Lucha campesina por el uso de la tierra. Panzós heroico


La masacre de Q»qchis en Panzós, Alta Verapaz, cometida por el Ejército guatemalteco el 28 de mayo de 1978, es un hecho ligado al reclamo histórico de campesinos e indí­genas por la tenencia, uso y propiedad de la tierra, pero por los antecedentes del caso y la acción criminal del Ejército, también se vincula a la estrategia de tierra arrasada que en adelante aplicó la dictadura militar contrainsurgente. La matanza indiscriminada de ese dí­a ejecutada por tropas gubernamentales, descubrió la complicidad, complacencia y contubernio existente entre terratenientes, autoridades civiles locales y el Ejército. Además, evidenció la actitud perversa de los terratenientes y servil del Ejército que se prestó a defender intereses de grupos de poder. Los hechos ocurridos antes, durante y después de la masacre, muestran la concertación anticipada de los actores de poder para reprimir con violencia las demandas campesinas.

Factor Méndez Doninelli

El informe de la Comisión del Esclarecimiento Histórico CEH, registra la masacre como «Caso ilustrativo No. 9» que provocó 53 muertos y 47 heridos, pero testimonios de la época y denuncias de organizaciones campesinas, estiman que las ví­ctimas mortales superan las 100, sobretodo, porque después del 28 de mayo, siguieron encontrando cuerpos baleados y muchos otros aparecieron flotando en las riberas del rí­o Polochic. Los hechos son innegables y el costo social es resultado de la injusta concentración de la tierra, fuente de la permanente conflictividad agraria en el paí­s. Entre las ví­ctimas, destaca la lideresa Adelina Caal Maquí­n, defensora de los derechos de la mujer y el acceso a la tierra. En homenaje a su memoria, las mujeres campesinas refugiadas en México en 1990 decidieron organizarse, así­ surge el grupo «Mamá Maquí­n» y al retornar al paí­s se convierte en asociación «Adelina Caal Maquí­n», que desde el municipio Fray Bartolomé de las Casas, trabaja con las mujeres Q»qchí­s de la región del Polochic.

Maricela Cruz López, una fundadora, explica lo que han logrado: «Mejoramos las casas con láminas para el techo, se hicieron talleres de derechos humanos, de la mujer y la infancia, resolución de conflictos, campañas de alfabetización de adultos y también intentamos impulsar programas de salud dirigidos a las mujeres, de momento hemos conseguido realizar varias campañas para exámenes de papanicolau. También en nuestra comunidad trabajamos con las mujeres un proyecto de escrituración de tierras y ahora ellas son propietarias de la mitad del terreno donde viven y de otros donde siembran. En esta lí­nea de derechos de la mujer, hemos trabajado bastante la documentación de las mujeres, su empadronamiento y talleres de participación ciudadana. Sabemos que esto es un trabajo a muy largo plazo, pero nos sentimos contentas porque siempre detectamos pequeños logros y cambios sociales, por ejemplo, presencia de nuestras coordinadoras en los consejos comunitarios, lo que hace unos años hubiera sido impensable. Así­ que todo esto y ver la alegrí­a de la gente cuando consigue, por ejemplo, tener un chorro de agua corriente en su casita, nos anima a seguir trabajando cada dí­a».

(Tomado de:

www.zuzenekoelkartasuna.org/entrevista.htm).

La masacre de Panzós como muchas otras, deja claro que la demanda campesina por la tierra, es también lucha por la sobrevivencia, por la vida. 32 años después del crimen, los autores intelectuales y materiales siguen impunes.