Los retos del renovado FMI


Vista general de una conferencia dictada por Dominique Strauss-Kahn, director del FMI, durante la Cumbre Anual de esta institución y el Banco Mundial, que se lleva a cabo en Estambul. FOTO LA HORA: AFP STEPHEN JAFFE

El «nuevo FMI» de Dominique Strauss-Kahn salió fortalecido de la recesión y logró borrar parte de la mala imagen dejada por la crisis argentina, pero tiene varios retos pendientes, como abrirse a los emergentes y vencer las reticencias de paí­ses desarrollados como Alemania.


«Aquí­ en Estambul, esta reunión anual puede ser el inicio de un nuevo FMI y puede que dentro de algunos años ustedes cuenten a sus nietos que se encontraban en Estambul en este momento», declaró el viernes Strauss-Kahn, al abrir la cumbre de su institución en Turquí­a, concluida este miércoles.

«La credibilidad del Fondo todaví­a es muy precaria», explicó a AFP Carlos Quenan, experto del Instituto francés de las Américas. «Es cierto que se ha reforzado su papel de bombero como única institución internacional que otorga ayuda», admitió.

«Pero todaví­a no queda claro cuál será la condicionalidad para los nuevos préstamos y tampoco el reparto del poder para dar más peso a los emergentes y ganar una mayor credibilidad», agregó el analista.

Y es que el FMI todaví­a tiene que concretar algunas de sus promesas más importantes como la de dar un mayor peso en sus instituciones a las principales economí­as emergentes, para reflejar mejor la realidad de la economí­a mundial.

En Estambul, dio el primer paso, al respaldar sus 186 miembros la propuesta del G20 de potencias industrializadas y emergentes de aumentar en al menos 5% las cuotas de las naciones en desarrollo de aquí­ a 2011.

«Es un gran paso hacia delante», se congratuló Strauss-Kahn, aunque se apresuró a reconocer que la «tarea no va a ser fácil», dado que la última revisión de las cuotas del Fondo, que otorgan el poder de voto en el directorio, «tardó diez años en realizarse.

«Vamos a necesitar mucho trabajo para lograr el consenso», declaró, en alusión a las duras negociaciones que van a empezar entre los emergentes, liderados por paí­ses como China y Brasil, que quieren más poder, y los desarrollados que se niegan a ceder terreno. Sin contar a España, que se siente subrepresentada.

«No habrá un «nuevo FMI» sin una estructura de gobernanza más representativa y democrática», afirmó el ministro argentino de Economí­a, Amado Boudou, que al igual que Brasil pidió un aumento de 7% de las cuotas de los emergentes.

Argentina, que en los años 90 era presentada como el «alumno modelo» del Fondo, acusó a la institución financiera de haberle dictado polí­ticas económicas que llevaron al paí­s a declararse en suspensión de pagos.

La batalla por un «nuevo FMI» ya empezó, por cierto. Los paí­ses del BRIC (Brasil, Rusia, China, India), que deben comprar bonos del FMI por un total 80.000 millones de dólares, han supeditado su colocación en los Nuevos Acuerdos para la Obtención de Préstamos (NAP) -un programa que permitirá al FMI disponer de 500.000 de dólares para efectuar préstamos rápidos- a que tengan más poder de decisión.

De hecho, los 80.000 millones de los BRIC representan un 16% de los 500.000 millones. Ese porcentaje darí­a a los cuatro paí­ses del BRIC una minorí­a de bloqueo en el NAP. Un precedente que les permitirí­a reivindicar un peso idéntico en el conjunto del FMI.

Los paí­ses desarrollados también plantean exigencias. Y Alemania le dio un inesperado llamado de atención al Fondo en la reunión que debí­a consagrar su renacimiento.

Alemania advirtió de los inconvenientes del aumento de los recursos de la institución financiera, que desea disponer de 750.000 millones de dólares, al considerar que podrí­a reforzar la idea de que cualquier paí­s puede ser rescatado gracias a la ayuda de la institución financiera.

«No estamos convencidos de que el FMI tenga que asumir la función de aseguradora generalizada para las obligaciones financieras del sector público», afirmó el presidente del Banco Central, Axel Weber, sacando del cajón el discurso que ya tení­a su paí­s tras la crisis argentina e insistiendo en que los recursos deben ser provisorios.

Y en América Latina, el «nuevo FMI» tampoco seduce a paí­ses como Ecuador.

«No creo que se pueda tapar el sol con un dedo», declaró a la AFP el ministro ecuatoriano de Economí­a, Diego Borja, quien todaví­a recuerda que «detrás de las polí­ticas del FMI y del BM, habí­a que enviar a la policí­a, porque habí­a siempre convulsiones sociales».