En un discurso carente de anuncios concretos sobre cómo resolverá los problemas económicos y políticos que afronta el país, Nicolás Maduro asumió como nuevo presidente de Venezuela y ofreció, por primera vez desde el inicio del proceso electoral, dialogar con su rival Henrique Capriles, quien ha retado su victoria.
CARACAS Agencia AP
En una ceremonia en la Asamblea Nacional, suspendida momentáneamente por la irrupción de un desconocido cuando Maduro comenzaba su discurso y mientras en la calle sonaban cacerolas y cohetes, el nuevo mandatario dijo que iba a profundizar la «revolución» y corregir ineficiencias y corruptelas que plagan las llamadas «misiones» o programas de subsidios sociales en el país.
«Yo estoy dispuesto a conversar hasta con el diablo, Dios me perdone… hasta con el nuevo Carmona si es necesario», dijo en referencia a Capriles, a quien identifica como «el nuevo Carmona». Carmona fue un empresario venezolano que se autojuramentó como presidente en abril de 2002 cuando Chávez fue destituido del poder algunas horas. Está asilado en Colombia desde entonces.
No es la primera vez en 14 años de gobierno chavista que se ofrece diálogo a la oposición, aunque nunca se ha concretado. Capriles no hizo comentarios de manera inmediata al ofrecimiento de diálogo.
«Si algo le quedó claro hoy a los venezolanos es que Mentira Fresca no tiene una sola propuesta ni soluciones a los problemas del país», escribió en su cuenta de Twitter horas después el opositor Capriles, en referencia al discurso de Maduro.
La oposición llama a Maduro como «Mentira Fresca», en referencia a una canción interpretada por el salsero Willie Colón y en un intento de señalar que el oficialista ofrece repetidamente versiones mentirosas de lo que hará.
Minutos después de que jurara como mandatario ante el presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, un hombre vestido con una chaqueta roja subió a la tribuna legislativa e interrumpió su discurso.
El desconocido tomó el micrófono desde el que hablaba Maduro y gritó «¡Nicolás!, ¡Nicolás!», cuando tres hombres de seguridad se abalanzaron sobre él y lo sacaron del recinto.
El propio Maduro, de 50 años, declaró superado el «incidente» y lo atribuyó a un «compañero», con quien dijo que después hablaría.
Sin embargo, Maduro se quejó de la seguridad del recinto. «Me pudieron haber dado un tiro aquí», dijo y reanudó su discurso.
Un incidente similar ocurrió durante un desfile militar encabezado por Chávez en febrero del 2007, cuando un joven violó los anillos de seguridad e intentó acercarse al entonces presidente.
No llegó tan cerca del exmandatario y fue el mismo Cabello, junto con el entonces ministro de la Defensa, quien intervino para detener al hombre, quien fue imputado de violaciones a las normas de seguridad militares.
En la sesión se encontraban algunos mandatarios latinoamericanos como el colombiano Juan Manuel Santos, el cubano Raúl Castro, el iraní Mamud Amadineyad, el boliviano Evo Morales y el nicaragüense Daniel Ortega.
También arribaron las presidentas de Brasil, Dilma Rousseff; de Argentina, Cristina Fernández, y de Uruguay, José Mujica.
Al final de la ceremonia, Cabello reiteró su advertencia que dirigentes de la oposición podrían ir a la cárcel como supuestos responsables de la muerte de ocho personas en protestas realizadas después de las elecciones.
«Queremos rendirle tributo a las víctimas del fascismo… en nombre de estos compañeros aquí no puede haber impunidad», dijo.
«(Hay) autores materiales, pero los autores intelectuales también deben pagar para que haya paz en este país», dijo Cabello, quien ya ha responsabilizado directamente a Capriles y miembros de su comando de campaña de tales disturbios y muertes. El opositor lo niega.
La Fiscalía General informó en un comunicado que detuvo a una persona de 36 años, identificada como Carlos Omar Serrano López, como uno de los presuntos autores materiales de la muerte de dos de las ocho víctimas que dice el gobierno dejaron las protestas.
El acto se celebró mientras aún está pendiente una auditoría electoral solicitada por la oposición, que confía que revocará los resultados oficiales de los comicios del pasado domingo. En caso de que así suceda, la juramentación puede ser impugnada ante el Tribunal Supremo de Justicia.
Mientras juramentaba, en algunas partes de Caracas se escuchaba un «cacerolazo», que en los últimos días se ha vuelto una muestra de rechazo a Maduro por parte de la oposición. Al mismo tiempo, retumbaron cohetes en el centro de la capital, algo que el oficialismo ha utilizado para celebrar el triunfo del sucesor de Chávez.