Los sueños de Alfred Nobel


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Orí­genes

Alfred Nobel fue sin duda un hombre multifacético. Con gran interés por la quí­mica pero también se ocupó de la fí­sica, las matemáticas y las bellas artes. Incluso escribió algunos poemas, que no se conocieron sino mucho después de su muerte, y una obra de teatro que tituló Némesis y que se escenificó por primera vez hasta en 2005 en Estocolmo.

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POR JAIME BARRIOS CARRILLO

Ciertos interrogantes han surgido en torno a esa obra de teatro, la única de Nobel. El tema es una tragedia renacentista sangrienta, donde un padre tirano maltrata y viola a su hija y a su esposa, produciéndose una conspiración que conduce al asesinato brutal del padre y a la condena a muerte de los conspiradores: sus propios hijos. El drama está basado en un hecho real, la tragedia de Beatrice Cenci, una noble italiana ejecutada en Roma en 1599 por haber participado en el asesinato de su padre.

La pieza estaba ya lista cuando a Alfred Nobel lo sorprendió la muerte en 1896. Nathan Sí¶derblom, pastor de la legación sueca en Parí­s, decidió censurarla y ordenó que se quemara toda la edición. Se salvaron sin embargo dos ejemplares, uno de los cuales fue redescubierto muchos años más tarde, mientras el otro se considera perdido. Cuáles fueron las razones de Sí¶derblom para esta censura inquisitorial de la pieza? Al parecer los contenidos de violaciones sexuales, maltratos y también los tonos anticlericales que escandalizaron al pastor Sí¶derblom, quien además juzgó que la imagen de Alfred Nobel podrí­a resultar dañada si la obra se entregaba al público.

Como escritor no hubiera nunca Alfred Nobel pasado a la historia. Fueron sus inventos los que le dieron renombre en vida y la posibilidad de amasar una colosal fortuna. También fue un empresario exitoso, con negocios en varios paí­ses e inversiones certeras las bolsas principales del mundo.

Cuando Alfred Nobel, encontrándose en Francia, terminó de escribir su testamento en el cual dejaba una inmensa riqueza acumulada, expresaba sus intenciones de legar a las generaciones futuras, no sólo sumas de dinero, sino un reconocimiento a todas aquellas personas que aportaran con sus conocimientos y su conducta al bienestar y progreso de la humanidad. Alfred Nobel tení­a la visión de un mundo en paz, donde la tecnologí­a sirviera a los seres humanos y el arte y las letras fueran actividades de la más alta jerarquí­a. Para lograr estos grandes objetivos, Alfred Nobel instituyó los premios Nobel, cuyos objetivos y formas diseñó en su famoso testamento.

El testamento fue escrito en 1895, un año antes de la muerte de Alfred Nobel, y tardaron algunos años para que pudiera instituirse de manera práctica la concesión de los premios en fí­sica, quí­mica, medicina, literatura y el de la paz. El de economí­a se agregó en 1968 y no estaba contemplado en el testamento. El Banco Central de Suecia se encarga de otorgarlo y de la parte monetaria del mismo.

Fue en 1901 cuando se concedieron los primeros premios. Primero debieron fluctuarse disposiciones legales e incluso una leve disputa entre Francia y Suecia, cuando los franceses pretendieron nacionalizar a Alfred Nobel, con la excusa de que habí­a escrito su testamento en suelo francés y que los premios deberí­an ser administrados por Francia. Pero la demanda no prosperó y el premio y sus mecanismos pasaron a ser responsabilidad de Suecia. Por disposición del mismo Alfred Nobel, el premio de la paz debe ser otorgado por Noruega, tradición que se ha seguido desde el principio. La razón es que Noruega pertenecí­a en el momento de la muerte de  Nobel a Suecia pero eran patentes las intenciones independentistas de los noruegos, cerniéndose en Escandinavia un espectro de guerra. Suecia no permitirí­a que Noruega se independizara aunque en 1917 Noruega se declaró estado soberano y Suecia aceptó sin represalias ni intentos de recuperación la voluntad de sus vecinos.

El hombre detrás de los premios

Alfred Bernhard Nobel nació en 1833, hijo de un mecánico industrial que intentó durante toda su vida levantar una empresa rentable. La familia Nobel vivió sin embargo largos perí­odos de pobreza, debido a quiebras sucesivas, obligándolos en ocasiones a ejercer trabajos no calificados. El mismo Alfred Nobel tuvo que ser alguna vez vendedor ambulante de fósforos en las calles de Estocolmo.

Un suceso marcó sin duda a la familia Nobel: una explosión tremenda en el laboratorio de la empresa familiar con el trágico resultado de la muerte de su hermano Emil. Alfred Nobel sufrió especialmente esta pérdida y se propuso continuar las investigaciones en memoria de su malogrado hermano.

Alfred Nobel nunca se casó pero sí­ tuvo algunas relaciones significativas. Sobre todo con Berta Kinsky, con quien desarrollo una amistad profunda que no se concreto en relación de pareja.  La Kinsky era una austriaca pacifista que influyó mucho en Nobel con sus ideas sobre la paz mundial y el desarme. Bertha Kisnky obtuvo el premio Nobel de la paz en 1905 por sus aportes al movimiento pacifista internacional.

