Samuel Amancio Villatoro, de 48 años, salió de su casa rumbo a una reunión en la 15 calle y 2da. avenida de la zona 1, y justamente en ese lugar fue secuestrado. El 30 de enero de 1984, unos momentos antes, su esposa le planchó el pantalón que más de 20 años después le serviría como indicio para identificar sus restos.
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Ese es el principio y el fin de la historia de una familia desintegrada por el conflicto armado interno y reunida nuevamente por una incansable búsqueda que involucró a víctimas, activistas, científicos y abogados, que ahora trabajan para combatir la impunidad.
Un día antes, el domingo 29 de enero, la familia celebraba el cumpleaños de un sobrino. Villatoro se preparaba para acudir a una reunión con dos compañeros, sin embargo, no logró contactarlos, por lo que decidió permanecer esa tarde con su familia.
Samuel Villatoro, su hijo, tenía 8 años en ese entonces; recuerda que todos se sorprendieron cuando vieron a su padre en el festejo. La tarde transcurrió de manera normal, en convivencia familiar, pero realmente no todo marchaba bien. Esa mañana los dos compañeros de Villatoro habían sido secuestrados, motivo por el cual no les pudo contactar.
Al día siguiente, Villatoro sabía que no estaba seguro. “El recuerdo de mi madre es que el día de su secuestro, él estaba sumamente preocupado. Estaba desayunado y jugaba con un cubo mágico, un tanto como distrayendo su mente de lo que podía pasar ese día”, dice Samuel, quien apesarado agregó: “Mi mamá le dijo: ‘No que tenías una reunión importante y estás jugando con el cubo mágico, él se levantó, salió y nunca más regresó”.
Samuel Amancio Villatoro fue fundador del sindicato de trabajadores en la empresa de “Chiclets Adams”, dirigente de la Central Nacional de Trabajadores (CNT) a nivel nacional e internacional y miembro del Comité Nacional de Unidad Sindical (CNUS); su activismo político y laboral definió su camino hacia la muerte.
“NUNCA MÁS REGRESÓ”
La noche de la desaparición de Amancio Villatoro, su esposa y sus cuatro hijos fueron a esperarlo a la parada de buses de la colonia “Primero de Julio”. Él nunca llegó. En su lugar, se estacionó frente a la familia una panel blanca y un auto sedán. Ocho hombres armados se bajaron de los vehículos; la familia empezó a caminar apresuradamente, hasta que fueron alcanzados y con el uso de la fuerza los llevaron a su casa.
Los amordazaron, los golpearon y los encañonaron. Según Samuel, quisieron que todo pareciera un asalto, sin embargo, revolvieron la habitación de su padre hasta que encontraron su pasaporte y documentos del sindicato.
A causa de este incidente la familia inició una intensa y peligrosa búsqueda para encontrar a su padre y esposo en la morgue, hospitales, centros policiales, bomberos, pero nadie sabía nada.
“Nunca nos resignamos, pero empezamos a entender la situación, que por cuestión de seguridad no podíamos permanecer en el país y a los cinco meses, nos fuimos”, señala Samuel. Se exiliaron en México y dos de sus hermanos decidieron cruzar la frontera como mojados a Estados Unidos.
Dos años después, Samuel, su madre y su hermana menor regresaron a Guatemala, para intentar vivir una vida normal. Pese a esa decisión, relata que por temor esos años los pasó encerrado en su casa.
Con el tiempo su madre les fue dando más libertad, con la condición de no contar a nadie lo que pasó con su padre. “Era prohibido tocar el tema, simplemente no teníamos papá”, cuenta.
EL DIARIO MILITAR
Según la Fundación Mirna Mack, El Diario Militar o Dossier de la Muerte, es un diario de sección de la inteligencia militar guatemalteca, que consigna información de 183 personas capturadas y desaparecidas forzosamente por agentes del Estado guatemalteco durante el conflicto armado interno.
