Los rí­os de dinero



Terminada la contienda electoral hay abundante material para el análisis, sobre todo cuando se quieren establecer las causas del triunfo y las razones de la derrota. Pero creemos válido centrar ahora el tema en una cuestión que se aparta del resultado electoral propiamente dicho, pero que afecta la gestión del próximo gobierno como ha afectado la de todos los que le antecedieron, porque el sistema polí­tico nuestro tiene una falla estructural profunda que obliga a los polí­ticos a depender de manera absoluta del financiamiento que particulares puedan darles para la realización de su proselitismo y eso se traduce, de una u otra forma, en la venta del alma al diablo y en la garantí­a de que se gobernará para atender intereses particulares y no los intereses nacionales.

Nadie, absolutamente nadie, da esas enormes cantidades de dinero para financiar campañas polí­ticas sin perseguir algo a cambio. Quien diga que lo hace por patriotismo, por puro apoyo a la democracia o aun por pura simpatí­a con el candidato, está mintiendo porque siempre se busca algún beneficio. Unos dicen que con ello compran el derecho de picaporte en el despacho presidencial y que eso les basta, porque para hacer sus cachas no necesitan más que el acceso y del resto se encargan ellos. Otros se aseguran contratos jugosos para proveer al Estado durante cuatro años y no faltan los que inventan negocios para enriquecerse sin realizar ningún servicio a la Nación o hacen trabajos chambones por los que cobran un ojo de la cara. Los más simplemente quieren preservar sus privilegios y la garantí­a para hacerlo está cabalmente en el financiamiento adecuado y acertado al ganador.

Cuando uno ve los montos que gastaron los dos candidatos que llegaron a la segunda vuelta electoral se da cuenta que son cifras de escándalo para un paí­s con las miserias y carencias del nuestro. Verdaderos rí­os de dinero se invierten en propaganda, movilizaciones, logí­stica y, en general, toda la labor proselitista y ese dinero proviene de variadas fuentes. Se ha discutido en esta campaña sobre el origen de dinero sucio vinculado al narcotráfico y el crimen organizado, pero la verdad verdadera es que todo el dinero de la campaña al final de cuentas termina siendo sucio, porque persigue esos intereses que no tienen que ver con los intereses del paí­s y terminan comprometiendo a los polí­ticos para que gobiernen en beneficio de los que abrieron la chequera a lo largo de la campaña.

Y lo único cierto para el futuro es que cada perí­odo las campañas serán más costosas y habrá más necesidad de financiamiento. Si al principio alcanzaba con los dueños del capital tradicional, luego hubo que echar mano al capital emergente y después al dinero producto del crimen. ¿Qué nos depara el futuro al paso que vamos? Nuestro criterio es que la sociedad tiene que abordar este tema con seriedad para evitar que el sistema se suicide a punta de ponerse en venta.