El cambio climático impactará en la salud humana a través del paludismo, el cólera o las canículas, pero muchos problemas sanitarios podrán evitarse o paliarse con decisiones adecuadas en la lucha contra el calentamiento del planeta, según estudios divulgados hoy.
Esos estudios, publicados en la revista británica The Lancet con motivo de la cumbre sobre el clima de Copenhague (del 7 al 18 de diciembre), ponen de relieve los beneficios para el clima y la salud de las acciones que se adopten para reducir las emisiones de gas de efecto invernadero.
«Quienes toman las decisiones políticas han sido lentos a la hora de reconocer que lo que está verdaderamente en juego con el cambio climático es el peligro de los impactos que éste puede tener sobre la salud humana y la calidad de vida», indicó la directora de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Margaret Chan, en uno de los artículos.
«La malnutrición y sus efectos devastadores sobre la salud de los niños aumentarán. Las oleadas de calor conllevarán más muertes, sobre todo entre las personas más ancianas», subrayó.
«Además, el cambio climático podría modificar la distribución geográfica de los vectores de las enfermedades, entre ellos los insectos que transmiten el paludismo y el dengue», advirtió.
Entre las iniciativas que propone The Lancet para que el cambio climático potencie su impacto, pero de forma positiva, sobre la salud humana se encuentra, por ejemplo, la concepción de ciudades para peatones y usuarios de bicicletas.
Esto, según la revista, tendría un mayor impacto positivo sobre la salud que impulsar el desarrollo de vehículos con pocas emisiones de dióxido de carbono (CO2).
Un modelo basado en dos ciudades como Londres y Nueva Delhi muestra que si se da mayor cabida a los peatones y a las bicicletas, ello reduciría sensiblemente el número de enfermedades cardiacas y de accidentes cerebrales vasculares.
Asimismo, la agricultura y la alimentación representan entre un 10 y un 12% de las emisiones mundiales de gas con efecto invernadero.
Una reducción del 30% de la producción y el consumo de carne entre los principales productores, asociada a una mejora de las tecnologías, permitiría reducir sensiblemente las emisiones de CO2 y disminuir así el número de enfermedades cardiacas.
Por otra parte, una reducción de esa electricidad producida a partir de energías fósiles (gas, carbón y petróleo) sería benéfica tanto para el clima como para la salud humana, ya que reduciría la contaminación del aire.
Tomando como hipótesis una disminución del 50% de las emisiones mundiales de CO2 de aquí a 2050, los estudios publicados por The Lancet han analizado el impacto sanitario por países.
Así, el efecto más marcado se produciría en India donde, en el mejor de los caso, se evitarían 93.000 muertes (cánceres de pulmón y enfermedades cardio-respiratorias) en 2030.