Para el 40 aniversario de la primera caminata del hombre en la Luna, los visitantes del Museo del Aire y el Espacio de Washington no verán expuestos los trajes lunares originales, que se deterioraron más en las vitrinas del museo que en unos días en la Luna.
«Estos trajes están hechos de 21 capas de tejidos sintéticos y no están bien debido a la humedad y la luz», explicó Cathy Lewis, responsable de la docena de trajes lunares, entre los cuales el de Neil Armstrong, el primer hombre en caminar sobre la Luna.
Presentados desde fines de los años 60 en las vitrinas del museo del espacio, los trajes fueron retirados para ser restaurados.
«Nuestro objetivo es estabilizar la descomposición de estos trajes lo más posible», indicó la conservadora, que espera detener el proceso de destrucción generado por la cohabitación de los distintos componentes químicos de los materiales utilizados.
«Los guantes se pulverizan, las capas de tejidos metalizados se agrietan, las juntas de caucho se disuelven, hay polvo de la Luna incrustado en los tejidos», añadió.
Estos trajes «estaban hechos para ser usados en condiciones muy difíciles pero por un periodo muy corto. Pasaron una semana en la Luna pero décadas en los lugares más húmedos de Estados Unidos: en Houston o en Florida (donde están los centros de la Nasa) o en Washington (donde está el museo)», explicó. En la Luna, las temperaturas pueden oscilar entre -150°C y 120°C.
Con su casco esférico revestido de una película de oro para proteger de los rayos UV no filtrados por la ausencia de atmósfera, estos trajes, realizados a medida para cada astronauta, sin duda no volverán a ser expuestos completos en el museo, dio a entender Lewis.
«Esperamos no obstante exponer algunos elementos antes de cinco años, como los guantes, las botas», si los técnicos logran estabilizar su descomposición. «Eso dependerá también de los fondos» que se consagren a ello, estimó Lewis, indicando que faltaba presupuesto para la restauración.
La cápsula de aterrizaje lunar de las misiones Apollo, otra joya de la epopeya humana en el espacio conservada en el Museo, recibió en cambio una cura de rejuvenecimiento.
Este módulo de siete metros de alto en equilibrio sobre cuatro patas es uno de los doce de este tipo encargados por la Nasa para las misiones Apollo. Destinado a pruebas, nunca viajó al espacio pero es idéntico a los que quedaron en la Luna tras el regreso de los astronautas.
Para celebrar los 40 años de los primeros pasos del hombre sobre la Luna, el museo solo debió remplazar la película termoprotectora del aparato.