Cuando un diario publicó en 1999 una edición especial con el documento, la familia encontró una luz, luego de varios años de incertidumbre sobre el paradero de Samuel Amancio.
“Ese día tocaron a nuestra puerta y un vecino nos dijo que mi padre estaba en el Diario Militar. Primero, no sabíamos que existían esos archivos. Segundo, ver el nombre de mi papá consignado al caso Y-55 y constatar que su ficha coincidía con el accionar de mi padre, fue una gran impresión”.
El caso Y-55 del Diario efectivamente consigna el nombre de Amancio Samuel Villatoro: “Miembro de las FAR y coordinador de la CNT, a nivel nacional e internacional, profesionalizado con un sueldo de Q1,000.00, también realiza contactos con García Márquez, en México”. Además, se consigna la fecha de su captura: 30-01-84, en la 15 calle y 2da avenida de la zona 1.
En la ficha técnica está escrito con lápiz: “29-03-84: 300” (ejecución). La foto del pasaporte de Villatoro fue pegada con tape sobre una fotocopia de la misma, “cómo para hacer un match”, dice su hijo.
De acuerdo con Samuel, un dato que impactó a la familia fue saber que su padre permaneció 57 días con vida en una cárcel clandestina, sometido a torturas. “Fue la primera vez que dimensionamos qué fue lo que le sucedió. Anterior a esto habíamos leído un escrito de una persona que se escapó de las manos de los secuestradores, donde relató que había visto a mi padre con vida, pero en una zona de tortura”.
Posterior a la publicación del Dossier de la Muerte, la Fundación Mirna Mack, lanzó una convocatoria para que los familiares de las personas registradas en el documento, brindaran su testimonio y pudieran llevar el caso a la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
De la convocatoria, que según la Fundación debieron haber 143 familias, sólo acudieron 24, representando a 28 víctimas, entre estos la familia de Amancio Samuel Villatoro. Los testimonios, entre otros peritajes fueron expuestos el pasado 25 abril en la Corte Interamericana. (Ver recuadro Caso Diario Militar).
“MI NOMBRE NO ES XX”
La Fundación de Antropología Forense de Guatemala (FAFG) es una organización que realiza investigaciones antropológicas forenses para colaborar en la identificación de los más de 45 mil desparecidos durante el conflicto armado interno.
De acuerdo con José Suasnavar, subdirector de la entidad, en 2008, inició la campaña “Mi nombre no es XX”, haciendo un llamado a las personas con familiares víctimas de desaparición forzada durante el tiempo que duró el conflicto, dar una muestra de ADN en la Fundación y alimentar el Banco Genético de Familiares, que junto con el Banco Genético de Desaparecidos, facilita la identificación.
Una de las personas que se acercó a dar la muestra de hisopado bucal fue la hermana de Samuel, Laura Villatoro. En noviembre del año pasado, tres meses después de haber acudido a la Fundación, la familia Villatoro recibió la llamada donde les indicaban después de hacer los análisis genéticos, se había encontrado un match con una de las osamentas encontradas en San Juan Comalapa, Chimaltenango y que probablemente podría ser la de su padre. (Ver: Destacamento de San Juan Comalapa)
“Fue algo increíble. Sin embargo, nos dijeron que no había seguridad ni certeza, por lo que se volvió a retomar el caso, se indicó cómo andaba vestido, cuánto medía, características, dientes, etcétera. Después solicitaron la muestra de ADN de uno de los hombres, porque hay más coincidencias genéticas”, relató.
El hermano mayor de Samuel fue quien dio sus muestras, y con esto se determinó que los restos óseos encontrados 28 años después, efectivamente correspondían a Amancio Samuel Villatoro, desparecido en 1984.
“El día en que confirmaron que era él, vimos la osamenta. En ese momento no hay tantas emociones, pero al salir de FAFG, empezaron. Fue como retroceder todo el tiempo. Como si ayer se hubiera ido. Fue la primera vez que lloramos juntos a mi padre, creo que todos lo habíamos llorado, pero en soledad, por miedo de hacerle daño al otro. No quise separarme de él”, compartió muy emocionado Samuel.
