Los Zopilotes, letras con voz de denuncia. Su vigencia


Luis de Lión fue un incredible maestro de escuela, desaparecido en mayo de 1985. Pese a la injusticia, su hija se ha dado a la tarea de dignificar su vida y obra, construyendo en San Juan El Obispo, natal de Luis de Lión, una casa museo homónima, rescatando sus tradiciones e incluso ofreciendo libros del desaparecido autor. En esta serie de fotos, ofrecemos unas imágenes de la Casa Museo Luis de Lión. FOTO: RENATA íVILA

Julio Reyes Gordillo

¿Por qué se empeña la muerte

en matar, vanamente, a la vida,

si la más humilde semilla

rompe la piedra más fuerte?

Luis de Lión.

Durante el conflicto armado que vivió el paí­s, la literatura revolucionaria o de denuncia fue vedada. Los que escribieron lo hicieron fuera de nuestras fronteras, pues de lo contrario eran perseguidos, su obra confiscada.


Sin palabras. FOTO: RENATA íVILASe pueden comprar libros del desaparecido autor por menos de 25 quetzales. FOTO: RENATA íVILAUna cocina indí­gena tradicional. FOTO: RENATA íVILAMayarí­, hija de Luis de Lión, hizo este esfuerzo sola, aunque con una ayuda de los niños de la comunidad y algunos amigos.  FOTO: RENATA íVILAAlgunos recuerdos de la Casa Museo Luis de Lión. FOTO: RENATA íVILALa Casa Museo Luis de Lión cuenta con objetos que han sido donados por la misma comunidad. FOTO: RENATA íVILAOtro sin palabras. FOTO: RENATA íVILA

De los pocos que se quedaron, y escribieron lo hicieron de forma tan sutil, y disfrazada que casi podrí­a decirse que pasó desapercibida, pero no fue reeditada.

Antigua Guatemala, la ciudad franciscana, la ciudad colonial, la ciudad de las perpetuas rosas, ha dado gloria a Guatemala, de allí­ surgió Sor Juana de Maldonado, la Divina Reclusa como la llamo Soto Hall; de allí­ surgió Rafael Landí­var con su Rusticatio Mexicana, aquel canto a Guatemala, de allí­ César Brañas, el poeta de la soledad, con su Alba Emérita y Viento Negro, de allí­ el ciudadano de la Ví­a Láctea, Luis Cardoza y Aragón y su Guatemala las lí­neas de tu mano y de allí­ también Luis de Lión, con su obra El tiempo principia en Xibalbá, cada uno en su momento ha de haber hecho alguna denuncia, ya en prosa ya en verso.

Luis de Lión, fue una de esas voces.

Nació en San Juan del Obispo, Antigua Guatemala, Sacatepéquez, un 19 de agosto de 1939. Y desde pequeño soñó con ser maestro. Luis no se imaginó que aquel itinerario de su recorrido por las calles de tierra que de San Juan del Obispo hacia la Antigua Guatemala, pasando por sus aldeas, Santa Catalina Bobadilla, San Cristóbal El Bajo, San Juan Bautista; que lo separaban de la Alameda que da a la iglesia del Calvario en la Antigua Guatemala, al final del camino iba a ser gratificante para él. Que el esfuerzo para estudiar, al extremo de usar hojas de calendario para hacer sus cuadernos iba a ser la base de su dedicación a la literatura.

Se graduó de Maestro rural y luego urbano en el Instituto Nacional para Varones Antonio Larrazábal (1959), en donde estuvo de interno.

Tuvo que atravesar el paí­s para terminar de confirmar la situación sociopolí­tica y humanista de Guatemala. Porque para ejercer su profesión de maestro tuvo que aceptar una plaza en el municipio de San Lorenzo, San Marcos. Y luego pasó a Escuintla, Sololá, Quetzaltenango.

Y después de algunos años, regresa a trabajar a la capital

Estudio en la Universidad de San Carlos de Guatemala, y su amor a lo literario hizo que desarrollara el primer taller de poesí­a elaborada por niños en el nivel primario en la Ciudad de Guatemala. El primer escritor indí­gena de expresión española que apareció en el paí­s, se dio a conocer por medio de sus publicaciones periódicas a lo largo de los años setenta.

A sugerencias de Mario Roberto Morales y Marco Antonio Flores, ingresó a trabajar en la escuela de Psicologí­a de la Universidad de San Carlos, en el área filosófico-literaria.

Fue dirigente magisterial y miembro del Partido Guatemalteco del Trabajo (PGT).

