Magdalena Valdizón, una maestra de 33 años, escucha atenta un discurso del candidato presidencial de la izquierda Mauricio Funes en un acto en El Salvador y, con voz pausada, ruega: «Dios nos oiga que llegue un cambio al país, ya no aguantaríamos otro gobierno de derecha».
Valdizón, tras salir de su jornada laboral en una escuela pública, acudió junto a otros docentes a un encuentro que Funes, candidato del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), sostuvo con trabajadores en un centro de convenciones en la capital.
«Uno que sabe lo dura que se ha puesto la vida, lo que cuesta hacerse de una casa, que todo esta caro, los salarios bajos, lo menos que uno puede esperar es que llegue un nuevo gobierno que realmente impulse medidas concretas que favorezcan a la población y creo que ahora esa posibilidad la tenemos en Funes», dice Valdizón a la AFP.
Bajo una lluvia de aplausos y vivas de los asistentes, Funes declara que el partido de gobierno, la derechista Alianza Republicana Nacionalista (ARENA), ha fracasado en solucionar problemas como la delincuencia, el alto costo de la vida y el desempleo.
«Pondremos en marcha auténticas políticas sociales de promoción y asistencia comunitaria y daremos lucha resuelta y decidida a la inseguridad y al crimen organizado», promete Funes en un discurso que evidenciaba el cansancio de sus cuerdas vocales, luego de semanas de mitines de su campaña para las elecciones del 15 de marzo.
Muchos desempleados también acudieron a escuchar al candidato de izquierda, un conocido periodista de 49 años de edad, cuya capacidad de oratoria hacía que constantemente los presentes corearan «Funes, Funes, Funes».
«Ya el tiempo se ha acabado para ARENA, ya es tiempo que dejen de saquear a El Salvador, ya es tiempo de que llegue el cambio, la esperanza de un mejor El Salvador en donde los pobres, la clase media también sean escuchados y atendidos», insiste Funes, que viste en elegante traje sastre en sus actos.
Usando una desgastada gorra roja sobre su cabeza y cargando una desvencijada mochila, Antonio Reyes, un mecánico de autos desempleado de 51 años, miraba atentamente a Funes y constantemente le aplaudía, muy confiado en las palabras del candidato de izquierda.
«Que ARENA ya no nos dé paja (no nos mienta) de que ellos va a hacer mejor las cosas, que van a impulsar cambios, ¡mentira! en 20 años nos han jodido a los pobres. No tenemos trabajo y así ni una pensión tenemos, y Mauricio Funes sí va a ayudar a los pobres», dice Reyes a la AFP.
Las elecciones presidenciales del 15 de marzo se decidirán entre Funes y el candidato de ARENA, Rodrigo ívila, un ex director de la Policía, quien busca conseguir otro mandato para su partido, en el poder desde hace dos décadas.
Viejos militantes del Partido Demócrata Cristiano (PDC), otrora seguidores del extinto líder Napoleón Duarte, rompieron el silencio y decidieron respaldar al candidato izquierdista Mauricio Funes, para los comicios presidenciales del 15 de marzo en El Salvador.
Desafiando la decisión de la cúpula del PDC, que pactó apoyar a Rodrigo ívila, de la gobernante Alianza Republicana Nacionalista (ARENA, derecha), los veteranos democristianos decidieron desde la última semana acompañar al periodista Mauricio Funes, candidato del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN, izquierda).
La decisión la tomaron los llamados «dirigentes históricos», luego de que sectores de la base democristiana y algunos alcaldes electos «desobedecieron» la línea trazada por el secretario general, Rodolfo Parker, de apoyar a ARENA.
«Napoleón Duarte nos dejó el legado de decir: cuando el país esté en una situación de crisis muy díficil, uno debe asumir sus responsabilidades, (y) hoy es el momento que el país puede cambiar de dirección, entonces este es el momento que no podemos permanecer callados y seguimos la guía de Duarte», declaró a la AFP uno de los veteranos de la Democracia Cristiana, Roberto Viera.
