Luces de real esperanza


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En los últimos dí­as el Ministerio Público ha dado algunas muestras en verdad interesantes de cambio real y efectivo, mediante la realización de investigaciones que permiten la captura pronta de delincuentes responsables de delitos graves y ayer nos volvió a dar una muestra de esa transformación cuando fue detenido el candidato a Alcalde de San José Pinula, Luis Fernando Marroquí­n Rivera, sindicado de responsabilidad en el asesinato de otros dos candidatos a Alcalde y de haber simulado un atentado en su contra, con la intención de desviar la atención.

 


Los delitos contra la vida en Guatemala son abundantes y durante mucho tiempo la fiscalí­a que tuvo a su cargo ese tipo de crí­menes lejos de investigar se dedicaba a encubrir a los delincuentes, haciendo desaparecer pruebas como se ha evidenciado en casos tan paradigmáticos con el asesinato del investigador venezolano Ví­ctor Rivera. Y los ciudadanos nos llegamos a acostumbrar que los crí­menes nunca se resolví­an y que tení­amos que apechugar ante las deficiencias de la justicia.
 
 En ese contexto, cuando casualmente habí­a algún caso que llegaba a tribunales, era muy fácil para los juzgadores decir que las deficiencias en la investigación no permití­an condenar a los acusados y tirando todo el lodo al Ministerio Público, se cerraba la rosca de la impunidad.
 
 En los últimos tiempos, y no sólo por el aporte y el ejemplo que ha dado CICIG en la investigación de algunos casos, el Ministerio Público ha dado muestras de tener gente comprometida con la justicia y deseosa de cambiar las cosas. Aun con las deficiencias por falta de recurso y de ausencia de cooperación de entidades públicas y privadas que no aceleran el traslado de datos fundamentales para una investigación, se han logrado resultados que para el estándar guatemalteco son verdaderamente ejemplares y éste es uno de ellos porque habí­a muchas especulaciones sobre el origen de esa ola de violencia en San José Pinula y pesaban enormes sospechas sobre muchos, hasta que la labor de fiscalí­a, eficientemente efectuada, permitió la captura de uno de los candidatos que estaba saliendo, a sangre frí­a y con brutalidad, de sus adversarios.
 
 No creemos, como el dirigente de LIDER, en la pena de muerte aunque suponemos que el doctor Baldizón se ha de convertir en acusador particular en este caso para pedirla contra su correligionario. Sin embargo, sí­ esperamos que el peso de la ley caiga sobre quien tuvo las agallas para darle vuelo de esa forma a su ambición, pensando que la única forma de ganar era ir matando uno a uno a sus contendientes, lo cual es evidencia de cuán bajo ha caí­do nuestro modelito polí­tico.