La vida de Alfred Nobel es un proceso de creación constante. Pero también  de gran soledad existencial. Viaja mucho y cambia de residencia y durante perí­odos lleva una vida pendular entre varias ciudades. Sus poemas reflejan su inconformismo existencial y sus grados de angustia. Y su única pieza teatral Ní­meses, no deja de mostrar facetas turbulentas de su psicologí­a.

Los inventos y sus efectos

No cabe duda que es la invención de la dinamita la que marca la presencia histórica de Nobel, aunque deben agregarse otras invenciones, sobre toda la llamada pólvora sin humo a ballistit, que revolucionó las armas de fuego al reducir el humo de la fusilerí­a y los cañones.

Alfred Nobel tuvo el cuidado de patentar rigurosamente todos sus inventos y de protegerlos y defenderlos efectivamente. Las ganancias las reinvertí­a en sus empresas, dentro de las cuales estuvo una fábrica de armas en la ciudad de  Karlskrona y la de cañares marca Bofors, que todaví­a producen artillerí­a y armas de grueso calibres, muy cotizadas en el mercado del armamento mundial.

Definitivamente, y pese a los sueños pacifistas de Nobel y su creencia un poco ingenua de que sus inventos llevarí­an a  la paz mundial, al inhibir a posibles contendientes a darse a la guerra debido al temor de las armas nuevas, las consecuencias de la dinamita usada con fines bélicos junto a la pólvora sin humo y a los cañones y otras armas de las fábricas de Nobel, fueron nefastas en términos de bajas y ví­ctimas en las guerras de su tiempo y en las que siguieron en el siglo XX. No ha faltado la especulación de que todo el testamento de Nobel es una forma de arrepentimiento y una manera de paliar las consecuencias de sus inventos para contribuir a una concientización de los peligros de la guerra.

Los mecanismos del Nobel

El testamento de Nobel especificó detalladamente el contenido y las formas que debí­an tener los premios. Mas no fue sencillo implementarlo ya que tuvieron que encontrarse las instancias que se encargaran de la concesión de los premios. Tardaron cinco años en coordinarlas y finalmente se logró que la Academia Sueca se encargara del premio de literatura, no si haber habido resistencia de parte de algunos académicos e incluso el mismo rey de Suecia manifestó su descontento porque el premio se concediera a ciudadanos no suecos. La Academia de Ciencias se encargó de los premios de fí­sica y quí­mica y el Instituto Carolino de Estocolmo del de medicina.

Una de las caracterí­sticas del proceso de los premios es su secretividad. Se forman comisiones de las academias para estudiar las propuestas, que deben ser hechas por instituciones reconocidas o por personas que hayan obtenido el premio. El proceso comienza en febrero cuando se termina la fecha para presentación de candidaturas. En rondas de selección que duran hasta setiembre, los diversos comités del Nobel nombrados por las academias y por el Parlamento Noruego (para el premio de la paz) presentan a los candidatos finales y se realiza la votación en la academia respectiva, que debe ser mayoritaria para otorgar el premio. Al tomarse la decisión, los secretarios de las academias hacen el anuncio público leyendo la motivación al mismo tiempo que los premiados reciben la noticia por teléfono. Comienza entonces una ola de noticias, entrevistas, movimientos editoriales y publicaciones en revistas y periódicos que culmina el 12 de diciembre con un banquete en Estocolmo. La noche anterior los premiados son despertados con la visita de niños vestidos de blanco y coronas de luces en la cabeza, ya que se celebra entonces el dí­a de Santa Lucí­a.

La secretividad con que se maneja todo obedece al propósito de que no se realice ningún cabildeo ni que se  influya en la selección calificada. Sin embargo esta secretividad no ha dejado de despertar sospechas de falta de transparencia y en el caso de los premios de la paz y de economí­a, de influencias polí­ticas.

Vicisitudes

Las dos guerras mundiales impidieron la concesión de los premios Nobel. Pero las mayores vicisitudes se han dado en el otorgamiento controversial de algunos premios. Es el caso del premio Nobel de literatura otorgado después del fin de la Segunda Guerra Mundial a Wiston Churchill, que fue considerado como un premio polí­tico que no tení­a nada que ver con el nivel y la calidad de la obra literaria.

Un suceso inusitado, que llegó a considerarse escándalo, fue el rechazo de parte del escritor y filósofo francés Jean Paul Sartre del premio Nobel en literatura en 1964. Sartre declaró que rechazaba el premio por el carácter burgués del mismo. Se recordó entonces que el testamento de Alfred Nobel especificaba que el premio de literatura serí­a concedido cada año a un “escritor idealista” y Sartre que se considera existencialista y materialista no comulgaba con la definición filosófica del idealismo.

Sin embargo algunos años después, Pablo Neruda, conocido por su materialismo histórico y su adhesión al partido comunista, aceptó sin corta pisas el premio Nobel de literatura en 1971. Sectores conservadores recordaron entonces el perfil comunista de Neruda y su conocido apoyo, en una época anterior, a Stalin.

