Los zelayistas siguen resistiendo


Más de dos meses han transcurrido desde el golpe de Estado en Honduras y unas 2 mil personas se congregan en la capital para iniciar una nueva jornada de protestas, como todos los dí­as desde que Manuel Zelaya fue depuesto y expatriado.


La marcha hace un recorrido por empinadas calles entre los barrios pobres de la zona norte, el Divino Paraí­so, Buenos Dí­as y otros caserí­os que cuelgan de las laderas de esta ciudad asentada sobre lomas.

A la cabeza de la columna van negros y negras garí­funas, llegados desde la costa del Caribe con sus timbales, contorsiones e inciensos para unirse a la resistencia contra el golpe de Estado del 28 de junio.

«El incienso (hecho con un preparado secreto) es una expresión cultural, tiene que ver con la espiritualidad de nuestro pueblo, lo usamos en momentos difí­ciles como éste para acercar la paz», dice el hombre que lo lleva.

Más atrás va una brigada de jóvenes de rostro cubierto. Con pintura en aerosol, escriben en los muros las mismas consignas que grita la multitud: «Urge Mel (Zelaya), viene Mel», «Constituyente Popular», «No nos callarán».

De las mí­nimas viviendas -hechas unas de ladrillo rústico, otras de latas y tablones de madera- va surgiendo gente a observar la marcha, sobre todo mujeres, niños y jóvenes.

Muchos saludan con el puño en alto o agitan una bandera hondureña para expresar su apoyo, y hay quienes sacan baldes con bolsas llenas de agua para repartir o unos pocos bocados «para los que alcancen».

Los niños de una escuela primaria salen de sus aulas para saludar a los manifestantes y lanzan vivas tras la malla que los separa de la calle.

Los pobladores reclaman su ejemplar del periódico «Resistencia», un pliego doblado por la mitad que se publica dos o tres veces por semana con noticias muy diferentes a las que divulgan los medios del paí­s, en su mayorí­a afines al régimen de facto de Roberto Micheletti.

La edición número 17 divulga la posición del «Frente Nacional contra el Golpe de Estado» de rechazo a la recién iniciada campaña para las elecciones del 29 de noviembre. «Ni campaña ni elecciones en el marco del golpe», dice la nota de portada.

Los manifestantes hacen cumplir la consigna: provistos de una escalera portátil van arrancando los carteles que los candidatos de los partidos tradicionales han empezado a colgar de los postes del alumbrado público, y más tarde harán con ellos una pira «para no dejar regada la basura».

Desde un puesto cercano un policí­a filma a los manifestantes, pero éstos se rí­en y hacen muecas de burla. Desde una camioneta del Colegio de Profesores de Secundaria, un parlante hace sonar la canción-himno de la resistencia, cuya estrofa dice: «Nos tienen miedo porque no tenemos miedo».

«Vea usted, lo que ha pasado es lo mejor que pudo pasar, si Zelaya hubiera vuelto al paí­s en los primeros dí­as, nada de esto estarí­a ocurriendo, cada quien estarí­a tranquilo en su casa o en su trabajo, pero aquí­ en las calles estamos construyendo un movimiento popular como nunca antes habí­a existido en Honduras», dice un periodista que se ha sumado a la resistencia.

La manifestación culmina en el bulevar de las Fuerzas Armadas. Allí­, por los altoparlantes, un dirigente pregunta si alguien se siente cansado después de tantos dí­as de largas caminatas. La multitud responde con un «no» rotundo.