Hace unos días México se conmocionó nuevamente con las noticias de la tragedia que viven los 300-400 mil migrantes, principalmente centroamericanos, que atraviesan anualmente el país. Un grupo numeroso que viajaba el 16 de diciembre en el «Tren de la Muerte» fue interceptado en primera instancia por las autoridades de Migración y posteriormente por un grupo de encapuchados, el cual secuestró a un buen número de ellos. Las noticias indicaron que los secuestradores probablemente eran integrantes de los grupos delictivos la Mara 13 o de Los Zetas. Ambas organizaciones criminales tienen claros antecedentes en esta actividad que se ha convertido en un jugoso negocio en México. Los informes de Amnistía Internacional dan cuenta de que alrededor de 20 mil migrantes son secuestrados al año. Y los testimonios de los migrantes indican que se cobran rescates de entre mil y 3 mil dólares. Esto indicaría que el jugoso negocio del secuestro de migrantes podría rendir dividendos de entre 20 y 60 millones de dólares anuales.
No es casual entonces que Los Zetas y otras organizaciones criminales hayan decidido ampliar sus negocios hacia el secuestro de migrantes y que esta actividad haya ocasionado tragedias masivas como las de la masacre de 72 migrantes en Tamaulipas en agosto de 2010 y ahora la desaparición de al menos medio centenar de ellos. Resulta inverosímil la afirmación del gobierno mexicano de que la aparición de Los Zetas en Guatemala se debe al éxito del gobierno de Felipe Calderón en el combate al narcotráfico. En realidad lo que estamos presenciando en Guatemala es la expansión de una organización criminal que ha crecido exponencialmente en unos cuantos años. Como seguramente lo saben los lectores de La Hora, Los Zetas nacieron como brazo armado del Cártel del Golfo. Su núcleo inicial estuvo conformado entre otros elementos por ex kaibiles reclutados, incluso, mediante anuncios radiofónicos. La expansión del poderío militar del antaño brazo armado hizo que Los Zetas empezaran a disputarle el territorio del estado de Tamaulipas a la organización que los hizo nacer. Hoy le disputa toda la zona del Golfo de México. Probablemente influyó el que el Cártel del Golfo haya sido severamente golpeado con la captura y extradición de sus primeros capos: Juan García Abrego, Osiel Cárdenas y recientemente el hermano de éste.
La causa de la expansión de Los Zetas hacia Guatemala es estratégica como lo demuestra que su objetivo inicial, cuando en 2007 planificaron su implantación en Guatemala, haya sido el control de la zona de Sayaxché en Petén, Cobán en Alta Verapaz y Zacapa. Se trataba de controlar la zona septentrional del país para lograr una amplia zona de corredores hacia México. En enero de 2008, Los Zetas ingresaron al país y en marzo de ese año eliminaron en cruenta matanza de 10 personas al capo local del narcotráfico Juan León Ardón, Juancho. Fue esta una muestra de la violencia usada para eliminar la competencia y conquistar el territorio guatemalteco. Paulatinamente han doblegado, asimilado o establecido alianzas con los cárteles guatemaltecos y hoy pueden ser el cártel más importante en el país. Los últimos informes de la DEA y del Centro de Estudios Internacionales Woodrow Wilson indican que Los Zetas controlan el negocio del narcotráfico en El Petén, Huehuetenango, Quiché, Alta Verapaz, Izabal y Zacapa. Controlando el narcotráfico en el 75% del territorio nacional y haciendo el trasiego anual de entre 250 y 300 toneladas de cocaína, Los Zetas deben ser vistos como una organización criminal notablemente exitosa. Esto lo han logrado en tres años solamente.
México es hoy un país asolado por la fracasada guerra contra el narcotráfico. El narcotráfico es un monstruo de mil cabezas y la violencia desatada en dicho país que ya tiene un costo de 30 mil muertos en los últimos cuatro años, al parecer no ha servido de mucho. Con altibajos, en México siguen operando el Cártel de Sinaloa, el Cártel de Tijuana, el Cártel de Juárez, el Cártel del Golfo, el Cartel del Milenio, el Cartel de La Familia, el Cártel de los Beltrán Valencia. Probablemente los golpes propinados por el Estado mexicano a las organizaciones del narcotráfico, rompen equilibrios y atizan la competencia sangrienta que los distintos carteles mantienen entre sí. Esto explicaría la violencia creciente y cada vez más cruel que se observa en México.
Existen informes de que el menos golpeado de los cárteles mexicanos, el Cártel de Sinaloa, está penetrando a Guatemala por la costa del Pacífico. Si esto fuera cierto, Guatemala corre el riesgo de que en poco tiempo el territorio nacional sea la prolongación de la disputa sangrienta que mantienen en México los cárteles de dicho país. La delincuencia común, la de los carteristas, los que roban celulares, asaltan a transeúntes; es preocupante. Sobre todo si esta delincuencia común empieza a ser socia menor de la delincuencia organizada. Pero ésta última, el crimen de altos vuelos, el que tiene la capacidad de penetrar hasta las altas esferas del Estado y la iniciativa privada, es la que verdaderamente amenaza a la sociedad y a la viabilidad de Guatemala como nación.