Los sucesos negativos causan mucho daño a Guatemala


Cómo quisiéramos los guatemaltecos que los polí­tico-partidistas, los delincuentes y otros individuos fuesen buenos hijos de esta pobre patria nuestra.

Marco Tulio Trejo Paiz

Desgraciadamente, muchos, muchí­simos hombres y mujeres, incluidos también no pocos niños y adolescentes (hay excepciones) están demostrando ser negativos, en vez de ser lo contrario: ¡positivos en sus actos, en su comportamiento en general! Los medios de comunicación escritos, radiales y televisados presentan a diario toda una serie de noticias que sacan de sus carriles a la masa de lectores, de televidentes y de radioescuchas. Mencionaremos algo, sólo algo, de la interminable turbonada de sucesos con que nos sorprenden desde las primeras horas de cada mañana los órganos de comunicación, pero no necesariamente vamos a decir textualmente tales informaciones de periodistas y demás comunicadores. Ultrajan a una niña, a una señorita, a una señora; acribillan a tiros a agentes de la Policí­a Nacional Civil y a guardias de los centros penitenciarios, matan más pilotos y ayudantes de autobuses urbanos y extraurbanos, incluso a algunos pasajeros; asaltan agencias bancarias; señalan sobrevaluación de libros de texto; se especula que el ministro de Gobernación Vinicio Gómez fue ví­ctima de un atentado criminal; numerosas mujeres mueren por complicaciones materno-infantiles; cuatro personas fueron decapitadas, y sus cabezas las dejaron en puntos estratégicos de la capital; se duda de la imparcialidad de ciertos jueces del ramo penal; los diputados al Congreso evidentemente no tienen interés en que los presos no sufran torturas como in illo témpore; tampoco se preocupan por las garfadas multimillonarias del alharaquiento recinto donde disfrutan la vidorra archirremunerados; se considera que en la cima del Organismo Judicial se hacen de la vista gorda ante las arbitrariedades pecaminosas de ciertos jueces; la corrupción está por todos lados. Y cortamos aquí­ la cadena de hechos nada edificantes que nos sorprenden cotidianamente, porque serí­a la de no acabar… Queda como en un vací­o abismal un sinfí­n de «bellezas» de la gente que deberí­a dar edificantes ejemplos de comportamiento por ocupar posiciones burocráticas de relevancia (o de alguna relevancia), así­ como pensar en la familia esforzándose por dignificarla; y no estar cubriendo de mácula ante propios y extraños el prestigio, sobre todo el de nuestra patria. . . En cuanto a los incorregibles politiqueros que todo lo manosean porque se creen con derecho a hacer lo que les viene en antojo, pues… únicamente habrá que decirles que sigan en sus mamandurrias hasta que tarde o temprano pasen no sólo por las horcas caudinas, sino que a la vez el aguantador de Juan Pueblo les cobre cuentas cabales. La situación de nuestro paí­s, como se ve, es sombrí­a, no color de rosa, merced a lo que ya todos sabemos. Toca a los ductores y a las ductrices; es decir; a quienes gobiernan desde los diferentes estratos de la burocracia -hombres y mujeres-, procurar que se produzca un cambio; un cambio, si no sustancial o radical, por lo menos favorable al paí­s y al pueblo que con los impuestos sostiene el inflado aparato de referencia. Y va siendo hora o ya es hora, tardí­amente, mejor dicho que se hable con hechos, no sólo haciendo ruido en el ambiente con el bla, bla, blá. Y algo más: Si se demuestra capacidad, decisión y patriotismo, ya no se necesitarán injerencias de otros patios para que se escudriñen entretelas. Debemos decir, en sí­ntesis, que lo que se requiere y urge es combatir sin medias tintas la corruptela, todos los malos hábitos o vicios, la delincuencia en todas sus nefandas manifestaciones y sin deponer las armas, porque todo eso, que habla muy mal de lo que ocurre en el paí­s, es absolutamente negativo y, por ende, desdoroso para el paí­s mismo y para el tan cacareado sistema democrático. ¡Recalcamos: Seamos positivos en todos nuestros procederes, estimados compatriotas! Y no hay que olvidar la educación en los hogares y en las aulas.