Los sabios consejos


China emerge como gran contendiente y amenaza para los intentos estadounidenses de convertirse en imperio. Y pareciera que con ello, también aparecieran en el tapete de las diferencias, aquellas que provenientes de la cultura muestran sus caracterí­sticas. Y a la dinámica anglosajona, a su í­mpetu, su fuerza, se opusiera la calmada paciencia de quien ha aprendido a observar, no a ver. De quien basa el fundamento de su sabidurí­a milenaria, en el conocimiento de las fuerzas que conforman al ser humano y de aquellas que, exteriores, influyen en él.

Carlos E. Wer

El Yin y el Yan, pareciera convertirse en el norte y guí­a de quienes toman en cuenta sus peculiares caracterí­sticas y cuya comprensión les permite en la introspección meditativa, poder observar los actos y hechos de los hombres, ubicarlos en el contexto de sus particulares influencias y en ellas, aquellas que externas, ejercen su influencia independientemente de la voluntad humana. Una concepción así­, por la propia naturaleza y convicción de que el ser humano participa de un universo que se rige por sus propias leyes, debe, indiscutiblemente, prevalecer, por su concepción de equilibrio, sobre aquél que basa su fuerza solamente en ella.

El cambio de dirección que se suscitara con la asunción al poder del presidente anglófilo Harry S. Truman, determinó el principio del final de la formación clásica de los lí­deres militares estadounidenses, misma que impulsara a sus máximos exponentes Douglas McArthur y «Ike» Eisenhower, quienes en aplicación a la filosofí­a de Sun Tzu, quien sentenciara : «el supremo Arte de la Guerra es someter al enemigo sin luchar» oponerse al lanzamiento innecesario de las bombas atómicas, so pretexto de que ello evitarí­a la muerte de miles de vidas. Y así­, al iniciarse la imposición de la fuerza sobre la inteligencia, marcar el principio del ocaso de esa gran nación.

El resto fue la continuada aplicación de principios que garantizaran la permanencia del poder obtenido a través del uso de la fuerza. Y en nombre de ella, la aplicación de medidas que se alejaban constantemente del equilibrio aconsejado por la sabidurí­a. Y en la soberbia del enorme poder adquirido, menospreciaron a la comunidad humana por su condición de debilidad comparada. Y para mantener la aparente superioridad de sus rasgos culturales, dedicaron la fuerza que habí­an obtenido a través de la aplicación de principios cientí­ficos universales, a ejercerla para saquear a aquellas poblaciones sometidas al temor de su enorme poderí­o, rompiendo el equilibrio alcanzado con la derrota del fascismo.

Sesenta y dos años han transcurrido desde el final de ese conflicto y el «paí­s más poderoso del mundo», olvidando las máximas de aquellos que han preferido la observación, la paciencia y la introspección para encontrar el equilibrio en sus fuerzas, muestra resquebrajaduras en sus pies de barro. La locura imperial impulsada por aquel poder secundario que sueña retornar a su pasada gloria les ha llevado al despeñadero, mismo al que han arrastrado prácticamente al globo terrestre. La aventura del «Clean Break» diseñado por aquellos fascistas, que solamente tomando en cuenta su enorme e indiscutible poder militar planificaran la invasión a Irak, para mantener el concepto de guerra permanente, llevándoles a olvidar los consejos de aquél que cinco siglos antes de nuestra era, sentenciara:

«Una vez comenzada la batalla, aunque estés ganando, de continuar por mucho tiempo, desanimará a tus tropas y embotará tu espada».