera prima, basada en el cuento «Jacob y el otro» de Onetti (1909-1994), como «una película que vincula el drama con el humor y el suspenso» en «un ambiente de western».
«Se trata de vender un sueño, una gran mentira, que oculta (…) una verdad», dice el realizador.
Define a Orsini como «un vendedor de sueños», al igual que Piquer. El actor dice que su personaje «está en la pura tradición de los soñadores, de los tipos que tienen que fabricarse una vida».
«Son dos buscavidas que la única razón por la que están juntos es (…) para mantener un sueño, un sueño de épica, que contrasta con la cruda y terrible realidad en la que viven, paseándose por pueblos de mala muerte, haciendo exhibiciones decadentes», explica Brechner.
«El gran drama de Orsini es que es casi un Quijote que ha dejado de creer» como «un mago que no puede creer en su magia» y «está condenado al fracaso», agrega.
«La tragedia está en dos personajes enfrentados a un destino que no pueden evitar», algo que está en «la esencia del western», en tanto la parte cómica «no es humor de carcajada» sino «de sonrisa», dice Piquer.
Considera que el filme fue para él «un bautismo, como persona y actor». Por «el hecho de que puedas ver la película y no verte a tí mismo (…) jamás he sentido eso en mi vida (…) emocionarme con el personaje, sabiendo que soy yo. Vi mis propios defectos y los acepté como ser humano», relató.
Pese a que los hechos se desencadenan en Santa María, ciudad literaria creada por Onetti, Brechner la reinventa.
«El desafío era construir una ciudad que solo estaba en nuestra imaginación y transformarla (…) en una ciudad propia (…) que solo existe en la pantalla», explica Brechner.
«Lo lindo de la Santa María de Onetti es que cada uno puede imaginarse como quiere que sea, es libre. Esa es la brillantez y la generosidad de un maestro como Onetti», agrega.
Pese a las exigencias del lanzamiento del filme -que será exhibido en varios países de Europa, Brasil, Argentina, México-, Brechner ya tiene un nuevo proyecto en la cabeza, que «tiene que ver con elementos presentes en «Mal día para pescar», como la formación de la identidad y el tema de las fronteras», confiesa.