Luis tempranamente dio muestras de que le gustaba escribir ensayos, versos, organizar actividades culturales.

Por lo que junto a Francisco, (Francisco Morales Santos) un amigo incidental y que luego fue uno de sus mejores amigos, deciden hacer un periódico escolar. Y esto lo corrobora Morales Santos en su ensayo «Luis de Lión, Poeta de la Cotidianidad y de la tierra».

Y así­ se empezó a dar forma a ese primer periódico que se les ocurrí­a a estos futuros escritores.

Pero esto no termina allí­, Luis continúa con su obsesión de ser escritor, ya en su haber se tení­a leí­dos varios libros que habí­an llegado a sus manos, obras de la literatura universal, con lo cual ya habí­a conseguido un buen bagaje para iniciar su carrera de escritor.

Aunque él no se lo tomaba tan estricto, amen de que la situación que se viví­a en el paí­s no era un cuento de hadas, sino mas bien un thriller, lleno de sangre, por un lado la guerrilla, la subversión, que no estaba de acuerdo con las disposiciones del gobernante de turno, con la distribución de la tierra, con los latifundios, con los terratenientes, con el mal trato de los jornaleros, y las condiciones infrahumanas en que viví­an aquellos pueblos olvidados.

Por otro lado, el ejército, quien combatí­a «a capa y espada» la insurrección de estos inconformes.

Pero no sólo estos eran los contrincantes, habí­a un participante, un tercero en discordia, que no habí­a sido invitado a la fiesta, pero que fue el que pagó los platos rotos de este enfrentamiento, el Pueblo.

Y esta situación motivó a Luis a escribir un cuento. Un dí­a del año 1966, a tan sólo seis años de haberse iniciado el conflicto armado interno, Luis medita y empieza a darle forma a ese cuento. Llega a su casa, se sienta a la mesa, toma papel y lápiz y empieza a bosquejar el escrito. No lo escribe de un solo, le va dando forma, conforme van pasando los dí­as, conforme el conflicto armado se va agudizando. Y es de allí­ de donde extrae el argumento. La «represión» que sufre el campesino, ya sea de parte del ejército o de la guerrilla. Porque hemos de decir que la guerrilla también cumplió su papel de juez y parte en este juicio sangriento.

En este encuentro sanguinario, feroz, atroz, horripilante, en que se enfrentaban Caí­n y Abel, kichés contra kichés, cackchiqueles contra cackchiqueles, tzutuhiles contra tzutuhiles, mamen contra mames, kanjobales, ixiles, todos, todos contra todos, ladinos contra mayas. Sin miramiento de raza, sin miramiento de género, sin miramiento de edad, hombre contra mujer, hombre contra niño, jóvenes contra ancianos, ancianos contra mujeres, mujeres contra niños. Y así­ escribí­a:

«…- Mmm, esas son babosadas. Vos con seguridá sos guerrillero. Comunista. A mí­ no me engañás – Y dirigiéndose a su compañero: -Condúzcalo. Y si se opone, culatéyelo. Y si trata de huir, ya sabe?!!!

Estaba plasmando la cruda realidad de su pueblo, de su comunidad, estaba haciendo una denuncia de la situación de su paí­s.

Pero bueno, pasaron los dí­as, el libro fue terminado, no lo formo solo un cuento, eran aproximadamente cinco cuentos, pero él le puso el nombre de uno de esos cuentos, Los Zopilotes. Sí­, Los Zopilotes, letras con voz de denuncia.

El sistema represivo del gobierno de aquel entonces desapareció de forma forzada a muchos intelectuales, estudiantes y profesionales. Un 15 de mayo de 1984 Luis de Lión fue desaparecido y no se supo nada de su cuerpo sino hasta 1999, cuando su nombre apareció en el macabro «diario militar», que contení­a 183 nombres y fotografí­as de las personas asesinadas por esa institución, entre 1983 y 1985 y a Luis le correspondí­a el 135. En ese diario, escrito a mano aparecí­a el número 300, que según análisis, este significaba que la persona habí­a sido ejecutada.

Su trabajo más conocido es su novela El tiempo principia en Xibalbá, (que también fue traducida al italiano) publicada póstumamente en 1985 pero que en realidad data de 1972, con el cual ganó el premio Centroamericano de Novela en los Juegos Florales de Quetzaltenango. Esta novela se convierte en fundacional para la literatura maya y obra fundamental para la literatura nacional. Se reedita, cuando se conmemora sus 60 años. Dice Margarita Carrera, comentando esta novela, que Luis de Lión se vio forzado a crear un español lleno de guatemaltequismos pero con acento indí­gena. Y que tiene como trasfondo el deseo sexual de un pueblo sojuzgado de yacer con la mujer del conquistador.

