Luis Domingo Valladares Molina


Grecia Aguilera

Una verdadera amistad es difí­cil de encontrar, por ello al descubrir este genuino sentimiento en las personas hay que cuidarlo y agradecerlo. El periodista y escritor Mario Antonio Sandoval, en su artí­culo titulado «De amistades y relaciones» publicado en Diario Prensa Libre el lunes 25 de junio de 2007, anota: «Para mí­, un amigo es alguien con una relación incluso superior a la de un hermano, porque se le ha escogido y porque el tiempo es factor determinante. No hay amigos instantáneos. Ni se le puede calificar como tal a alguien con quien no se han compartido las alegrí­as y las tristezas.» Y tiene toda la razón. Una persona puede conocer a «todo el mundo» y tener «muchas amistades», y relacionarse con ellas en el trabajo, la diversión, etcétera, de una manera superficial. Pero la amistad que pueda surgir verdaderamente en un ser humano es la actitud que nace de la necesidad de compartir asuntos í­ntimos o personales, junto a los momentos de felicidad y júbilo, incluso momentos tristes, desconsolados, de molestia o dolor, de una forma í­ntegra y esencial. Solamente así­, entonces podremos decir que hemos encontrado realmente una persona amiga. A mi cabeza vienen numerosos recuerdos de la amistad de Luis Domingo Valladares Molina y su familia, con mis padres, León Aguilera y Marí­a del Mar. Siempre estaban presentes en mi casa doña Marií­ta Molina de Valladares, Marí­a del Rosario, Lucí­a, Acisclo, Rodrigo y Luis Domingo compartiendo con mi familia. Su fraternidad siempre ha sido patente. Por ejemplo, cuando un dí­a 13 de abril de 1997 hube de llamar a Luis Domingo, para darle la trágica noticia de que mi señor padre León Aguilera habí­a fallecido. Cuando llegamos a la funeraria, a eso de las 21:00 horas, confieso que me sorprendió la presencia de Luis Domingo y pensé: «…si le acabo de hablar por teléfono cómo es que ya está aquí­, cómo llegarí­a tan rápido…» ¡y más sorprendida y agradecida quedé con él para siempre, al ver que se quedó a velar el cuerpo del eximio filósofo León Aguilera toda la noche, retirándose a las 8:00 de la mañana, para luego volver a sorprenderme en la sede de la Asociación de Periodistas de Guatemala, APG, a las 9:00 de la mañana y luego en la misa de cuerpo presente y más tarde en el cementerio! Así­, Luis Domingo estuvo todo ese lapso de tiempo acompañándonos a mi familia y a mí­, en ese momento tan tormentoso, tan doloroso y difí­cil. Esta actitud es una efectiva demostración de amistad, porque su compañí­a, su fidelidad, su afecto, fueron de una gran fortaleza, ayuda y apoyo para nosotros. A Luis Domingo no le importaron las horas, los minutos, los segundos; la noche y el dí­a se escaparon de su vida en ese instante, se unificaron en un cí­rculo perfecto colmado de cariño, voluntad, simpatí­a y admiración hacia mi padre. Y así­, la solidaridad de Luis Domingo quedó cincelada en mi corazón para siempre, porque la auténtica amistad transita por la sangre de los seres humanos que tienen el don de compartirla sinceramente. Y no puede haber mejor inspiración para componer un poema que sentir en el alma el destello permanente de la amistad, resplandor de los siete colores de un hermoso arcoí­ris. Así­ que en este 31 de julio, cumpleaños de Luis Domingo, le dedico «Amistad en el tiempo»: «Amistad/ de ayer/ de hoy/ de siempre/ existe en el tiempo/ en este momento/ está contenida/ en un reloj sin agujas/ ciego/ que desconoce/ de la continuidad del mundo/ no marca el dí­a/ no marca la hora/ y fija en un punto/ la eternidad de nuestras almas/ almas fusionadas/ en la naturaleza misma/ en el contorno de un cristal/ en el reflejo de las quietas aguas/ de un arroyo dormido/ que despierta en la inmensidad.»