En 1973 fue concedido el premio Nobel de la Paz  a Henri Kissinger y al lí­der norvietnamés Le Duc Tho. La concesión del galardón a Kissinger fue duramente criticado por el movimiento pacifista y por amplios cí­rculos intelectuales. Por su parte Le Duc Tho no aceptó el premio, el cual rechazo sin dar mayores explicaciones.

El premio de economí­a concedido a Milton Friedman en 1976 también suscitó protestas y más de algún escándalo. El otorgamiento coincidió con la instalación de un gobierno de derecha en  Suecia, liderado por Thorbjí¶rn Fí¤lldin, que rompió  la continuidad de los gobiernos socialdemócratas y no faltó quien quisiera ver conexiones con la concesión del premio a Friedman. En una de las conferencias de Friedman en Estocolmo, con ocasión de la entrega del premio, activistas anti-Pinochet, que entonces era el dictador de Chile, abuchearon al economista norteamericano y se realizaron protestas en las calles con banderolas y volantes condenatorios.

El premio de la paz ha sido el más controversial. En gran parte porque se ha concedido a personalidades, que enfrentadas en sangrientos conflictos, han llegado después a acuerdos de paz. La crí­tica es que no deberí­a premiarse a los guerreros sino a los paí­ses. Es el caso de Kissinger y Le Duc Tho pero también de Yaset Arafat.

En otros casos, el premio de la paz ha servido para marcar el rechazo a formas antipací­ficas o a gobiernos totalitarios, que no respetan los derechos humanos. El premio de la paz a la lí­der bumanesa Aung San Suu Kyien 1991, fue un golpe internacional a la junta militar, quienes han mantenido a  Aung San Suu Kyi en arresto domiciliario.

La politización del premio entonces ha sido imposible de evitar. Es el caso de los escritores soviéticos Pasternak y Solcheniski, cuyos premios en literatura fueron interpretados como premios polí­ticos.

Los premios en las ramas de ciencias naturales (quí­mica y fí­sica) no han escapado tampoco de crí­ticas. La más reciente y fuerte se hizo al otorgamiento del Nobel de quí­mica en el 2002 a Koichi Tanaka, un desconocido ingeniero japonés. Entre otras protestas, sobresalió el rechazo del renombrado quí­mico danés Peter Roepstor a participar en la ceremonia de entrega, irritado por la elección. Roepstor se basó en el criterio de que el Nobel deberí­a haber recaí­do sobre los alemanes Michael Karas y Franz Hillenkamp, ya que el artí­culo publicado en 1988 por Tanaka –objeto que promoviera el premio- con el resultado del desarrollo de un método para gasificar grandes moléculas, ya habí­a sido publicado por los quí­micos alemanes dos meses antes que el investigador nipón.

Otra crí­tica que se ha hecho, es la bají­sima representación de mujeres en el premio. También la sobrerrepresentación de europeos y norteamericanos.

Los premios de literatura no han dejado de ser criticados,  a veces, por la opinión internacional y la crí­tica. No han faltado años en que algún premiado sorprenda al mundo por la razón de ser un desconocido. Pero lo más criticado ha sido la larga lista de los escritores no premiados, entre los que se cuentan nombres rutilantes de la literatura universal como Tolstoi, Ibsen, Proust, Kafka, Joyce, Rubén Darí­o y Borges .

Fue Augusto Monterroso el que una vez bromeara, diciendo que todo escritor famoso que se respetara de serlo, hablarí­a siempre mal del Nobel mientras no se lo hubieran concedido. La verdad es que es el premio más deseado de nuestra época. No sólo por la cantidad de dinero (actualmente unos 10 millones de quetzales) sino por el prestigio que encierra y el nivel de reconocimiento universal que otorga.

Los latinoamericanos

Doce latinoamericanos han obtenido el premio Nobel, siendo Argentina el  paí­s mas laureados, con un total de cinco: tres de ellos vinculados con la Ciencia, otorgados a Bernardo A. Houssay, Luis Federico Leloir y César Milstein y dos relacionados con la Paz a Carlos Saavedra Lamas ( por su aporte para el fin de la Guerra del Chaco) y Adolfo Pérez Esquivel, conocido activista de derechos humanos durante la dictadura militar de los años setentas. Ningún escritor argentino ha sido premiado a pesar del enorme caudal literario de esa nación, con autores como Borges, Cortázar y  Sábato.

Chile tiene dos premios, dos poetas Pablo Neruda y Gabriela Mistral, que fue el primer premio de literatura concedido a una obra latinoamericana.

Guatemala tiene también dos premios, Asturias en literatura (1967) y Rigoberta Menchú que obtuvo el premio en 1992, año del Quinto Centenario cuando se quiso premiar y resaltar la lucha de los pueblos indí­genas de América.

El escritor peruano Mario Vargas Llosa, el poeta mexicano Octavio Paz  en 1990 y el colombiano Gabriel Garcí­a Márquez en 1982, completan la ilustre nómina de latinoamericanos laureados con el Nobel.