Cómo quisiéramos los guatemaltecos que los político-partidistas, los delincuentes y otros individuos fuesen buenos hijos de esta pobre patria nuestra.
Desgraciadamente, muchos, muchísimos hombres y mujeres, incluidos también no pocos niños y adolescentes (hay excepciones) están demostrando ser negativos, en vez de ser lo contrario: ¡positivos en sus actos, en su comportamiento en general! Los medios de comunicación escritos, radiales y televisados presentan a diario toda una serie de noticias que sacan de sus carriles a la masa de lectores, de televidentes y de radioescuchas. Mencionaremos algo, sólo algo, de la interminable turbonada de sucesos con que nos sorprenden desde las primeras horas de cada mañana los órganos de comunicación, pero no necesariamente vamos a decir textualmente tales informaciones de periodistas y demás comunicadores. Ultrajan a una niña, a una señorita, a una señora; acribillan a tiros a agentes de la Policía Nacional Civil y a guardias de los centros penitenciarios, matan más pilotos y ayudantes de autobuses urbanos y extraurbanos, incluso a algunos pasajeros; asaltan agencias bancarias; señalan sobrevaluación de libros de texto; se especula que el ministro de Gobernación Vinicio Gómez fue víctima de un atentado criminal; numerosas mujeres mueren por complicaciones materno-infantiles; cuatro personas fueron decapitadas, y sus cabezas las dejaron en puntos estratégicos de la capital; se duda de la imparcialidad de ciertos jueces del ramo penal; los diputados al Congreso evidentemente no tienen interés en que los presos no sufran torturas como in illo témpore; tampoco se preocupan por las garfadas multimillonarias del alharaquiento recinto donde disfrutan la vidorra archirremunerados; se considera que en la cima del Organismo Judicial se hacen de la vista gorda ante las arbitrariedades pecaminosas de ciertos jueces; la corrupción está por todos lados. Y cortamos aquí la cadena de hechos nada edificantes que nos sorprenden cotidianamente, porque sería la de no acabar… Queda como en un vacío abismal un sinfín de «bellezas» de la gente que debería dar edificantes ejemplos de comportamiento por ocupar posiciones burocráticas de relevancia (o de alguna relevancia), así como pensar en la familia esforzándose por dignificarla; y no estar cubriendo de mácula ante propios y extraños el prestigio, sobre todo el de nuestra patria. . . En cuanto a los incorregibles politiqueros que todo lo manosean porque se creen con derecho a hacer lo que les viene en antojo, pues… únicamente habrá que decirles que sigan en sus mamandurrias hasta que tarde o temprano pasen no sólo por las horcas caudinas, sino que a la vez el aguantador de Juan Pueblo les cobre cuentas cabales. La situación de nuestro país, como se ve, es sombría, no color de rosa, merced a lo que ya todos sabemos. Toca a los ductores y a las ductrices; es decir; a quienes gobiernan desde los diferentes estratos de la burocracia -hombres y mujeres-, procurar que se produzca un cambio; un cambio, si no sustancial o radical, por lo menos favorable al país y al pueblo que con los impuestos sostiene el inflado aparato de referencia. Y va siendo hora o ya es hora, tardíamente, mejor dicho que se hable con hechos, no sólo haciendo ruido en el ambiente con el bla, bla, blá. Y algo más: Si se demuestra capacidad, decisión y patriotismo, ya no se necesitarán injerencias de otros patios para que se escudriñen entretelas. Debemos decir, en síntesis, que lo que se requiere y urge es combatir sin medias tintas la corruptela, todos los malos hábitos o vicios, la delincuencia en todas sus nefandas manifestaciones y sin deponer las armas, porque todo eso, que habla muy mal de lo que ocurre en el país, es absolutamente negativo y, por ende, desdoroso para el país mismo y para el tan cacareado sistema democrático. ¡Recalcamos: Seamos positivos en todos nuestros procederes, estimados compatriotas! Y no hay que olvidar la educación en los hogares y en las aulas.