DEL DUELO AL COMPROMISO
Según relató Samuel, haber encontrado a su padre representó un alivio, pero también un compromiso para trabajar por que no queden impunes los crímenes que sucedieron durante el tiempo de la guerra interna Guatemala, preservar el recuerdo de su progenitor y de la misma forma dignificar a las 200 mil víctimas que dejó el conflicto, los 45 mil desaparecidos y específicamente de las 183 víctimas del Diario Militar.
Por ello, crearon la Fundación Amancio Samuel Villatoro, así como el proyecto Museo de los Mártires del Movimiento Sindical Estudiantil y Popular de Guatemala, como un modelo innovador de dar a conocer lo que sucedió en Guatemala.
“El propósito es que la juventud que no conoció o que no sufrió el Conflicto lo conozca desde el punto de vista real, ya que si esta nueva generación ignora la historia puede permitir que se repita. Conociendo y sensibilizándose con esta historia, que no es sólo la de la familia Villatoro, sino de 45 mil familias en Guatemala, podemos terminar con el duelo y vivir en paz”, concluyó Samuel.
DESTACAMENTO DE SAN JUAN COMALAPA
El antiguo Destacamento Militar de Comalapa, instalado en 1980, estuvo ubicado a una distancia de tres kilómetro del municipio de San Juan Comalapa, en una localidad deshabitada llamada el Palabor.
Samuel explica que la investigación de las actividades realizadas en antigua base militar surgió de familiares de víctimas de personas desaparecidas que recibieron apoyo de la Coordinadora Nacional de Viudas de Guatemala.
FAFG fue designado por el Ministerio Público como perito para investigar este caso, iniciando el día 12 de agosto de 2003 las excavaciones y finalizando el 30 de octubre de 2004, aunque el trabajo de análisis se completó en el periodo del 26 de julio al 19 de agosto de 2005.
Según consignan, en la base fueron encontrados restos de 220 personas, de las cuales todas correspondían a la localidad. La sorpresa fue haber encontrado una fosa con osamentas que no correspondían a la comunidad, pues “no tenían trajes típicos, todos tenían trabajos dentales, las características antropológicas eran diferentes”, indicó Samuel, quien también expuso que una de ellas llevaba un pantalón de la marca que su padre llevaba puesto el día en que desapareció.
El equipo de FAFG por medio de análisis, logró identificar en 2011 que esas osamentas corresponden a cinco personas que aparecen en el Diario Militar y que registra que fueron ejecutadas el 29 de marzo de 1984: Juan de Dios Samayoa Velásquez, Moisés Saravia, Hugo Adail Navarro Mérida, Sergio Saúl Linares Morales y Amancio Samuel Villatoro.
TRAS LAS PISTAS DEL CONFLICTO
De acuerdo con José Suasnávar, desde 1992 la FAFG ha realizado aproximadamente mil 500 investigaciones antropológicas y forenses relacionadas con el Conflicto Armado Interno, de las que han entregado informes periciales al Ministerio Público, para que sean ellos quienes inicien las persecuciones penales.
Mucho tiempo después de esta entrega, son llamados a ratificar los mismos a los tribunales de justicia.
De las 45 mil personas desaparecidas durante el tiempo en que el país estuvo en guerra interna, la fundación ha encontrado 6 mil osamentas, de las cuales el 65 por ciento ha sido identificado y el 45% ha sido inhumado como XX.
Sobre los casos del conflicto que han llegado al Organismo Judicial, la activista Helen Mack dice que hay avances en el combate a la impunidad, especialmente en temas de violaciones a los derechos humanos. Sin embargo, indica que las causas concluidas no representan ni siquiera el 1 por ciento de los casos.
Ante lo dicho, Mack indicó que seguir con las investigaciones que esclarezcan el pasado contribuye a darle fin a un sufrimiento, al ciclo del duelo, ya que las familias que encuentran las osamentas de sus seres queridos tienen la oportunidad de concluir ese doloroso proceso y de darle un entierro digno a su familiar.
