Sin lugar a dudas la investigación periodística de Diario La Hora está tocando temas clave de la actualidad nacional.
El pasado 13 de febrero fue la periodista Cindy Espina quien de forma profesional y objetiva abordó el delicado tema de los incentivos fiscales, vinculando la situación con los privilegios que los sectores de siempre han venido obteniendo del Estado guatemalteco.
Y es que con la cantaleta del “Empleo”, se intenta conquistar e invadir la esfera pública, para luego aprobar leyes con ventaja económica. Leer dicho artículo es un ejemplo de la necesidad de que existan medios independientes.
Y el pasado 16 de febrero fue la periodista Regina Pérez, quien con el titular de “Crisis por la roya saca a luz el debate del Estado subsidiario”, adelantando que en la esfera pública existe un doble discurso del sector autodenominado “libertario”, que por una parte reniega el papel del Estado y buscan reducirlo al mínimo, pero por otro acude a ese “Leviatán”, cuando se está en apuros.
Eso me recuerda la lectura de Paul Dosal, quien desnuda el comportamiento de la élite industrial guatemalteca, en los albores del proceso de transformación masivo de diversas materias primas y la conformación de los más amplios mercados internos en Guatemala, posteriormente a la crisis de los años 30. Dosal desvela cómo se usó el Estado para acumular capitales y conformar el reinado de grandes familias que aún dominan con su poder monopólico, importantes sectores de la economía.
Regina Pérez nos muestra muy bien que los cafetaleros son el núcleo duro de la Cámara del Agro y la Cámara del Agro es el núcleo duro del sector empresarial, y siempre han tenido esa dualidad en la definición del Estado. A juicio propio me llama la atención que en el preciso día en que presentan un Recurso de Amparo en contra de la Actualización Tributaria, acuden con fuerza para solicitar apoyos masivos para el sector cafetero, poniendo como cabeza de turco a los 70 mil pequeños productores que componen el sector más débil de la tremenda cadena de producción-comercialización cafetera.
Sale a luz con fuerza entonces el agudo tema de la privatización de las ganancias y la socialización de las pérdidas, tema éste que denota lo regresivo de las políticas públicas en nuestro medio.
La problemática tiene entonces muchas aristas precisamente cuando en la actual coyuntura se sigue hablando con insistencia del desarrollo rural, e incluso en la ley predominante sobre este tema se habla de la necesaria presencia de un nuevo Ministerio que ha dado en llamarse “Ministerio de Desarrollo Rural”.
Lo cierto es que es urgente abordar sin apasionamientos ni ortodoxias temas como la seguridad alimentaria de la población, el combate al hambre, los subsidios a la compra de insumos y fertilizantes, y no digamos el pistal que se le ha dado al Fondo de Tierras, que sirvió para que un buen grupo de finqueros que sufrieron la debacle de la crisis del 98, salieran en caballo blanco de sus deudas, vendiendo grandes propiedades al amparo del discurso de los acuerdos de paz y el apoyo a la población campesina.
Está clarísimo que en un país con un amplio porcentaje de población rural el debate debe continuar, pero aún los consensos del camino a seguir suelen estar plagados de buenas intenciones.