Un grupo de indios pintados como payasos invitan con tamborileos a bailar y un alegre transexual nepalés se suma con rítmicos movimientos de caderas mientras varias africanas los acompañan con palmadas. Podría parecer sólo una animada fiesta multicultural más, pero el motivo es agridulce: una conferencia mundial del sida.
El escenario es la Aldea Global, una actividad paralela a la XVII Conferencia Internacional del Sida, donde a la devastadora pandemia se le hace frente con un sinfín de expresiones artísticas que dan un lúdico respiro a los 22 mil asistentes a la reunión, en la que se conocen los avances en la lucha contra la enfermedad pero de la que no saldrá la cura.
Rapeando, cinco camboyanos de entre 15 y 25 años que conforman el grupo Korsang, muestran con imágenes y música su aportación para prevenir el sida en un país donde el «70% de la población es pobre».