DOSSIER DE LA MUERTE
De acuerdo con la información proporcionada por Fundación Myrna Mack, el Diario Militar fue sustraído de los archivos militares y entregado por un agente del Ejército de Guatemala a personas externas a la institución militar en 1999. Posteriormente fue entregado al National Security Archives, en donde Kate Doyle realizó un análisis que determinó su autenticidad.
Dicho documento tiene seis partes identificadas: las primeras cinco contienen listados de nombres y personas ordenados alfabéticamente y catalogados por grupos, una lista de objetos incautados en una casa particular, una lista de datos personales y de desaparición de algunos miembros de grupos insurgentes.
La sexta sección es la más importante del documento, pues contiene un registro diario de las capturas, ejecuciones, entrega de personas a las fuerzas de seguridad guatemalteca y personas liberadas.
Esta última sección del Dossier de la Muerte, consigna datos de 183 personas capturadas con sus nombres completos y diversos datos adicionales. Al lado de cada nombre hay una fotografía que parece haber sido tomada de un documento de identificación.
Al lado de esa información, hay códigos como “300”, “Se fue con Pancho” o “Se lo llevó Pancho”, los cuales se interpretan en la terminología militar de la época, como “muerte” o “ejecución”.
Según Helen Mack, luego de darse a conocer el Diario Militar, la organización Familiares de Detenidos-Desaparecidos de Guatemala presentó una denuncia penal ante el Ministerio Público para que se realizara una investigación y se condenara a los responsables de los hechos registrados en el documento. Sin embargo, las diligencias nunca avanzaron.
Por tal motivo, en 2005 llevaron el caso ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), que presentó una serie de informes así como observaciones a escritos presentados por el Estado de Guatemala, con la finalidad de documentar y fundamentar el proceso.
En febrero de 2011, la CIDH notificó que el caso había sido presentado ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
El 25 de abril de este año, en Guayaquil, Ecuador, se realizó la audiencia del Caso Gudiel Álvarez y otros vrs Guatemala (Diario Militar). La Corte escuchó los testimonios de familiares de las víctimas, así como la declaración de la perita, Kate Doyle e informes realizados por otros expertos.
Mack señala que para finales de octubre se espera que la Corte emita la sentencia.
“MUERTO” CON VIDA
Álvaro Sosa Ramos es el caso Y-87; la ficha técnica del Diario Militar consigna de él lo siguiente: Responsable de la Estructura Militar del Frente Urbano de las FAR. Capturado el 11-03-94 en los campos del Roosevelt, zona 11.
Con lápiz se escribió en la ficha: “Se escapó para la Embajada de Bélgica. Salió para Canadá”.
“Lo primero que hicieron, luego de capturarme, fue carearme con Amancio y con el niño de 12 años, Juan Pablo Armira López. Claro que nos conocíamos todos, pero lo negamos, para no vincular a nadie más, ese día hasta el niño fue valiente. Esa fue la última vez que alguien los vio vivos”, indica Sosa.
“Para poder huir yo les hice creer que les iba a entregar a alguien más. Les di la dirección de la Embajada de Bélgica, pensando que esa sería mi salvación. Ellos no se percataron y me llevaron esposado. Cuando me baje, salí corriendo para los jardines de la sede, en ese momento me dispararon tres veces: una en el omoplato, el siguiente, que casi me mata, fue en el hígado, y el último que fue el que me boto, me dio en la pierna”, relata Sosa.
Según cuenta, alcanzó a llegar a los jardines de la Embajada. Allí las tres personas que lo perseguían le pidieron favor al guardia del edificio que lo expulsara de la sede diplomática; en ese momento el Embajador se percató de lo que sucedía, salió, y los secuestradores huyeron.
Después del incidente Sosa vivió 14 años exiliado en Canadá, hasta que hace doce años volvió al país.
Samuel