Entre sus obras se destacan Los zopilotes (cuentos, 1966) Su segunda muerte (cuentos, 1970), Poemas del volcán de agua (poesí­a, 1994), Poemas del volcán de fuego (poesí­a, 1998) y La puerta del cielo y otras puertas (cuentos, 1995).

En marzo del 2004, el Estado de Guatemala pidió perdón por la muerte De Luis de Lión, y dentro del acuerdo amistoso está que la vida y obra de de Lión serí­a incluida en los programas de estudio del sistema educativo y se reedite su obra.

A 29 años de su desaparición fí­sica, pues aquí­ no podemos decir, de su muerte, porque no murió en esa fecha, se cree que murió meses después. A 29 años de que Luis de Lión fuera acallado, sigue vigente, su voz de denuncia sigue actualizada. Los tiempos han cambiado. Tal vez los protagonistas son otros, pero las circunstancias las mismas. Reeditar su obra y principalmente los Zopilotes, es revivir al «indio», como le decí­an sus amigos.

Veamos que nos dice Luis de Lión, en los Zopilotes: (fragmento)


«A la Guatemala proletaria y campesina, en su dolor y su esperanza»

Corrí­a. El sudor le bajaba en la cara a manera de pequeños rí­os. Paso un momento. Las piernas le temblaban. Jadeaba. Pero la angustia lo impulsaba a seguir. Ya faltaba poco. Ya se veí­an las luces de los ranchos. Cambió el ritmo y avanzó a pasos largos y presurosos. Estaba cansado. Pero la angustia lo aguijoneó nuevamente y mejor corrió.

Un esfuerzo más… otro poco? otro?

-¡Alto, amigo!

Un hombre armado le salió al paso. Quiso salir corriendo, pero lo detuvo el tono agresivo de otro hombre salido de la sombra.

-¡No huya porque se muere! ¿Quién vive?

No pudo contestar. No sabí­a que contestar.

-Haber, ¡soltá el machete y subí­ las manos!

Obedeció sin entender nada de lo que ocurrí­a. El temor le entorpeció más el resuello. Un sudor helado, helado le bañaba todo el cuerpo.

-¡Regí­strenlo!

Buscaron a saber qué en su chaqueta, en su camisa, en su pantalón.

-No tiene nada.

-Haber, ¿ónde está tu salvoconducto?

Otra vez no sabí­a que contestar. Miró y miró a los dos hombres como respondiéndoles con los ojos.

-No sabés que hay toque de queda y por eso para andar a estas horas de la noche en los caminos hay que cargar un permiso especial que se llama así­: ¡sal-vo-con-duc-to! ¿Me oí­ste? ¿lo tenés, vos?

-No, siñor. Yo no sabí­a ese, siñor. Perdóname, siñor.

-¡Perdóname! -remedole con ironí­a. -Haber, tus demás papeles.

-¿Qué papeles, siñor?

-¡Ah, indio bruto! Tu cédula, tu boleto, en fin todas tus generales, ¿ónde están?

Papeles, cédula, boleto, salvoconducto, generales, que raro. ¿Qué era todo eso?

-No tengue, siñor.

Uno miro al otro.

-Mmm? ¿Cómo te llamas?

-Julián Coroy

-¿Onde viví­s?

-En un ranchite.

-Pero por dónde, en qué lugar.

-Poray nomas.

-¿Cuántos años tenés?

-A saber, siñor.

-¿Sos casado?

-Nomas vive junto con mi mujer la Chepe Chicajay.

-¿Tenés hijos?

-No siñor. Pero ya agorite va a nacer une, siñor.

-¿Y que andas haciendo aquí­ a estas horas?

-Vengue al pueble a traer a la siñor Chinte, la comagrone.

-Mmm? esas son babosadas. Vos con seguridá sos guerrillero. Comunista. A mí­ no me engañás – Y dirigiéndose a su compañero: -Condúzcalo. Y si se opone, culateyelo. Y si trata de huir, ya sabe?

?A los pocos dí­as una espiral de zopilotes, caracol de luto, descendí­a del cielo, penetraba entre el monte y se posaba sobre un aplastado rancho para iniciar el festí­n de la carne podrida de una mujer joven y un niño, unidos por el cordón umbilical.