¡Los tiempos han cambiado!


Hace algunos dí­as estuve reflexionando acerca de cómo fue el salón de clase en los Estados Unidos hace alrededor de sesenta años y cuáles fueron los puntos clave en la metodologí­a que cada maestro usó en su acción educativa. En ese entonces no se mencionaba la educación inicial (0 a 4 años de edad) y mucho menos una educación pre-primaria. Sin embargo, hoy dí­a, ambos programas educativos están puestos en la Constitución de la República de Guatemala, como un derecho de la población, a recibirla y como una obligación del Gobierno, de proveerla. El nuevo Presidente de EUA, señor Barack Obama, ha mencionado en múltiples discursos, su compromiso de enfatizar la educación inicial, educación formal de niños entre los cero y los cuatro años de edad. En la actualidad, todos los colegios privados de Guatemala arrancan sus servicios, desde por lo menos, pre-kindergarten (4 años), si no lo hacen antes en los grados llamados maternales para niños de dos y tres años de edad.

Raymond J. Wennier

El salón de clase fue estructurado muy rí­gidamente hace 60 años. Los alumnos bien sentados, en filas perfectas, debí­an mantenerse en silencio casi todo el tiempo, escuchando mientras el o la maestra, hablaba constantemente. Cuando el o la maestra no estaba hablando, dando una explicación del contenido o haciendo una pregunta directa a un alumno, los demás niños permanecí­an ocupados, en silencio, haciendo una hoja de trabajo que posteriormente era calificada por el (la) maestro (a) y eventualmente devuelta al alumno (a), con una que otra corrección pero sobre todo, con una nota numérica. Los alumnos copiaban en sus cuadernos las lecciones que debí­an ser practicadas como deber para hacer en la casa. La práctica fue una repetición mecánica, sin dar la oportunidad de pensar pero sí­ dada para ocupar el tiempo. El propósito de esos ejercicios fue que los alumnos memorizaran la lección para luego ser examinados, al pedirle al alumno dar una respuesta única en un examen, que a su vez fue más fácil de calificar por el maestro y por consiguiente, fue más rápido colocar una nota (cifra), en un cuaderno de notas. La metodologí­a se centraba totalmente en el maestro, los alumnos eran receptores pasivos. Todos decí­an que ser maestro era todo un arte.

Todo lo efectuado esos años era para preparar a los alumnos en el «Track» «B» y «C» para ser trabajadores agrí­colas y de fábrica; de aquí­ el llamar a la educación «modelo de fábrica». Los pocos que fueron calificados mediante exámenes estandarizados, como una selección estratégica para tener la capacidad de continuar en la educación superior, se encontraban en lo que se llamó «Track A», los alumnos que puntearon mejor en los exámenes de C.I.

Ahora bien, podemos seguir recordando la educación en ese entonces pero creo que es mejor proyectarnos hacia el futuro para asegurar que todos los maestros puedan desenvolverse en el siglo XXI como deben, con estilos de enseñanza adecuados para atender las necesidades del nuevo siglo. Ahora, la profesión de maestro, graduado a nivel superior (universitario), no sólo es considerada un arte, sino una ciencia también. El papel del Director no es únicamente administrativo y disciplinario, sino es ser un lí­der educativo en la escuela. Eso significa poseer una preparación académica en el campo de la educación, a nivel universitario, con experiencia para poder apoyar y ayudar a los maestros de su escuela, en el qué y en el cómo enseñar. La nueva metodologí­a educativa, está basada en la neurologí­a, ciencia que nos dice cómo está organizado el cerebro y cómo pueden y deben usarlo los alumnos. Eso demanda una mayor planificación de las clases por parte de los maestros, especialmente en el aspecto creativo de actividades educativas más participativas por parte de los alumnos. Cada escuela debe, como parte de su sistema, permitir a los docentes y alumnos, utilizar toda su potencialidad; darles la oportunidad de percibir su entorno, su realidad, en forma multi-sensorial pero sobre todo, reconociendo que cada persona percibe esa realidad en forma diferente.

En estos tiempos, es imprescindible que los maestros tengan el espacio necesario, dentro de su horario de trabajo, para planificar sus clases (propósito, contenido, actividades, evaluación), en forma activa, inter-activa participativa, formativa, multi-sensorial e integradora. El resultado debe ser hacer que los alumnos aprendan a PENSAR para estar preparados para lo que les presenta el futuro.

Los tiempos han cambiado, y ¿nosotros?…

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