Magia de Apple fascina a masas y Wall Street


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Ahora es fácil olvidarlo, pero el magnetismo de Apple estuvo alguna vez confinado a algunos fanáticos de cómputo seducidos por la elegancia y sencillez de sus productos.

Por MICHAEL LIEDTKE SAN FRANCISCO / Agencia AP

Sin embargo, en la última década ha establecido tendencias y ha generado abundante riqueza, una empresa inusual que atrae tanto a los jóvenes que patrocinan los cafés modernos como a los grandes inversionistas de Wall Street.

Durante ese proceso, Apple ha dejado una marca indeleble que va mucho más allá de la primera computadora personal que Steve Jobs y Steve Wozniak presentaron hace 35 años. Desde entonces, la compañí­a ha provocado cambios radicales en los sectores de la música, las ventas al por menor, la mercadotecnia y los teléfonos móviles. Ahora está tramando otra evolución tecnológica con la popular tableta iPad.

Esos logros han generado la admiración de las masas, transformado cada anuncio de nuevos productos Apple en la versión tecnológica de un concierto de los Beatles y convertido su conocido logotipo en un sí­mbolo del gusto exquisito.

Jobs —a la vez un visionario, productor y jefe intransigente— reunió un equipo con una increí­ble habilidad para anticipar las tendencias de los consumidores y popularizarlas diseñando aparatos que son fáciles y divertidos de usar. Parecí­a que habí­a llegado a Silicon Valley el segundo advenimiento de Walt Disney y los demás artistas que a mediados de la década 1950 construyeron Disneylandia.

Durante la última década, el iPod, el iPhone y el iPad han cambiado la sociedad al permitir que la gente lleve a cualquier parte su música, libros, videos y sitios de internet favoritos. Durante ese proceso, han inspirado un sinnúmero de imitadores y han asegurado que Jobs, quien se retiró el miércoles, será recordado como uno los directores generales de empresas más exitosos de la historia estadounidense.

Nada de eso hubiera ocurrido si él no hubiera regresado a Apple en 1996 después de haber sido obligado a salir de la empresa a mediados de la década 1980 por John Sculley, un director ejecutivo al que Jobs habí­a convencido a que dejara Pepsico Inc. con la pregunta: «Â¿Quieres pasar el resto de tu vida vendiendo agua azucarada o quieres una oportunidad de cambiar el mundo?».

El genio de Jobs rescató una compañí­a que estaba al borde de la bancarrota y la elevó a la segunda más valiosa de Estados Unidos. Ahora tiene un valor de mercado de casi 350.000 millones de dólares, detrás de Exxon Mobil Corp., una empresa cuya fortuna depende de los volátiles precios de petróleo más que de la belleza de una buena idea.