Viera, que vio morir en 1980 a uno de sus hermanos a manos de los escuadrones de la muerte de ultraderecha, fue ministro de Cultura y Comunicaciones durante el último año del gobierno de Duarte (1984-1989).
Con una férrea oposición de la derecha empresarial y en el marco de una guerra civil, Napoleón Duarte gobernó El Salvador entre 1984 y 1989 y murió de cáncer en 1990.
«El país tiene dos opciones únicamente en este momento: o el continuismo o el cambio, y por eso hemos decidido no estar quietos en este momento y hemos tomado la decisión de acompañar a Mauricio Funes», enfatizó Viera.
Por su parte, la ex diputada democristiana Dolores Henríquez, que acompañó el domingo a Funes en una multitudinaria concentración en las ciudades de Acajutla y Sonsonate, en el oeste del país, dijo que el pacto de la cúpula del PDC con ARENA «nos ha tocado la fibra más profunda del corazón».
Dirigiéndose a Funes, Henríquez le dijo: «Los demócratas cristianos de corazón estamos con usted y no nos para nadie».
También acompañan a Funes en algunas concentraciones el hijo del ex presidente Duarte, Napoleón Duarte Durán, el ex ministro de Educación Carlos Duarte y el ex miembro de la Junta Revolucionaria de Gobierno (1980-1982) Antonio Morales Erlich.
Un poco más de 2,4 millones de salvadoreños están convocados para elegir el 15 de marzo al nuevo presidente para un período de cinco años a partir del 1 de junio.
Alentado por las encuentas que lo acercan a su contrincante de izquierda, el candidato presidencial de la derecha gobernante de El Salvador, Rodrigo ívila, incrementó su trabajo de calle en busca de votos para las elecciones del 15 de marzo próximo.
Vestido con pantalones vaqueros y camisa blanca, con un pequeño logo de su partido en el bolsillo izquierdo, el postulado de la Alianza Republicana Nacionalista (ARENA) se ha dedicado a recorrer distintas ciudades del país en busca de los votos que le aseguren a su partido un quinto periodo en la Presidencia de la República.
«Estamos cerca de los salvadoreños, estamos pidiéndole a la gente que nos acompañe, que crea y defienda sus libertades, que juntos podemos hacer mejor las cosas y por eso el 15 de marzo hay que votar por ARENA», dijo ívila a la prensa durante un acto en San Salvador, en que entregó lentes graduados a personas pobres con problemas de visión.
«Haciendo acciones concretas como esta entrega de lentes es como le vamos a responder a los salvadoreños en nuestro gobierno», dijo el aspirante presidencial «arenero», acompañado por su esposa Celina, quien renunció a su puesto en una institución bancaria privada para apoyar a su marido.
Una joven madre con su hijo, Azucena de Mejía (24), acudió a una de las cada vez más constantes «caminatas» de Avila por la capital salvadoreña y pudo estrechar la mano del candidato, quien de paso cargó por un instante a su hijo Roberto, de tres años.
«Parece ser una buena persona, no por gusto fue director de la Policía, creo que sabe el trabajo que tiene que hacer cuando sea presidente y sí, yo voy a votar por él, no sé, inspira confianza», dijo Azucena a la AFP, mientras al igual que muchos otros aplaudían al paso del candidato.
Los artículos promocionales gratuitos del partido ARENA no faltan cada vez que el candidato sale a la calle a buscar apoyo: camisas, camisetas, pulseras, llaveros, gorras, son demandadas por salvadoreños que aseguran le darán su voto.
El candidato del partido oficialista ha remontado la desventaja en que lo ponían los sondeos de opinión y ahora mantiene, en la mayoría de estudios de opinión, un empate técnico con el postulado por la ex guerrilla izquierdista del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), Mauricio Funes.
A las elecciones presidenciales han sido convocados 4,2 millones de salvadoreños, quienes deberán escoger, entre Avila y Funes, a su próximo presidente para los siguientes cinco años.